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  • “Un día entró como cliente y al siguiente ya era el propietario”: la historia de los 117 años del Bar Reforma, ícono del centro histórico de Torreón

Abierto desde 1908, este emblemático bar del centro histórico sobrevive al tiempo con botana, música en vivo y recuerdos imborrables.| Archivo

Abierto desde 1908, este emblemático bar del centro histórico sobrevive al tiempo con botana, música en vivo y recuerdos imborrables.

En el corazón palpitante del centro histórico de Torreón, Coahuila,  donde la piedra respira historias y los muros han aprendido a escuchar secretos, se erige un lugar que ha sobrevivido al paso del tiempo con la firmeza de un viejo roble. El Bar Reforma, abierto en 1908, lleva ya 117 años sirviendo copas, botanas y nostalgias a quienes buscan en su interior no solo una bebida, sino también un rincón donde la memoria se acomoda entre brindis y canciones.

El aire que se respira al cruzar sus puertas tiene la densidad de lo vivido: olor a madera vieja, a cerveza recién destapada, a fritura caliente que anuncia la botana del día. Allí, entre mesas gastadas por los codos de tantos parroquianos y la barra centenaria que se mantiene intacta, el tiempo parece haberse detenido. Marco Antonio Palacio, actual encargado e hijo del propietario, lo dice con orgullo: “La barra es la misma de siempre, el piso también. Solo se han cambiado sillas, mesas y algunos detalles, pero la esencia no se toca. Aquí todo sigue igual porque lo auténtico no se reemplaza”.

El origen del Reforma se remonta a manos españolas, aquellos primeros fundadores que trajeron consigo la idea de una cantina con alma europea, pero que pronto se volvió tan mexicana como un caballito de tequila. Desde entonces, han pasado cuatro dueños distintos, hasta que la historia dio un giro pintoresco: Antonio Palacios, padre de Marco, pasó de ser cliente frecuente —el hombre que entraba al bar para aliviar las fatigas del trabajo— a convertirse, de la noche a la mañana, en dueño absoluto del recinto. “Ni mi mamá ni mis hermanas sabían nada —recuerda Marco entre risas—. Mi papá nunca nos dijo que iba a comprarlo. Un día entró como cliente y al siguiente ya era el propietario. Así de simple”.

Donde la tradición se brinda


El bar Reforma ha resistido lo que otros no pudieron: cambios generacionales, crisis económicas, incluso una pandemia. Y, sin embargo, allí sigue, con la misma fachada pintada, los baños apenas retocados, pero con una esencia inmutable. Su mayor transformación llegó hace dos décadas, cuando rompió con la tradición de las cantinas exclusivas para hombres y abrió sus puertas a mujeres. “Aquí nadie es menospreciado”, dice Marco, mientras señala los reservados, rincones íntimos pensados para parejas que buscan discreción y complicidad.

Abierto desde 1908, este emblemático bar del centro histórico sobrevive al tiempo con botana, música en vivo y recuerdos imborrables.
Su barra original y espíritu acogedor lo han convertido en un ícono de la memoria lagunera.| Archivo

Hoy, los viernes y sábados, el bar vibra con música en vivo. En septiembre se llena de tricolores para celebrar la Noche Mexicana; en octubre, los disfraces y calaveras lo invaden con el Halloween; y en diciembre, las posadas lo colman de villancicos y brindis interminables. Los clientes más longevos siguen llegando en busca de un ambiente tranquilo, mientras las nuevas generaciones descubren que beber en el Reforma es también beber de la historia de Torreón.

Escenario de películas y canciones


Su fama trasciende la barra. El Reforma ha servido de escenario para videoclips de agrupaciones locales, nacionales e incluso internacionales. “Aquí grabó Genitallica su último video, que ya está en YouTube”, recuerda Marco con cierto brillo en los ojos. También fue locación para la serie 'Terror a la medianoche', inspirada en leyendas urbanas de la región. Y no falta quien, al escribir sobre las cantinas más antiguas de La Laguna, haya decidido inmortalizar sus paredes en un libro.

El lugar se ha convertido en un personaje más de Torreón, capaz de aparecer en la pantalla grande y de acompañar a músicos que encuentran en su atmósfera la materia prima para sus canciones.

El último guardián

Hoy, tras la desaparición de muchas otras cantinas centenarias, el Bar Reforma puede ostentar con orgullo el título de la más longeva de Torreón. Quienes lo visitan saben que no se trata solo de beber una cerveza, sino de dejarse envolver por un ambiente que combina lo íntimo con lo festivo. En esas mesas se han sellado amistades, se han llorado amores, se han forjado planes y se han contado historias que solo la madera y las botellas vacías recuerdan.

Abierto desde 1908, este emblemático bar del centro histórico sobrevive al tiempo con botana, música en vivo y recuerdos imborrables.
Marco Antonio Palacio, actual encargado e hijo del propietario.| Archivo

Quizá esa sea la verdadera magia del Reforma: más que un bar, es un archivo viviente de la memoria colectiva, un lugar donde los relojes parecen haberse detenido, pero donde la vida sigue celebrándose copa tras copa, risa tras risa.

Porque allí, en medio de ese pequeño templo de convivencia, cada sorbo es un rezo breve a la amistad, cada brindis una promesa de eternidad, y cada cliente que entra se convierte, sin saberlo, en parte de una historia que lleva más de un siglo escribiéndose entre botellas y canciones.



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