Espectáculos

Julia Cruz. “La música siempre te genera preguntas”

La directora española posee personalidad, energía y dinamismo en el escenario, atributos que le han llevado a conectar con el público, en especial con el mexicano

El primer contacto de Julia Cruz (España, 1996) con la música fue a través del trombón, pero el verdadero “flechazo” se dio cuando sostuvo la batuta orquestal. 

Tenía 16 años “y fue entonces cuando descubrí la dirección de orquesta, que fue algo más fuerte de lo que sentía tocando el trombón. Fue una especie de enamoramiento”.

Personalidad, energía y dinamismo son algunas de las características que la directora posee en el escenario, atributos que le han llevado a conectar con el público, en especial con el mexicano, pues ha colaborado con la Compañía Nacional de Ópera de México, dirigiendo Beatrix Cenci; con el Ballet Nacional de México, así como con la Orquesta Filarmónica de la UNAM, con esta última, en las que han programado obras de jóvenes compositores mexicanos.

Entrevista con Julia Cruz | Viridiana Contreras
Entrevista con Julia Cruz | Viridiana Contreras

¿Cómo fue la transición de tocar un instrumento a dirigir una orquesta?

Fue una serendipia y me surgió cuando yo estudiaba, tenía unos 16 años, y tuve la oportunidad de dirigir; fue algo que me impactó muchísimo. Conforme me he ido haciendo mayor y dedicado a este oficio, encuentro más razones que me apasionan y es algo que me sigue llenando de preguntas, que es algo de lo más interesante en la dirección, en particular de la música, que siempre te genera preguntas por responder.

¿Recuerdas la primera vez que dirigiste una orquesta?

¡Sí, hombre, estaba asustadísima! Fue en un curso de verano y lo recuerdo con mucho cariño.

¿Cómo lo vives ahora?

Claro que lo vivo distinto. Últimamente intento pensar la música más que una cosa autónoma, como cultura, algo que se relaciona con nuestro presente; eso me cambia la mirada a la hora de ensayar y compartir tiempo con los músicos, porque si relacionamos la música con el presente, la manera de construir es mucho más democrática, más abierta, y también más explorativa porque ¡ostras!, al final nos dedicamos a hacer música de gente que se murió hace 500 años. Lo más interesante de esta profesión es plantearse las preguntas: ¿por qué sigue siendo relevante? y ¿qué puedo hacer yo desde la interpretación para que esto siga siendo relevante? Es una mirada más amplia, supongo.

¿Has podido responder esas preguntas?

Voy encontrando pistas, o más bien intuiciones. El problema es que a veces pensamos la música como el rito que hemos heredado en el siglo XIX, el del concierto, que es profundamente burgués y bastante arcaico en el que te pones el frac, vas a un teatro; este tipo de pensamiento que hemos heredado de Europa, y creo que, la música es mucho más relevante porque va más allá de ese ritual. Es, por ejemplo, una experiencia profundamente comunitaria y eso es algo super interesante.

También nos permite prestar atención individualmente y junto a otras personas de una manera muy particular porque activa nuestra imaginación. Esas son algunas de las razones por las que tenemos que seguir haciendo música, y sin duda hay que ir a escuchar música.

México ya es un escenario conocido, ¿qué encuentras en él?

Encuentro una especie de hiperactividad cultural que me encanta. Yo siempre que he venido a trabajar aquí, sea para una semana o para producciones más largas, y cada vez me falta tiempo para ver todo lo que quería ver, porque tiene de todo: conciertos, música contemporánea, espacios para que los jóvenes compositores muestren su trabajo y exploren.

¿Cuál es tu percepción de la composición contemporánea?

Me gusta mucho, pero para empezar porque es música que es lo que a mí me gusta, y pensar la música contemporánea apartado de la tradición que hemos heredado, me parece un error. Me contaban unas compañeras que hicieron aquí una obra de Gabriela Ortiz, como una especie de homenaje que tenía relación con Clara Schumann; ahí está la relación que tienen los compositores contemporáneos con su pasado, pero más allá de eso, a mí me gusta el repertorio de nueva creación porque me estimula mucho la imaginación, me hace escuchar y me hace pensar de maneras distintas, y porque creo que un panorama cultural saludable tiene una buena ración de música contemporánea.

Julia Cruz en pleno concierto | Viridiana Contreras
Julia Cruz en pleno concierto | Viridiana Contreras

¿Encuentras puntos en los que converjan la composición mexicana y española?

Sí. De hecho, esta última semana la Orquesta Nacional de España interpretó otra obra de Gabriela Ortiz, pero no solo eso, se escucha composición de Hilda Paredes o Marcela Rodríguez. Sí que veo que entre los dos países hay un intercambio saludable y que es cómodo, en el mejor de los sentidos. Pero, más allá de eso, toda persona que se dedique a componer tiene lazos con otras personas que se dedican a componer, independientemente de su lugar de origen.

¿Cada orquesta tiene su propio espíritu?

Sí, y yo creo que eso es lo hermoso. Al final las orquestas son organismos complejos porque están formados por muchas personas, mucho más allá de los músicos que vemos en el escenario. Las batutas invitadas, no solo las titulares, también acaban moldeando cierta manera de hacer las cosas, pero también la dirección artística; todo ese conglomerado acaba teniendo un espíritu de grupo que es particular y distinto a otros. Lo que creo que tienen en común todas las buenas orquestas es un cierto espíritu joven, un poco aventurero y abierto a interpretar textos musicales.

¿Y cuál es la labor de la dirección, en especial cuando eres una directora invitada?

Parte del trabajo es escuchar la manera de ser de la orquesta, y, a partir de ahí, construir un diálogo. Es verdad que una semana es menos tiempo de lo que uno le gustaría para conocerse y para construir una relación intuitiva, pero la labor es esa: es proponer y construir en conjunto, en común.


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Viridiana Contreras
  • Viridiana Contreras
  • viridiana.contreras@milenio.com
  • Reportera y coeditora. Licencia en Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM). Doce años en el periodismo cultural.
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