Entre conciertos, peregrinaciones que avanzan al ritmo del mariachi, bohemias que se extienden hasta el amanecer y una devoción que trasciende generaciones, Dolores Hidalgo volvió a convertirse en el epicentro del sentimiento ranchero para conmemorar el 52 aniversario luctuoso de José Alfredo Jiménez.
Desde hace dieciséis años, el Festival Internacional del Rey reúne a miles de visitantes para honrar y celebrar el legado del compositor mexicanos que sigue latiendo con fuerza entre quienes aún lo consideran su Rey.
El festival y las sedes del homenaje
El festival, organizado en tres sedes: el Jardín Principal, el Museo Casa José Alfredo Jiménez y el Mausoleo del compositor, reúne a los amantes de su música que se dan cita desde distintos puntos del país para cantarle a su ídolo justo en el lugar que lo vio nacer y el que alberga sus restos.
A lo largo del fin de semana se realizó una serie de actividades culturales y conciertos encabezados por Aranza, Pablo Montero, El Fantasma, Matisse y Ana Cirré.
Paloma Jiménez: La casa familiar, un sueño del compositor
Para Paloma Jiménez, hija y guardiana del legado de José Alfredo, esta celebración le llena el alma. Y el haber recuperado la casa familiar y convertirla en museo (en 2008) fue conectar con un territorio íntimo donde aún se respira la historia de su tribu.
Es “volver a la casa de los abuelos”. Y ahí, parada junto al mural al oleo de su padre, compartió a MILENIO algunas anécdotas y evocó el anhelo que tuvo el compositor de regalarle este espacio a su madre.
“No pudo hacerlo en vida, porque mi abuela murió en 1985, un poquito antes de que naciera mi hija (en 1987) y siempre anheló que yo tuviera la descendencia para continuar esta línea familiar. Desafortunadamente no pudo ser un regalo para ella, pero ella sabe que forma parte de la familia, y no solo de la familia, sino de México y del mundo. Y que eso es muy significativo, porque hemos tenido gente que viene de muy lejos, de Arabia, de Japón”, dijo.
El museo ha tenido que transformarse para que el legado de José Alfredo siga dialogando con las nuevas generaciones. A las salas ya conocidas que albergan parte de su obra musical y reconocimientos se suma una sala de proyección audiovisual inmersiva y una cantina que se nutre de realidad aumentada, “como encargados, tenemos que estar buscando la misión del recinto”, dijo Paloma, “y hoy puedo decir que tenemos un museo de primer mundo”.
Un mausoleo que simboliza un universo musical
Paloma observa cómo los visitantes al museo siguen un ritual que desemboca al pie del mausoleo, donde los Joséafredistas le llevan serenata al Rey.
Y como lo dijo un gobernador en años anteriores: es la tumba más visitada de México y también donde “más tequila vez”, dijo Paloma sobre las fiestas que se arman al ritmo de la música y los tragos. Y no se trata de pose turística, es un cariño genuino para quien convirtió el dolor y el amor en canciones.
En el Panteón Municipal, el icónico mausoleo en forma de sombrero charro volvió a congregar a miles de visitantes desde la noche previa al aniversario luctuoso de José Alfredo.
Bajo la estructura, una gran esfera y más de mil burbujas representan las más de mil canciones que compuso el Rey, aunque solo 246 están registradas, porque no tenía la costumbre de formalizar sus obras. Ahí sonaron sus grandes éxitos en voz de sus seguidores.
El mausoleo, compartido con su madre, se convirtió en un espacio de fiesta donde se realizó la tradicional serenata. Desde la noche previa al aniversario, miles de seguidores avanzan al ritmo del mariachi, la banda y los tequilas para llegar al mausoleo alrededor de la medianoche y entonar Las mañanitas.
Luego se da paso a “la hora del aficionado”, una jornada musical que se extiende hasta las seis de la mañana. Todo culmina con una misa.
El Festival Internacional del Rey crece y se fortalece
Para Ma, Guadalupe Robles, titular de la Secretaría de Turismo e Identidad de Guanajuato, el festival se sostiene por la conexión que los mexicanos mantienen con la obra del compositor, “quién no ha cantado con un mariachi de José Alfredo Jiménez”, dijo, “es un festival que nos une, que le dedicamos al Rey, a este gran cantautor que le canta a la vida. Y el próximo año esperamos tener un gran festival porque el Rey cumpliría 100 años de vida”.
Este año, el gobierno estatal proyecta un crecimiento de alrededor de 15 por ciento, con un estimado de 20 mil visitantes y una derrama económica estimada en 12 millones de pesos.
Esto como resultado de tres días de actividades en el pueblo mágico que lo vio nacer, porque con José Alfredo no se trata de modas, su obra responde al sentimiento, ese mismo que cada año reúne a miles de voces para cantarle al hombre que convirtió la vida en música.
El corazón de Dolores Hidalgo también vibró en el Jardín Principal, convertido en un gran foro donde miles de asistentes disfrutaron de una cartelera que unió generaciones.
Sobre el escenario desfilaron Aranza, Matisse, Pablo Montero, Ana Cirré y El Fantasma, entre otros artistas que hicieron suya la obra del compositor. Cada noche, el público respondió con coros, bailes y una energía que confirmó que las canciones de José Alfredo siguen vivas.
“Viví un momento muy especial en la ciudad natal de José Alfredo, acabo de cantar Si nos dejan y me erizó la piel. De las primeras canciones que escuché de José Alfredo fue El Rey, me la ponía mi padre”, dijo Ana Cirré al bajar del escenario. Mientras Aranza, quien se presentó la primera noche, recordó cómo el compositor dejó una huella permanente, “quién no conoce su música, es uno de los grandes de México y estar aquí ha sido un honor”.
José Alfredo escuchaba a Los Beatles
La herencia musical en la familia Jiménez no solo fluye hacia el pasado, también hacia otros géneros y épocas. Paloma recordó que en su casa no solo sonaban los boleros o rancheras, también Los Beatles, grupo al que ella misma acercó a su padre, “yo sigo escuchando a los Beatles, los escuchaba con mi padre, a él le gustaron cuando yo me enamoré de Los Beatles”.
Hoy su casa suena también a Cri-Cri, Manzanero, Serrat y algunos compositores clásicos.
“En casa suenan todos nuestros compositores: desde Cri Cri, porque se las canto a mis nietas. Me encanta Álvaro Carrillo, disfruto muchísimo los corridos de Víctor Cordero; me encantan las canciones de Roberto Cantoral; las del maestro Manzanero. Con eso crecí, es parte de mi vida. Me gusta mucho Serrat, Sabina y Sandro. En momentos en los que quiero estar más tranquila busco a Beethoven, Mozart y Tchaikovsky”, concluyó Paloma Jiménez.