Hablar de abuso en espacios educativos no es solo necesario, es urgente. Las escuelas son espacios donde se transmiten conocimientos, pero también se establecen jerarquías y dinámicas de poder que pueden perpetuar injusticias. Con Cacería de brujas (After the Hunt), el cineasta Luca Guadagnino pone este debate en el centro de su narrativa, para recordar al espectador que incluso la inteligencia y la ética pueden chocar con la ambición, el medio o la presión social.
Esta historia sigue a Alma (Julia Roberts), profesora de filosofía en Yale, cuya vida se trastoca cuando una estudiante, Maggie (Ayo Edebiri) hace una denuncia por agresión sexual contra otro profesor (Andrew Garfield). Lo que podría parecer un mero conflicto institucional se convierte en un exámen producto de la moral, la verdad y las contradicciones humanas. Alma no es víctima, ni es heroína, es alguien que debe navegar por un laberinto de poder.
En entrevista con MILENIO, Luca explicó que el escenario académico es más que un telón de fondo, es un microcosmos del mundo, “este teatro tan específico que es Yale lleva consigo la idea de cómo un mundo pequeño puede representar el mundo más grande, y todos buscan tener una posición de poder sobre los demás. Existen múltiples posibilidades de verdad y es importante escuchar la verdad del otro en lugar de intentar imponer la tuya”.
Ese poder, advirtió el cineasta, corrompe incluso a las mentes más brillantes, “si piensas en Shakespeare, el poder lo corrompe todo, puede corromper las mentes más elevadas y los corazones más valientes. Y eso es lo que sucede con estos personajes, están luchando por el poder, pero si dejaran de hacerlo podrían encontrar el poder de escucharse mutuamente y quizá así enfrentarían las consecuencias de esa necesidad de prevalecer sobre el otro”.
El director construye un relato en el que el abuso y la responsabilidad ética dejan de ser conceptos abstractos para convertirse en experiencias que atraviesan a cada personaje. La película muestra cómo el miedo, la ambición o el silencio pueden obstaculizar la justicia y cómo, incluso quienes se consideran moralmente sólidos pueden verse atrapados en contradicciones que desafían su capacidad de conducirse correctamente por la vida.
Y estos dilemas son “completamente cinematográficos”, explicó el realizador, “en Spider-Man hay una gran frase: “con gran poder viene una gran responsabilidad”. Incluso en una película de superhéroes tan bella, entretenida y magistral como esa, hay una reflexión muy profunda sobre nuestra naturaleza, sobre quiénes somos. Creo que eso es el cine. El cine nos permite reflexionar, pero a través del lente del entretenimiento. Y eso es lo que amo”.

El cine, para Guadagnino, siempre ha sido mucho más que entretenimiento: es un instrumento de reflexión. Desde niño se sintió fascinado por la capacidad que tiene el cine para conmover, plantear preguntas y dejar una huella en quien las ve, “me gusta la idea de que esta película (y las anteriores) haga que la gente salga del cine con preguntas y que entre en su vida, que empiecen a hablar, a conocerse más entre ellos”, explicó el director.
Con historias como Call me by your name, Bones and All o Challengers, Luca ha explorado la emoción, el deseo y los dilemas morales con sensibilidad única. La diferencia es que, en esta película, el foco se desplaza hacia la ética institucional y las jerarquías académicas, un terreno que el director aborda con la misma humanidad de sus dramas más íntimos, “crecí viendo películas desde que era un niño. Mi primera película fue Lawrence de Arabia”.

“Recuerdo que sentado en el regazo de mi madre, debía tener dos años. Realmente tengo grabadas esas imágenes de la arena y la inmensidad del punto de vista de David Lean (el director) sobre ese gran personaje. Soy una persona que piensa en términos de cine, ama el cine. El cine siempre me ha enseñado cómo reaccionar ante algo que me provoca una emoción, cómo descubrir cosas que no sabía, cómo cambiar de opinión o enamorarme”.
Y por este amor al cine y su forma de construir narrativas, Luca logra que su película se comunique con la audiencia, esto lo pudo testificar durante su proyección en el Festival de Venecia y luego en el New York Film Festival, “la generosidad del público y la forma en que interactúa con las películas es especial”, dijo el realizador, “ver la energía en la sala y la manera en que la gente miraba la película en ambos espacios fue realmente hermoso”.
Cacería de brujas no ofrece respuestas fáciles. Su fuerza radica en hacer que el espectador se plantee preguntas complejas: ¿Qué pasa cuando el poder y la ética se enfrentan? ¿Qué verdades preferimos callar? ¿Cómo nos volvemos responsables colectivamente? La película visibiliza el abuso, denuncia el silencio y nos recuerda que, incluso en los espacios más respetados, como una universidad, la justicia y la moral también se pueden contraponer.
CST