En mayo de 1963, Pier Paolo, Susanna y yo nos mudamos al barrio romano de Eur, en via Eufrate 9. La primera tarea fue desempacar los libros de las cajas y encontrarles un lugar apropiado. Detrás del escritorio, la mayor parte del librero estaba ocupado por libros de poesía y narrativa. Pero, al alcance de la mano, resaltaban, contra el blanco de la madera de los estantes, las carpetas color rojo ladrillo que, hasta los años setenta, Pier Paolo utilizó para guardar sus escritos.
En 1975, tras su trágica muerte, todo permaneció intacto y congelado por un tiempo (máquina de escribir, expedientes que contenían escritos recientes y pasados, correspondencia, libros, etcétera). Se reconocía el valor de todo lo que se encontraba en el estudio, puesto temporalmente bajo resguardo, pero la familia se encontraba totalmente agobiada por los problemas cotidianos, sobre todo por aquellos ligados al cuidado y a la protección de su madre, Susanna, por no mencionar la sucesión de acontecimientos relacionados con el brutal asesinato, como la presunción de una demanda civil.
La primera vez que tuve en mis manos los documentos de Pier Paolo fue a solicitud de Enzo Siciliano, que estaba escribiendo un libro sobre la vida de Pier Paolo, publicado por la editorial Rizzoli en 1978. En aquella ocasión, con la finalidad de citar fragmentos en prosa o versos, también se examinaron textos inéditos, como Poeta de las Cenizas, transcrito por primera vez para la revista Nuovi Argumenti, bajo el cuidado del propio Siciliano.
***
El corpus documental —no quiero llamarlo “archivo”— de Pier Paolo Pasolini, que, como heredera de Susanna Colussi Pasolini, me legó repentinamente, era y es vastísimo. Consciente de la necesidad de encontrar una sede, un lugar, que garantizase la organización, catalogación, valorización y el acceso público a un patrimonio exigente y muy delicado, objeto de gran interés desde diversos ángulos, procedí con cautela.
En 1988, firmé un acuerdo de comodato con el Gabinetto Vieusseux y envié al Archivo una importante primera colección de documentos de Pier Paolo. Estos documentos daban testimonio de una producción que se había acumulado desde su adolescencia hasta su muerte.
Correspondencia, poemas, guiones, textos críticos y políticos, apuntes de trabajo y, pronto, también dibujos, cuadros, fotografías, documentos personales. Se trataba de materiales heterogéneos, representativos de los géneros y de los lenguajes más diversos con los que Pier Paolo estuvo familiarizado, incluyendo su trabajo como director y su pintura. La imagen del “laboratorio” reapareció de inmediato, “el lugar más poético del mundo”, a menudo evocado por él para describir el espacio, tanto físico como metafórico, donde desarrollaba su trabajo. De tal suerte que, las preciosas carpetas y archivos, traídos de Roma, fueron colocados en una habitación situada en el tercer piso del Palazzo Corsini Suarez, en el barrio florentino de Oltrarno, sede del Archivo Contemporáneo “A. Bonsanti”, que también alberga las colecciones de otras personalidades que contribuyeron a forjar la historia de nuestro siglo XX, como Carlo Emilio Gadda, Guiseppe Ungaretti, Pietro Pacrazi, Giacomo Debenedetti, Mario Luzi y Enzo Siciliano.
Ahora también la biblioteca de Pasolini, casi en su totalidad, se encuentra en el Archivo. Muchos libros presentan marcas y anotaciones a lápiz o pluma, sobre todo en aquellos que Pier Paolo utilizó para escribir artículos y reseñas. Y muchísimas son las dedicatorias que testimonian relaciones de profunda amistad (por ejemplo, de Giorgio Bassani, Giorgio Caproni y Paolo Volponi). A veces, algunos apuntes remiten a ideas de obras “por realizar”.
Los escritos del periodo friulano (1942-1949), algunos de los cuales se quedaron en la vieja casa de Casarsa y que solo se recuperarían tras la muerte del poeta, se encuentran en cinco cajas y no están ordenados de manera sistemática: ejercicios literarios; traducciones en lengua y en friulano de poetas franceses, ingleses, españoles, catalanes; informes escolares; muchísimos poemas en lengua y en friulano; notas preparatorias para “escribir” en friulano; listados de vocabularios friulanos con la traducción en lengua, y mucho más. Ya desde entonces, Pier Paolo tenía la costumbre de trabajar simultáneamente diversos géneros literarios. Los ensayos (manuscritos, extremadamente difíciles de leer) a veces se interrumpen, dándole el espacio a líricas (una infinidad de poesías intituladas Diario), para luego proseguir la escritura en otra página, sobre hojas de contabilidad. Estas páginas, en su mayoría, están manuscritas, pocas están limpias, sin correcciones, y predominan las disparidades. Algunos escritos parecen ya terminados, incluso con portadas e índices.
***
Mi padrino de bautizo fue Guido Pasolini. Susanna Colussi, hermana de mi abuela, luego de la trágica muerte de su hijo menor, se apegó mucho a mí. Y su casa de Roma, desde que yo era una jovencita, devino la meta de mis vacaciones de verano. Por lo tanto, fue natural, al concluir el liceo, trasladarme a la capital para estudiar en la Universidad y quedarme en la casa de la familia Pasolini.
En 1972, Pier Paolo me encomendó mi primera “tarea” de verdad. Me había graduado en Filología Románica el año anterior (gracias a él: le llamó por teléfono a Aurelio Roncaglia para que me animara a retomar mis estudios). Hasta ese momento, básicamente solo me había ocupado de responder el teléfono y de concertar citas de trabajo.
Me pidió que recopilara sus artículos, ensayos, colaboraciones y entrevistas relativos a lingüística, literatura y cine, publicados en los últimos años en periódicos y revistas. Ya habían sido recopilados y archivados, pero había que ordenarlos, compararlos con los textos mecanografiados originales y ordenarlos cronológicamente. Pier Paolo trabajó sobre este material (he conservado los recortes con sus tachaduras y adiciones): al organizar las entrevistas, a menudo recortaba o reducía las preguntas. El libro en el que se recopilaron estos textos es Empirismo herético, publicado por Garzanti en 1972. Y tiene una dedicatoria. Para Graziella.
A partir de ese momento, empezó a pasarme los artículos para una última lectura y copia. Puedo decir que, de alguna manera, desde entonces sentí que ya formaba parte de su “oficina”.
***
Del 26 de noviembre de 1972 al 24 de junio de 1975, Pasolini escribió una columna de crítica literaria en el semanario Tempo. El libro que contiene las reseñas de los libros que eligió “describir” se publicó póstumo, con el título, precisamente, de Descripciones de descripciones (Conaculta, 1995). El término “describir” era utilizado por Longhi en sus lecciones de arte en Bolonia.
El libro lo edité yo, pero ya estaba listo. Los textos estaban en dos carpetas, y el título que inicialmente se había elegido era Scritture e descripzioni (Escrituras y descripciones). Muchos de estos “fragmentos” se escribieron durante la realización de Il Fiore delle Mille e una notte (Las mil y una noches). Durante el rodaje de la película, me envío el texto a través de una persona de la producción, para que lo revisara (esto se puede ver en las cartas que nos envió a Susanna y a mí desde Isfahán y Al Hudayda, en la primavera de 1973). Durante ese periodo escribía para Il Corriere della Sera y para la revista Tempo. En septiembre, en la revista Playboy se publicó la narración-diario que llevaba por título Le mie “Mille e una notte” (Mis “Mil y una noches”).
***
Creo que leí los libros de Pier Paolo, sobre todo sus novelas romanas, mucho después de su publicación, y las polémicas y los juicios me pasaron desapercibidos, a pesar de que en la década de los 50 pasé casi todas las vacaciones de verano con la familia Pasolini. El padre de Pier Paolo estaba suscrito a L’Eco della Stampa y frecuentemente le llegaban artículos y fotos de él. Una observación suya que ha quedado grabada en mi memoria probablemente se remonta a la década de 1970: la revista Il Borghese, que lo atacaba constantemente, publicó hermosas fotografías suyas.
Descubrí muchos detalles sobre sus obras cuando, tras su muerte, revisé sus papeles, documentos y cartas. Por ejemplo, al intentar organizar y describir el material recuperado de la casa de Casarsa, encontré un cuadernillo en el que un antiguo estudiante (Arquímedes Bortolus), a instancias de Pier Paolo, había escrito a mano un relato de su estancia en Bélgica. En un capítulo de Il sogno di una cosa (El sueño de una cosa), se reelabora la experiencia vivida por el joven friulano.
***
Todo el material encontrado en el estudio-dormitorio de Pier Paolo en Roma, ordenado según un sistema elegido por él mismo a medida que iba trabajando sus obras, puede examinarse desde diversas perspectivas. Y ofrece información invaluable.
Se pueden encontrar diversas fases de su obra: apuntes tomados en hojas sueltas, en el reverso de un mapa de carreteras, en una tarjeta de presentación, toda esta escritura difícil de descifrar porque es una caligrafía apresurada, con los caracteres muy pequeños. Pier Paolo solía usar cuadernos y libretas, para anotar entradas de diario o borradores de poemas. Uno de los más interesantes es un cuaderno blanco que redactó durante la búsqueda de locaciones en Palestina para El evangelio según San Mateo. Contiene, entre otras cosas, un primer borrador de los poemas dedicados a Israel.
Las carpetas de trabajo de Pier Paolo, (antes que tome cuerpo una obra precisa, en poesía o en prosa) contienen, mezclados a los textos creativos, todo tipo de documentos contemporáneos a su escritura. Encontré una nota mía felicitándolo por Mamma Roma, un paquete con poemas que Vincenzo Cerami le dio a leer e incluso una carta dirigida a la compañía de seguros informándoles de un pequeño accidente. Estos documentos a veces ayudan a datar un texto, una experiencia de vida, un viaje. En este sentido, también son muy útiles las agendas conservadas, que van de 1963 a 1975. También los expedientes que contienen los escritos de Lettere luterane (Cartas luteranas) y Descrizioni di descrizioni (Descripciones de descripciones), obras que ya habían sido preparadas por el autor y listas para la publicación, presentan materiales cuya presencia solo se justifica por su coincidencia temporal.
***
Incluso hoy, sigo consultando las diversas carpetas que contienen los escritos de Pier Paolo. Antes de enviar todo su patrimonio literario al archivo Bonsanti, describí los documentos. Era la primera vez que los analizaba a fondo. Estas detalladas tarjetas me siguen siendo útiles todavía hoy, las sigo consultando para agregar información que me faltaba en aquel momento. A menudo encuentro, sobre todo en relación a los escritos de 1975, una anotación como esta: “Segundo borrador, copiado por Graziella, corregido por Pier Paolo”.
A medida que a lo largo de los años se publicaban nuevas ediciones o reimpresiones de sus libros, yo me ocupaba de las pruebas: corregí errores tipográficos; añadí, en los libros de ensayos, el índice de los nombres citados; verifiqué, con las nuevas herramientas de referencia, los nombres de autores cuya exactitud no habría sido posible verificar en los años setenta.
Este trabajo de leer las obras de Pier Paolo, palabra por palabra, tanto para revisar sus manuscritos como para corregir descuidos y lapsus calami, devino un compromiso importante al que me entrego con entusiasmo, no mecánicamente. La corrección es automática, pero una lectura cuidadosa me permite profundizar en la poética de Pier Paolo. Existen particularidades de su escritura que se mantienen invariables de un manuscrito a otro, como por ejemplo los dos puntos que Pier Paolo, contra toda regla, utiliza hasta tres veces en una misma frase. También ocurre que pasajes y episodios son retomados en escritos posteriores, quizá con un estilo diferente, con un nuevo vocabulario, para indicar el paso del tiempo, nuevas experiencias existenciales y literarias, una visión diferente de la realidad.
***
Sobre el escritorio de Pier Paolo, además de la carpeta de las Cartas luteranas que contenía los textos mecanografiados de los artículos publicados en Il Corriere della Sera, las reseñas y las críticas destinadas a la revista Tempo, la ponencia escrita para el Congreso del Partido Radical que se inauguró en Florencia el 4 de noviembre y otros textos de contenido misceláneo, estaba el expediente con el texto que constituye Petróleo.
Lo primero que hice fue guardar el manuscrito bajo llave, a la espera de una decisión. Pasaron algunos años porque tenía infinidad de problemas que resolver y no consideraba que existieses razones apremiantes para publicarlo: Pier Paolo ya no estaba con nosotros y el original consistía en un cuarto de las páginas que él pretendía llenar (habló de esto en varias entrevistas que le realizaron en 1975).
Siempre me resonaba en los oídos la voz de Elsa Morante, diciendo que quería quemar sus obras incompletas, aterrorizada ante la idea de que después de su muerte llegase una Maria Corti y se llevara hasta el más pequeño trozo de papel. ¿Pero, podía tomar yo la responsabilidad de desaparecer este escrito inconcluso? En un periódico alguien dijo que, si lo seguía manteniendo en un cajón, sería como matar dos veces a Pier Paolo. También otros, después, dirán que lo estaba matando dos veces, cuando, finalmente, con la supervisión de mi maestro Aurelio Roncaglia y el cuidado editorial de Maria Careri, preparamos la edición de Petróleo para la Einaudi.
Cuando tomé la decisión de publicarlo, estaba en el orden de las cosas que me dirigiese a Roncaglia para abordar la compleja cuestión textual y todavía me enorgullece haberlo involucrado. Algunas de sus observaciones representan una clave de lectura fundamental, que los académicos deberían tener en cuenta. Y es una obra de la que me enorgullezco, porque no hay una sola nota superflua, ni comentarios ni evaluaciones, el manuscrito se publicó palabra por palabra, tal y como fue encontrado sobre el escritorio, a la izquierda de la máquina de escribir Lettera 22.
Pier Paolo llevaba consigo el manuscrito de Petróleo en sus viajes de Roma a Torre de Chia. Cuando supo que se habían robado el auto de Carlo Levi y que una de sus obras se perdió porque la dejó adentro del vehículo, Pier Paolo me pidió de inmediato, para no correr riesgos, que fotocopiara las páginas que llevaba escritas hasta el momento. Me las confió, diciéndome que no las leyera, y para hacerlo con seguridad, fui a la Universidad a hacer las fotocopias.
No recuerdo con exactitud las diversas etapas de la transcripción de Petróleo. Afortunadamente, Maria Careri conservó los archivos, lo que nos ahorró mucho trabajo para la edición de Garzanti. En comparación con la primera edición de 1992, cuando revisé los manuscritos de Petróleo, palabra por palabra, línea por línea, pude, desde el agradable trabajo que realizaba, aclarar muchas frases y palabras que Maria Careri y yo habíamos malinterpretado previamente. Era el fruto de la experiencia acumulada en la lectura de los manuscritos de Pier Paolo, compartida con Nico Naldini y los responsables del Archivo de Florencia.
Sí, con sus textos poéticos y sus intervenciones sobre acontecimientos dramáticos de nuestra historia, Pier Paolo, incluso después de tantos años, nos sigue ayudando a comprender la realidad en la que vivimos, y seguirá estando presente entre nosotros.
Y yo me ocupo de su obra, releo sus escritos, le doy seguimiento a las ediciones y las reimpresiones de sus libros, frecuentando siempre el “lugar más poético del mundo”.
Traducción de María Teresa Meneses
AQ / MCB