Con registros históricos que datan desde el año 1531 e incluso con Fray Sebastián de Aparicio nombrado por algunos como uno de los fundadores de la charrerría tal como se le conoce hoy en día, los jinetes que visten atuendos elegantes al estilo mexicano y hacen “suertes” en las que su destreza y conexión con los caballos es su más grande atributo, mantienen viva esta tradición y deporte en Puebla.
Si bien, los charros son reconocidos a nivel mundial y su existencia tuvo un impulso a nivel internacional con el Cine de Oro, cuando fuera del país se comenzaron a conocer sus atuendos, destrezas y valor; su importancia va más allá de la popularidad, pues cabe recordar que incluso durante la Segunda Guerra Mundial, el entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho, los nombró como la tercera reserva del Ejército Mexicano, con la creación de la Legión de Guerrilleros Mexicanos, agrupación de aproximadamente 150 mil charros, que en 1942 recibió la misión de resguardar al país de los nazis.

Este nombramiento generó en la charrería un sentimiento de patriotismo aún más grande, que años después, debido a lo tradicional de sus vestimentas, el trasfondo cultural que les caracteriza y la exigencia que requiere para ejecutarse de manera correcta, le valió ser reconocida en 1930 como un deporte 100 por ciento mexicano, creándose la Federación Mexicana de la Charrería.
Mientras que, el 1 de diciembre de 2016 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró este deporte como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, dando aún más valor a la práctica que ha acompañado a nuestro país por casi 500 años.
El tiempo sigue pasando y aunque las tendencias y deportes avanzan, la charrería es algo que en Puebla sigue vivo, con más de 34 asociaciones charras certificadas ante la Federación y con un aproximado de más de 500 jinetes en activo, que trabajan por mantener viva esta disciplina en el mundo.
Poder ser parte de esta cultura no es algo sencillo cuando se trata de querer formarse como un jinete de experiencia, pues los costos económicos son altos al considerar tener un caballo, sus cuidados, el equipo tradicional, vestimenta, sombrero, botas, yeguas, toros y transporte para los mismos; pero, hay algo que para aquellos que entregan su vida a la charrería, compensa todo, y es el orgullo de mantener vivo el deporte que representa a México.
Actualmente, la charrería se mantiene en el gusto de las nuevas generaciones y eso lo deja en claro, Ángel Roberto Caso Encorrada, presidente de la Asociaciones de Charros de Puebla, quien con orgullo señala que “la charrería se hace de babas, no de barbas”, haciendo alusión a la importancia de conocer esta disciplina desde pequeños. Además, refiere que en el pasado campeonato nacional infantil, más de dos mil menores, mostraron su destreza en Aguascalientes, teniendo en Puebla, jóvenes promesas del deporte.
Por otra parte, Ángel Caso señaló que hay buena relación con el gobierno estatal y un ejemplo de esto será la cabalgata programada el próximo 15 de septiembre que concluirá en el Congreso del Estado, donde recibirán un reconocimiento a nombre de la Federación Mexicana de Charrería con representación en México y Estados Unidos; también destacó, que el estado requiere un mayor apoyo en infraestructura para entregar espectáculos y competencias de calidad.
Lienzos charros techados, son el siguiente paso a dar en Puebla en la búsqueda de generar competencias más controladas y eventos en los que los ciudadanos en general se puedan acercar con comodidad y en familia, pues Caso Encorrada, destacó que “la charrería es para las y los mexicanos, pero la falta de espacios es una barrera para que conozcan lo que por herencia es totalmente suyo”.
Pero sí de algo estamos seguros en Puebla, es de que este deporte se mantiene a salvo por ahora, pues ejemplo de ello, fue la práctica a la que la Asociación de Charros del Estado le dio acceso a esta casa editorial, donde dejaron en claro que los trajes típicos y representativos de su disciplina se quedaban en casa, pues sus altos costos y cuidados, los hacen una parte importante de su uso exclusivo para eventos multitudinarios u oficiales.
Sin embargo, los jeans, chatarreras, botas de trabajo, sombrero y camisas casuales, no fueron impedimento para que cada uno de ellos demostrara sus habilidades en el lienzo de Chipilo.
Si bien, los charros poblanos mostraron a MULTIMEDIOS Puebla cada uno de las once “suertes” que practican, es imposible no hacer énfasis de la ejecución sublime de los piales, las manganas, el jineteó de yegua y el famoso paso de la muerte, donde el experimentado jinete debe saltar de un caballo que monta “a pelo”, directo al lomo de una yegua, a toda velocidad y con nada más que su experiencia para aguantar cada reparo hasta que el animal entre en calma.
Esta exhibición, a pesar de ser solo una muestra de lo mucho que los jinetes arriesgan en cada suerte, también, fue un ejemplo perfecto para entender el valor y respeto que charros como Miguel Ángel Leal Galeazzi, le dan a cada momento en el lienzo; pues a sus 62 años destaca que el haber comenzado en este deporte a sus 13 años, fue una de sus mejores decisiones de vida, ya que el orgullo de formar parte de estos grupos y representar a Puebla en prácticamente toda la República Mexicana, ha sido un honor que le acompañara hasta el último día.
Por otra parte, Rodolfo Sánchez Guevara, miembro de los charros Surianos de Matamoros enfatizó en que hoy por hoy, todos y cada uno de los que practican este deporte, son más conscientes del cuidado animal, señalando que incluso en su experiencia como médico veterinario, le ha servido para garantizar el bienestar de quienes él llama “los mejores amigos del hombre, los caballos”.
Destacando que Puebla, tiene una gran importancia para esta disciplina a nivel nacional e internacional, pues un ejemplo de esto es la manufactura de piezas como frenos, cadenillas, hebillas, botonaduras y de más accesorios charros que son hechos por manos de artesanos de Amozoc; con lo que invita a propios y extraños a conocer más de la cultura charra y todo aquello que representa para México en su historia, en el presente y las oportunidades que podrían surgir en el futuro.
AAC