Ciencia y Salud

Tatuajes hiperrealistas cierran heridas que deja el cáncer de mama en el cuerpo de las pacientes

Técnica del realismo e hiperrealismo logra que visualmente el cuerpo de la paciente parezca natural y recupere la armonía.

Cuando una mujer sobrevive al cáncer de mama, el espejo puede convertirse en un territorio doloroso.

Las cicatrices que deja una mastectomía radical son un recordatorio visible de la batalla librada, del cuerpo que resistió y también del vacío que deja la extirpación del seno.

Aunque la cirugía reconstructiva permite recuperar la forma y la apariencia general del pecho, no todas las mujeres logran restablecer los rasgos naturales de sus areolas y pezones, lo que para muchas representa la pérdida de un símbolo íntimo de identidad y feminidad.

“Llegan destrozadas. Algunas ni siquiera pueden quitarse la blusa. Tienen miedo, vergüenza, y la mayoría me dice que no se siente totalmente integrada a su feminidad después de someterse a la cirugía. He tratado a mujeres que no pueden mirarse al espejo, que no dejan que su pareja las vea desnudas durante años”, relató en entrevista Maximiliano Jiménez, conocido como Max Calavera, tatuador especializado en reconstrucción estética.
El procedimiento tarda alrededor de una hora por seno.
El procedimiento tarda alrededor de una hora por seno. (Foto: especial)

Su estudio se ha convertido en un refugio para mujeres que buscan cerrar un ciclo emocional. 

“Muchas llegan acompañadas por sus hijas o por una amiga, temblando. No se atreven ni a contar lo que vivieron. Pero cuando les explico el proceso, empieza a cambiar su expresión. Es como si recuperaran el control de su cuerpo”, explicó a MILENIO por el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, que se celebra el 19 de octubre de cada año.

Tatuajes hiperrealistas 

Jiménez utiliza la técnica del realismo e hiperrealismo para recrear la apariencia natural de las areolas y los pezones.

Su labor es lograr que visualmente parezca natural y recupere la armonía del cuerpo.

El proceso comienza con la elaboración de una plantilla que permite igualar el tamaño y la posición de las areolas. Si la mujer conserva una de ellas, esa parte se usa como modelo en espejo para reproducir la otra con la mayor simetría posible. 

Después de colocar la plantilla y revisar que las proporciones sean equilibradas, se pasa a la fase de pigmentación, donde se mezclan tintas especialmente formuladas para la piel humana.

No existe una gama estándar, dijo, ya que los tonos naturales varían de una persona a otra, por ejemplo, algunas tienen pigmentaciones rosadas, otras rojizas o cafés oscuros.

cambios en autoexploración


Por eso, el tatuador combina entre tres y cuatro colores para lograr el tono más cercano al original.

Existen dos modalidades principales dentro de esta técnica. La primera es el tatuaje tridimensional o 3D, que se aplica cuando la paciente no cuenta con pezón físico y se busca crear la ilusión óptica de volumen mediante sombras y degradados hiperrealistas.

La segunda es el tatuaje bidimensional o 2D, indicado para quienes ya se sometieron a una reconstrucción quirúrgica del pezón, donde el trabajo se centra en igualar el tono y la textura de la piel.

Una vez realizado el tatuaje, la paciente debe mantener el área limpia e hidratada con una crema especial que acelera la regeneración de la piel y favorece la fijación del pigmento. En la mayoría de los casos, una sola sesión basta, aunque en algunos se requiere un pequeño retoque. El resultado final suele ser permanente y natural. 

“Si se siguen los cuidados al pie de la letra, casi siempre queda bien desde la primera sesión”, señala Jiménez.

Está técnica permite visualmente dotar de volumen, textura y color.

“El 95 por ciento de las mujeres rompe en llanto cuando se ven al espejo. No lo pueden creer. Me dicen: ‘Esto no es solo un tatuaje, es volver a vivir’. Es el momento en el que dejan de verse como pacientes y se reconocen otra vez como mujeres”, comentó.

En México, cada año se diagnostican alrededor de 23 mil 790 nuevos casos de cáncer de mama entre personas mayores de 20 años, con una tasa nacional de 27.64 casos por cada 100 mil habitantes.

En 2023, 8 mil 034 mujeres fallecieron a causa de esta enfermedad, mientras solo una parte logra completar los tratamientos y alcanzar la ansiada remisión.

Sin embargo, existe un grupo de sobrevivientes que, aun después del tratamiento, la mastectomía y la reconstrucción mamaria, sienten que su proceso no ha terminado. Para ellas, sanar implica volver a mirarse al espejo y reconocerse completas, con areolas y pezones nuevamente dibujados sobre la piel.

En ese momento, el tatuaje reconstructivo deja de ser una cuestión estética y se convierte en un acto de reconciliación, una manera de recuperar el sentido de pertenencia al propio cuerpo y cerrar, por fin, la historia que la enfermedad había interrumpido.

El cierre de un ciclo 

El procedimiento, dijo, tarda alrededor de una hora por seno y se realiza solo cuando la paciente ha sido dada de alta por su oncólogo.

 “No lo hacemos durante la quimioterapia ni la radiación, porque la piel sigue sensible. Este es el paso final, el cierre emocional después de todo lo que atravesaron”, explicó.

El costo promedio es de 10 mil pesos por areola, subrayó Jiménez tras asegurar que este tipo de procedimiento debería ser parte del tratamiento integral. 

“En los hospitales públicos, las mujeres no reciben esta información. Muchos médicos no saben que existe. Pero esto debería incluirse en los programas de reconstrucción mamaria; no se trata de lujo, se trata de dignidad”, expresó.

En su experiencia, la mayoría de las pacientes tienen entre 40 y 50 años, aunque también ha atendido a mujeres más jóvenes que enfrentaron diagnósticos agresivos. 

“He tatuado a mujeres de 30 años que quedaron devastadas tras perder un seno. Y cuando terminamos, sonríen, se visten distinto, vuelven a sentirse deseadas. Es impresionante cómo cambia su lenguaje corporal”, detalló.
Detección de cáncer de mama

Jiménez calculó que ha realizado más de 120 tatuajes reconstructivos en los últimos ocho años. 

“Ninguna se ha arrepentido. La mayoría me dice: ‘Si hubiera sabido que esto existía, lo habría hecho antes’. Y muchas regresan tiempo después solo para saludar o contarme cómo les cambió la vida. Esa es mi mayor recompensa”, añadió.

Un país con cifras que duelen 

El cáncer de mama continúa siendo un reto sanitario en México. La tasa de mortalidad femenina fue de 17.9 por cada 100 mil mujeres de 20 años y más. Los estados con mayores tasas fueron Sonora (27.5), Chihuahua (25.2), Coahuila (24.0) y Nuevo León (23.9), mientras que Campeche (9.9) y Guerrero (11.0) presentaron las más bajas.

Estados del país con más casos de cáncer de mama

El grupo más afectado fue el de 60 a 74 años, con 2 mil 598 defunciones, seguido por las de 40 a 49 años, con 1 mil 956, y las de 75 a 84 años, con 1 mil 002. En total, el cáncer de mama representó 9 por ciento de las muertes por tumores malignos en la población adulta mexicana, que sumaron 89 mil 633 casos durante 2023.

La Organización Mundial de la Salud estima que México registra cada año más de 23 mil nuevos casos, con una tendencia al alza que podría ya superar los 30 mil diagnósticos anuales.

Casos acumulados de cáncer de mama en 2025


Además, la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM 2021) reveló que 176 mil 672 mujeres de 50 años y más dijeron haber tenido cáncer de mama, cifra que representa 42.8 por ciento del total de mujeres que reportaron algún tipo de cáncer en su vida.

Factores de riesgo por cáncer de mama

En materia de prevención, el mismo estudio mostró que 65 por ciento de las mujeres de 50 a 59 años se realiza la autoexploración mamaria, mientras que entre las mayores de 84 años la cifra cae a 18.6 por ciento. En cuanto a mamografías, 51.5 por ciento de las mujeres de 50 a 59 años se la ha practicado, frente a 12.6 por ciento de las de mayor edad.

"No es vanidad, es salud mental"

Jiménez sostuvo que el tatuaje estético reconstructivo es una herramienta terapéutica. 

“No es vanidad. Es salud mental. Es devolverles lo que la enfermedad les quitó".

El artista relató que cada sesión tiene una carga emocional muy fuerte. 

“Una sobreviviente me dijo: ‘Ahora sí puedo volver a usar mi blusa favorita’. Otra me contó: ‘Por fin puedo bañarme sin llorar’. Son cosas que la gente no imagina, pero para ellas significan libertad. Es como quitarse un peso de encima”, recordó.

El experto señaló que el cambio más profundo ocurre en la mente.

HCM

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Blanca Valadez
  • Blanca Valadez
  • Periodista formada en la UNAM. Con 33 años de oficio, impulsada por la curiosidad y la aventura. Ha captado la voz de ilustres como Octavio Paz y Carlos Fuentes. Hoy explora los enigmas del cuerpo y la mente en relatos que resuenan en prensa, TV, radio y web.
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