Al fondo retumbaba el eco de más de 88 mil personas, el coro lo envolvió todo, resonando en el pecho de los 22 jugadores que, desde la cancha, disputaban el título Mundial de fútbol. El mundo comenzaba a retomar su paso tras dos años de confinamiento por la pandemia y desde diferentes rincones, los ojos de millones seguían el balón para presenciar la que ya es considerada la mejor (y más contaminante) final de fútbol de la historia.
Puede que pasen muchos años para que se vuelva a repetir un partido de “ensueño” como el que protagonizaron Argentina y Francia durante el cierre del Mundial de Qatar en diciembre de 2022, lo que es seguro es que la Copa del Mundo superará con creces el récord de emisiones de gases de efecto invernadero este 2026, de hecho, según el informe FIFA´s Climate Blind Spot, “se perfila para ser uno de los eventos deportivos más contaminantes de la historia”.
“El principal factor tiene que ver con la movilidad. Este será el primer Mundial que se juegue en tres países distintos, lo que significa una enorme cantidad de vuelos internos, traslados entre sedes y desplazamientos de millones de aficionados. Eso, por sí solo, multiplica la huella de carbono del evento”, explicó a MILENIO Álvaro Zavala Avalos, director de alianzas de México por el Clima.
Una jugada dividida: por qué el Mundial 2026 tendrá un impacto negativo en el planeta
Estados Unidos, México y Canadá: tres países unidos por el territorio, su historia y la cancha. La triada que en más de una ocasión se ha enfrentado en estadios se aliará el próximo año para convertirse, por primera vez en la historia del Mundial, en una sede compartida.
Sin embargo, la medida habla más de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) que de la fraternidad futbolística. Desde hace décadas, el deporte se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, una máquina impulsada de forma colosal: solo en 2022 , 1.42 billones de personas vieron la final y casi tres cuartas partes de la población mundial participaron en el torneo ya sea de forma digital o física.
La multitud de esfuerzos es equivalente a la huella que dejaran en el ambiente: vuelos, viajes en auto, la adecuación de infraestructura , uso de agua y por su puesto, generación de residuos, se sumarán a la una deuda ambiental que no ha podido ser saldada desde la Revolución Industrial.
Gracias a la decisión de expandir la Copa del Mundo de 32 a 48 equipos se celebrarán en total 104 partidos, mismos que serán distribuidos en 16 ciudades distintas (tres de ellas ubicadas en México: Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey). El resultado: al menos 9 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO2e), según el informe preparado por Científicos por la Responsabilidad Global (SGR).
“Esos 9 millones de toneladas de CO₂ son equivalentes a lo que emite una ciudad mediana durante todo un año y se van a reflejar en varios frentes muy visibles. Primero, en el aumento de la contaminación urbana en las sedes: más vuelos, más tráfico, más consumo de energía y combustibles. Ciudades como Guadalajara o la Ciudad de México podrían ver picos importantes de mala calidad del aire durante los partidos y desplazamientos”.
Se estima que solo las emisiones del transporte aéreo aumentarán entre un 160 % y un 325 %, en comparación con los niveles promedio de las finales recientes, como indica el informe de New Weather Institute.
Los partidos también tendrán efectos indirectos pues el movimiento masivo de personas y mercancías demandan más servicios básicos.
“A eso hay que sumar el consumo energético en estadios, hospedajes y transporte local; el manejo de residuos particularmente plásticos de un solo uso y el consumo de agua, que en ciudades como Guadalajara o Monterrey puede poner presión sobre sistemas que hace poco vivieron crisis hídricas”, advierte Alvaro.
La justa futbolística comenzará el 11 de junio y terminará con fuegos artificiales y la coronación de los nuevos campeones del mundo el 19 de julio. Sin embargo, aún después de que los goleadores mundiales reciban la Copa y los aficionados hayan regresado a sus hogares, las emisiones seguirán atrapando el calor en la atmósfera durante décadas, siglos.
“En resumen, el Mundial se convertirá en una especie de termómetro ambiental: si no se aplican medidas serias de mitigación, como las que hemos promovido desde México por el Clima, veremos cómo un evento deportivo puede amplificar el calentamiento global en lugar de ayudar a frenarlo”
¿Hay manera de reducir el impacto que la Copa Mundial tendrá en calentamiento global?
Los eventos masivos no tienen porqué ser sinónimo de impacto negativo para el planeta, desde hace algunos años, algunos proyectos han propuesto cambiar está tendencia, por ejemplo, durante las Olimpiadas de París 2024 se desplegaron diversas estrategias para reducir la huella de carbono.
Además, existen ejemplos de iniciativas ambientales en América Latina que pueden brindar una brújula para encaminar la jugada a una cancha más verde.
El Banco de Desarrollo de América Latina propuso la creación de una red verde regional para proteger y restaurar 14 ecosistemas estratégicos en América Latina y el Caribe, con miras a movilizar financiamiento sustentable hacia 2026.
Nación Verde dio a conocer el proyecto “Teporingo Forever Forest”, enfocado en la recuperación de cuencas hidrográficas en el “Gran Bosque de Agua” del Valle de México y en la generación de créditos de carbono certificados internacionalmente, mismos que funciona como un mecanismo de compensación: las empresas que superan sus límites de emisiones pueden adquirirlos para apoyar proyectos sostenibles.
En el ámbito local, el gobierno de Quintana Roo presentó su estrategia integral contra el sargazo, que incluye un Centro de Monitoreo, tecnología especializada, barreras y embarcaciones, respaldada por una inversión anual de 250 millones de pesos. Finalmente, en la Ciudad de México se anunció la instalación de muros verdes en los andenes del Metro CDMX como parte de las acciones para mitigar el cambio climático urbano.
“La sostenibilidad no falla por falta de ideas; falla por falta de voluntad y de mecanismos para medir lo que se promete”, dice Álvaro. Así, y desde la perspectiva de los analistas, en el caso de la Copa Mundial, hay tres rutas viables que podrían aplicarse.
La primera está enfocada en el diagnóstico de la huella de carbono que dejará el evento: vuelos, hospedajes, residuos, consumo de luz, agua, todo debe ir incluido ahí. Sin él, “cualquier acción posterior es solo simbólica”.
La segunda es la planeación sostenible, como transporte público eléctrico o compartido para los asistentes, estadios con sistemas de captación de agua pluvial y políticas de cero plásticos. Finalmente, es vital que la FIFA se comprometa a compensar las emisiones con proyectos verificables.
“Si un evento deportivo mueve millones de personas y de dólares, debería también mover millones de acciones climáticas. (..) Muchas veces la sostenibilidad se queda en el discurso”.
Más de un especialista coincide en que esta sería una oportunidad histórica para que el Mundial deje un legado ambiental y no una deuda ecológica. Especialmente considerando que en 2030 el mundial se llevará a cabo en 3 continentes diferentes.
LHM