La caída del sistema electoral de 1988 obligó al ex presidente Carlos Salinas de Gortari a abrir su gobierno y tender una alianza con su histórico rival el PAN.
El inicio de lo que se llamó las “concertacesiones” y evolucionó hasta nuestros días como el PRIAN, tuvo su origen en Baja California, donde “inicia la patria”.
Apenas un año había pasado de su cuestionado triunfo presidencial y el mandatario nacional tuvo su primera elección, en la que, para evitar mayores repercusiones políticas y sociales, optó por velar armas.
El entonces presidente del PRI, Luis Donaldo Colosio, fue el encargado de reconocer el primer triunfo electoral en un estado, con lo que se rompió la hegemonía del tricolor.
El panista Ernesto Ruffo obtuvo el 47.83 por ciento de los votos, superando a la priista Margarita Ortega, con el 38. 29 por ciento.
Aunque diversas voces dentro del PRI clamaban pelear la entidad, Salinas de Gortari y su grupo decidió tirar la toalla y evitar mayores conflictos.
Dos años más tarde, en 1991, una nueva elección se convirtió en un dolor de cabeza para el mandatario nacional, ahora fue el turno de Guanajuato.
La estela de fraude siguió permeando en cada comicio del país y tocó al abanderado del PRI, Ramón Aguirre, quien, de acuerdo con los resultados, obtuvo el 53.1 de las preferencias, muy por encima del 35.5 que logró el panista Vicente Fox.

La militancia del PAN realizó marchas y plantones en la entidad, que más tarde derivaron en reuniones de su cúpula: Luis H. Álvarez, Diego Fernández de Cevallos, entre otros, los salinistas Manuel Camacho Solís y Luis Donaldo Colosio para negociar una salida pacífica.
El resultado fue darle a Carlos Medina Plascencia, que había ganado la elección por León, la gubernatura del estado, con lo que se inauguró la época de las concertacesiones.
¿Qué es?Concertacesión
En política, concertacesión significa ceder una posición partidista para llegar a un acuerdo.
Ese mismo año con los votos del PAN, liderado por Fernández de Cevallos, se aprobó por mayoría la destrucción de las boletas electorales de los cuestionados comicios de 1988.
La relación de Luis H. Álvarez y Fernández de Cevallos con Salinas de Gortari ayudó al entonces gobierno federal. Eran tan constantes sus encuentros que sumaron un apodo al Jefe Diego, el apodo de La Ardilla, porque “no salía de Los Pinos”.

Desde San Lázaro, el Jefe respaldó la privatización bancaria del salinismo, sino también la firma del Tratado de Libre Comerio (TLC).
Aunque también tuvo frutos en aras de la democracia y de la apertura política con la instauración de la credencial de elector, de la cual los panistas fueron los principales impulsores.
Pasado el fatídico 1994, del rompimiento entre Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, el PAN pudo y supo acomodar a una de sus piezas, Antonio Lozano Gracia, al frente de la Procuraduría General de la República (PGR).

El 19 de octubre de 2021, en su conferencia matutina el ex presidente Andrés Manuel López Obrador recordó que este nombramiento fue un “pago político” que sirvió a los panistas para designar “jueces, magistrados y ministros y así hacerse del Poder Judicial”.
Otro factor que fortaleció la alianza del PAN con el gobierno federal en turno fue la “sana distancia” que marcó Zedillo del tricolor y favoreció a la alternancia democrática del país.
La noche del 2 de junio de 2000 en la que Ernesto Zedillo anunció como ganador y como su sucesor a Vicente Fox, dejó de lado a su partido y a su abanderado, Francisco Labastida.
Aunque el PAN ganó la presidencia, el Congreso de la Unión lo perdió ante el PRI, por lo que fue necesaria una nueva alianza, aunque ahora fue legislativa.
En el Senado, el PRI obtuvo 60 escaños, frente a los 46 que logró el PAN y 15 del PRD. Mientras que en la Cámara de Diputados, el PRI obtuvo 211 curules y el PAN 206.

En San Lázaro, bastaba una alianza con el PRD con 50 diputados para alcanzar una mayoría simple. Sin embargo, era preferible el viejo conocido.
Fox echó mano de su alianza con la coordinadora del PRI en San Lázaro, Beatriz Paredes, para aprobar sus reformas fiscal y energética.
Misma historia vivió el ex presidente Felipe Calderón, que necesitó del entonces coordinador del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, para tener éxitos legislativos como su reforma energética.

Durante este sexenio, aunque mantenían alianzas legislativas con el PRI, nacieron en 2010 las alianzas entre PAN y PRD para quitarle al tricolor varias entidades.
¿Cómo iniciaron las alianzas?
Las primeras coaliciones fueron en Sinaloa con Mario López Valdez; en Oaxaca, con Gabino Cué; y con Rafael Moreno Valle en Puebla, que resultaron victoriosas. Mientras que en Hidalgo, con Xóchitl Gálvez, no pudieron alzarse con el triunfo.
Con este nuevo método para arrebatarle la hegemonía al PRI en los estados, en 2011 los mandos tricolores negociaron con el presidente Calderón para tirar cualquier intento de alianza en el Estado de México y que el entonces gobernador, Enrique Peña Nieto, tuviera una marca en su ascenso a Los Pinos.
Así fue que el entonces dirigente del PAN, César Nava, canceló la alianza con el PRD, por lo que lanzaron como candidatos a Luis Felipe Bravo Mena y Alejandro Encinas, respectivamente, mientras que el tricolor a Eruviel Ávila resultó ganador.
Una vez que Peña Nieto ganó las elecciones presidencial de 2012, sus principales operadores, José Murat, Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray y Aurelio Nuño, construyeron con PAN y PRD lo que más tarde se conoció como Pacto por México.

El acuerdo fue una alianza legislativa para aprobar 11 reformas estructurales en materia energética, de telecomunicaciones, hacendaria y laboral.
En las elecciones de 2018, fue la última vez que panistas y priistas, disputaron por separado llevando en ese momento como candidatos a Ricardo Anaya y a José Antonio Meade, respectivamente.

A la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, los números en Cámara de Diputados de los opositores no eran suficientes para frenar las reformas de la 4T.
Mientras que en el Senado PAN, PRI, PRD y MC lograron conformar un bloque opositor, que alcanzó a frenar algunas leyes enviadas por Palacio Nacional.
De cara a la elección de 2024, el PAN y PRI reformaron sus estatutos para ir juntos en la elección presidencial, y aunque no impulsaron a un militante de sus colores, sus siglas por fin se unieron tras años de rivalizar.
Ni la suma de sus esfuerzos alcanzó para que Xóchitl Gálvez pudiera dar batalla los 35.5 millones que logró Claudia Sheinbaum.
Con está marca en su historia, la nueva generación de blanquiazules y tricolores ha optado por la distancia y ahora ni en el Legislativo se ponen de acuerdo para conformar un bloque.
Por un lado, la dirigencia de Jorge Romero, ha anunciado que prefieren ir solos en los comicios de 2027; mientras que el líder priistas, Alejandro Moreno, aún apuesta por coaligarse, tal vez pensando en la propia sobrevivencia del PRI.

EHR