En décadas pasadas, ser gobernador te permitía, entre muchas otras cosas, dejar a tu heredero en el trono local, lo que garantizaba la continuidad de su grupo y proyecto político, pero sobre todo impunidad.
El pacto de impunidad, de no agresión, alcanzó incluso los tiempos de alternancia en los que los mandatarios como Gabino Cué, Antonio Echevarría, Rafael Moreno Valle, Carlos Joaquín González, por mencionar algunos, no llamaron a cuentas a sus antecesores de otros partidos, Ulises Ruiz, Roberto Sandoval, Mario Marín, Roberto Borge, respectivamente, por sus escándalos de corrupción y abuso de poder.

Sin embargo, estás dos reglas no escritas de la política —pero siempre aplicadas— se han roto desde la instauración de la 4T.
De los siete gobernadores de Morena que construyeron, impulsaron y presionaron para que sus delfines se hicieran de la candidatura para sucederlos, ninguno logró su objetivo.
Mención aparte merece el caso de la Ciudad de México, en donde Omar García Harfuch ganó las mediciones guindas, pero en aras de unidad y para cumplir con la equidad de género en las postulaciones, se le asignó el lugar a Clara Brugada.
Pese a ser del mismo partido político, el pacto de impunidad también se rompió, para muestras las pesquisas que hay en Morelos por la gestión de Cuauhtémoc Blanco; en Veracruz por la de Cuitláhuac García, pero sin duda el caso más sonado son las investigaciones en contra del gobierno de Adán Augusto López Hernández en Tabasco.
Mueren los virreyes
En 2018 Andrés Manuel López Obrador no solo ganó las elecciones siendo candidato de Morena, el partido se hizo de siete gubernaturas, comenzando la ola guinda en los estados.
A Chiapas llegó Rutilio Escadón, a la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; a Morelos, Cuauhtémoc Blanco y a Tabasco, Adán Augusto López Hernández. Y después de la elección extraordinaria ante la muerte de la panista Martha Ericka Alonso, llegó a gobernar Puebla, Miguel Barbosa.
Un año más tarde se consumaría la derrota del PAN en Baja California y la entidad que gobernó durante tres décadas, tendría alternancia de la mano del morenista Jaime Bonilla.
Con el gobierno federal y los de estas entidades del mismo color, los mandatarios creyeron que las viejas prácticas del PRI se trasladarían a Morena.
Sin embargo, el entonces dirigente de Morena anunció que la selección de sus candidatos a los gobiernos de los estados sería vía encuesta.
Las mediciones del partido están a cargo de la Comisión Nacional de Encuestas, encargada de los cuestionarios que se realizan entre militantes y donde se analiza perfil, posibilidades de triunfo, trayectoria, entre otros.
Entre los requisitos positivos que debe tener el abanderado están: opinión positiva, honestidad, cercanía con la gente, conocimiento del estado: 0.25 puntos, cumple su palabra, si es un buen candidato y las preferencias de votación que tendría sobre otros partidos.
A pesar de ser el último gobernador de Morena en llegar, fue el primero en dejar su cargo, Jaime Bonilla, tuvo una minigubernatura de dos años que se empató con la elección de 2021.
Aunque impulsó la llamada Ley Bonilla con la intención de reelegirse, tuvo que dejar la gubernatura, pero a pesar de eso, impulsó a dos de sus amigos para sucederlo en el cargo: los alcaldes de Tijuana, Arturo González y de Ensenada, Armando Ayala.
Así como la Corte echó abajo su ley que permitiría volver a contender, después fueron las encuestas de Morena las que evitaron que metiera mano en la sucesión y se alzó con el triunfo interno la alcaldesa de Mexicali, Marina del Pilar Ávila, quien más tarde mantendría guinda la entidad.

La mandataria bajacaliforniana no solo fue pionera en derrotar a los delfines de los virreyes, también en investigar casos de corrupción y abusos de poder de su antecesor.
En este caso, Bonilla no solo se fue de Morena y llegó al PT para concluir su gestión como senador, también se retiró de la vida política.
En Chiapas, Eduardo Ramírez tuvo que esperar seis años para pelear por la gubernatura, pues en 2018 era el amplio favorito del Partido Verde, sin embargo, le pidieron “esperar” para dejar la candidatura a Morena en la persona de Rutilio Escandón.
El entonces mandatario chiapaneco impulsó en gran parte de sus actos a la alcaldesa de Tapachula, Rosa Irene Urbina, quien le correspondía con elogios y felicitaciones en redes sociales.

Escandón buscó que la ley de paridad se aplicara en su estado y así darle la nominación a la presidenta municipal, pero la manera en la que arrasó el llamado Jaguar Negro, tanto en la interna como en la elección estatal, dejó claro que era el gobernador en espera.
En Morelos, el gobernador Cuauhtémoc Blanco, impulsó dos perfiles para no fallar como si se tratara de un penal decisivo: Víctor Mercado, su jefe de asesores y a Sandra Villegas, secretaria de administración.
El consejo estatal de Morena, afín al ex futbolista, aprobó la terna para la encuesta, en la que los funcionarios estatales arrasaron con 26 y 24 votos. Mientras que la ex directora de la Lotería Nacional, Margarita González Saravia, entró como gol de último minuto, con 11 votos.

La ex funcionaria federal ganó la encuesta interna y tuvo una reñida elección estatal, pero mantuvo el gobierno de la 4T en 2024.
En su informe de 100 días de gobierno, instruyó a su Consejero Jurídico presentar denuncias ante la Fiscalía Anticorrupción por desvío de recursos de su antecesor.
En Veracruz, el delfín del gobernador Cuitláhuac García era su secretario de gobierno, Eric Cisneros, a quien impulsó desde el inicio de su gestión.
Pese a ganar en el apartado de conocimiento con 38.8 por ciento, ante el 27.2 de Rocío Nahle, la ex secretaria de Energía ganó la interna y la elección estatal.

La ahora mandataria veracruzana denunció irregularidades en la Secretaría de Salud local en el gobierno anterior, por mil 600 millones de pesos durante el período fiscal de 2023.
Puebla vivió el deceso de su gobernador, Miguel Barbosa, quien impulsaba a su secretaria de Economía, Olivia Salomón.
Mientras que Sergio Salomón Cespedes impulsó a su secretario de Gobierno, Julio Huerta, sobrino del ex gobernador morenista.
Pero la verdadera batalla por la nominación estaba —también en familia— entre los primos: el entonces diputado Ignacio Mier y el senador, Alejandro Armenta, quien acabaría por obtener la candidatura y gubernatura.

En la Ciudad de México, quien ganó las tres encuestas internas de Morena fue el entonces secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch.
El partido aplicó reglas de género para que más de la mitad de sus abanderados fueran mujeres, por lo que la nominación recayó en Clara Brugada, que mantuvo los más de 25 años de gobiernos de izquierda en la capital.

Tabasco, que también tuvo gobernador interino por la salida de Adán Augusto López Hernández a la Secretaría de Gobernación, también vio la caída de los delfines y de los pactos de impunidad.
La favorita de Carlos Merino, mano derecha de López Hernández, era Yolanda Osuna Huerta, alcaldesa de Centro, que garantizaba la protección a sus dos antecesores.
Sin embargo, Javier May, ex titular de Fonatur, arrasó las encuestas internas de Morena.

El nuevo gobernador de Tabasco abrió las investigaciones más severas de todos los casos por presuntos vínculos con el crimen organizado.
Desde la administración de May se dio a conocer que el ex secretario de Seguridad local de Adán Augusto, Hernán Bermúdez, presuntamente era líder del cártel de La Barredora.
La presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde, ha dejado claro que las encuestas seguirán siendo el método de selección de sus abanderados.
A esto se le suma la cláusula de nepotismo que evita el impulso de familiares para sucederlos en el cargo.
En la 4T se acabaron los dedazos, los delfines y los pactos de impunidad y en 2027 con las reglas que han permitido refrendar sus triunfos, Morena enfrentará la competencia en 17 entidades del país.
LP