Ciencia y Salud

La “ley del hielo” daña la salud mental de tus hijos: “Para los niños es muy fuerte”

Un adulto puede insinuar por qué su pareja o amiga dejó de contactarlo abruptamente. Sin embargo, los niños interpretan esos silencios y rechazos de una manera distinta.

Una persona que hace la “ley del hielo” no tiene otro propósito más que castigar a la otra, aún si no lo realiza de manera consciente: sea que un novio lo aplique a su novia; una joven a su mejor amiga tras una fuerte pelea, o incluso una padre o una madre al niño que le ha desobedecido.

Sin embargo, la mente de un niño o una niña trabajan diferente a la de un adulto. En comparación con éste, quien podría insinuar por qué repentinamente la otra persona (sea amigo, novio, colega, padre o conocido cercano), una hija o hijo pequeño no comprenden por qué su mamá o papá decidió ignorarlo y simplemente fingir que “no existe” en ese momento.

“O sea, sabe que hay un enojo y sabe, a lo mejor, que se relaciona con cierto acto de algo que pasó, pero no puede asumir o entender todo lo que está pasando en la mente del adulto”, explicó la psicóloga, Erika Jañez, en entrevista con MILENIO.

La “ley del hielo”: el castigo silencioso

Cuando hablamos de la "ley del hielo”, no sólo nos referimos al acto de retirar abruptamente la comunicación y la atención hacia una persona, también quitarle nuestro afecto durante horas e incluso días.

Esta conducta surge como una forma de poder, castigo o manipulación para influir en el comportamiento de la otra parte. Paradójicamente, aunque hay una ausencia de palabras, “existe una comunicación a partir de ella”: “Aunque no hablamos, pues sí nos comunicamos”, señaló Jañez.

El ghosting y la ley del hielo se diferencian en la intención con la cual se cometen
La "ley del hielo" puede aparecer en una pareja, amistad o de padres a hijos. | Freepik
En la mayoría de los casos se trata de un acto consciente. Pero aplicarlo dentro del núcleo familiar es una de las circunstancias que impulsan a que este comportamiento se convierta en una conducta inconsciente y con potencial a heredarse. Es decir, si un padre la implementa en la crianza de su hija; cuando ella sea madre, lo replicará con sus hijos e hijas y así consecutivamente.

De hecho, esta “táctica” es tan común en la educación de las y los hijos, que no nos sorprende cuando escuchamos a alguien decir: “En mi familia, cuando tenemos un conflicto, nos dejamos de hablar y después, a los dos días, nos hablamos como si nada”.

“A pesar de ser tan común, la ley del hielo es violencia psicológica y emocional”, subrayó la psicoterapeuta, Isela Román, a MILENIO.
La "ley del hielo" se aplica como una forma de poder, castigo o manipulación. Sin embargo, los niños lo interpretan de una manera distinta.
La "ley del hielo" se aplica como una forma de poder, castigo o manipulación. Sin embargo, los niños lo interpretan de una manera distinta. | Freepik
¿Cómo afecta la “ley del hielo” a los niños?

Cuando se habla de la crianza, padres y madres deben procurar no cruzar la delgada línea entre la “pausa consciente” y la ruptura de comunicación. A diferencia de esta última, la “pausa consciente” es una estrategia de co-regulación emocional altamente recomendada para esos momentos que desafían la paciencia de mamás y papás (pataletas, berrinches, gritos, manazos, etcétera).

En tanto, la “ley del hielo” genera ansiedad y estrés en las y los hijos, pues no se les enseña a regular sus emociones ni a identificar cuáles actitudes son correctas y cuáles— algo que la “pausa consciente” sí les instruye—. Así, el niño o la niña crece con incertidumbre y con la duda: “Yo sé que hay algo mal, pero no entiendo todo lo que me quieren decir”.

Arrebatar de tajo el cariño y la atención también afecta en la autoestima de las y los niños. Según explicó Jañez, aunque esa “ley del hielo” se extendiera sólo por “unas pocas horas” (considerando que hay quienes lo mantienen por días o meses), del rechazo y la falta de amor también se desprende desesperanza y frustración.

Para los niños es muy fuerte porque necesitan el cuidado de su adulto o de su cuidador primario. Entonces, eso les puede generar mucha angustia y provocar ansiedad”.

Desde el lado de las habilidades sociales, presentan una comunicación disfuncional y ambivalente con los demás. Por ello, son más propensos a distanciarse y— derivado de la baja autoestima— es mucho más complicado establecer relaciones cercanas.

EL DATO

Síntomas de la ansiedad infantil

Aunque depende de diversos factores, algunos de los signos es la falta de concentración en la escuela, miedo de que no van a regresar por él o ella a la hora de la salida en la escuela, dificultad para dormir, problemas en el control de esfínteres, dificultades para hacer la tarea, tener miedo en la noche.

Consejos para evitar la “ley del hielo”

Aunque la circunstancia parezca difícil, el mejor consejo de Erika Jáñez es no romper la comunicación. Al contrario, hay que buscarla e incentivarla a través de trabajos en conjunto, por ejemplo, responder preguntas como: ¿Qué fue lo que te molestó?, ¿Cómo te sientes?, ¿Qué crees que podemos hacer para mejorar?, ¿Antes habías sentido lo que sientes? o ¿Cómo podemos trabajar juntos?

¿Sin embargo, qué hacer cuando la situación vuelve imposible comunicarse con la y el niño? Claro que se puede optar por pausar— más no truncar— la convivencia, pero también es esencial responder desde la calma. Algunas claves para ello son:

  • Hacer una pausa consciente: respirar antes de reaccionar
  • Conectar con la emoción del niño o la niña antes de redirigir: reconocer y nombrar sus sentimientos le hará sentir acompañado, por ende, será mucho más fácil la tarea de autorregulación.
  • Modelar la regulación emocional: los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan.
  • Cuidar tu propio estado emocional: la crianza no significa que las mamás y los papás deben descuidar su bienestar. Al final, será imposible cuidar a un o una pequeña si no hay estabilidad.

La crianza implica atravesar por aprendizajes y errores. Puede ser que un momento de descontrol nos lleve a ignorar a nuestro hijo o hija, sin embargo, he ahí la importancia de reconocer que se ha cometido un error; admitirlo frente a la niña o el niño; disculparnos y escucharlo. Ignorar lo ocurrido sólo perjudica su desarrollo.

“Los niños no se sienten validados y hasta es incongruente. Por un lado le pides regularse, pero tú no lo estás llevando a cabo. Ahora sí que es un círculo vicioso”, explicó la psicóloga Fernanda Cobos en una entrevista con MILENIO.

ASG

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Alejandra Sigala
  • Alejandra Sigala
  • Egresada de la UNAM. Te explico las tendencias en redes sociales y los temas que despiertan tu curiosidad en el día a día. Escucho, amo y a veces escribo sobre K-Pop. Me encanta bailar y los gatos.
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