Ciencia y Salud

La forma en la que estás educando a tus hijos tendrá consecuencias: ¡Descúbrelas!

A través de la crianza, los niños y las niñas pueden entender el mundo en el que nacieron y cómo pueden desenvolverse en él.

La crianza va más allá de poner límites, contener los berrinches o validar sus sentimientos. Aunque la regla de empezar la tarea a las 6:30 de la tarde o prohibirles los videojuegos por una mala calificación pareciera un mero mandato del hogar, éstas influyen en cómo los niños y las niñas entienden el mundo externo y se desarrollarán en él.

Y si bien el estilo de crianza es casi personalizado— pues depende de varios factores circunstanciales y la misma historia de los padres—, diversas investigaciones han logrado catalogarlas en cuatro o cinco tipos específicos; cada uno con sus respectivas repercusiones o beneficios. En MILENIO te explicamos cuáles son.

La crianza permisiva

La crianza respetuosa ha dividido opiniones especialmente en redes sociales: por un lado, están quienes la ponen en práctica con sus pequeños y pequeñas, y por el otro, están las personas que la critican por “ser demasiado permisiva”. ¿Sin embargo, qué significa ser una mamá o un papá permisivo?

En 1966, Baumrind propuso la categorización de tres estilos de crianza (autoritaria, autoritativo o democrático y permisivo). Por su parte, en 1983, los psicólogos Maccoby y Martin agregan una cuarta categoría (negligente), así como dos dimensiones para catalogar las cuatro crianzas: el nivel de afecto de los padres (responsividad) y el nivel de control (exigencia).

Bajo este parámetro, definieron la crianza permisiva como aquella donde el bajo nivel de control contrasta ante la gran cantidad de afecto. Por lo mismo, estas madres y padres suelen ser cariñosos pero con expectativas mínimas para sus hijos e hijas; el más claro ejemplo está en aquellos casos donde intentan convertirse en “la o el mejor amigo” de su hijo o hija.

“No necesitan más amigos. (...) Nuestro rol de papá va creciendo con ellos. Desde la infancia, nuestro rol es poner límites y en la adolescente revivir. Es poner límites y acompañar, pero no revivir; no ser su amigo, pero tampoco su juzgador más grande”, explicó a MILENIO la psicóloga, Ana Villafañe.
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Existen cuatro tipos de crianza | Freepik

Un análisis de StatPearls Publishing explica que la crianza permisiva repercute desde varios ámbitos al bienestar de los hijos o hijas.

Son más propensos a desarrollar hábitos alimenticios pocos saludables, aumentando el riesgo de obesidad y problemas de salud. Asimismo, y debido a la escasa orientación que reciben sobre la moderación, fomentan comportamientos negativos y disfrutan de una libertad considerable: ellos deciden sobre su hora de dormir, sus tareas escolares, el tiempo que pasan frente a una computadora o videojuego, etcétera.

Estas características contraponen a la esencia de la crianza respetuosa: sí límites, no castigos como chanclazos, cinturonazos o golpes.

“Hay papás que cometen el error de pensar que la crianza respetuosa es permisividad”, explicó a MILENIO la psicóloga infantil, Alejandra Zertuche. “Hay que dejar bien claro los límites, pero si eres una mamá o un papá que no pone límites y quieres entrar a este tipo de crianza, no te va a funcionar”.

Crianza autoritaria

Siguiendo el parámetro de Maccoby y Martin, este tipo de crianza se caracteriza por tener un alto nivel de control y poco afecto. Es decir, los padres y las madres tienen altas exigencias— especialmente de conducta— hacia sus hijos e hijas, pero poca capacidad de involucramiento, participación y flexibilidad.

La comunicación es unidireccional y la niña o el niño no puede cuestionar ni negociar las estrictas reglas. Pero en caso de haber faltas de conducta o errores, se recurren a castigos severos o incluso amenazas.

Debido a ello, los hijos e hijas de una crianza autoritaria suelen mostrar un buen comportamiento y pueden seguir con mayor eficacia instrucciones precisas. Sin embargo, socialmente tienden a caer en dos escenarios: o presentan altos niveles de agresividad o son muy tímidos y con dificultades para tomar sus propias decisiones.

Incluso, los efectos pueden observarse en la adolescencia. No sólo por la agresividad o la inseguridad, también por un impulso de la o el adolescente a rebelarse contra cualquier figura de autoridad. De ahí que Zertuche reflexionó:

“Si tú das ‘chanclazos’ a tus hijos, le van a tener miedo a la chancla y no respeto al papá. Yo no buscaría eso en la adolescencia, buscaría que me respeten a mí y no que lo hagan porque ‘mi mamá/papá me va a castigar’. O sea, no lo está haciendo por respeto a mí”.
Los castigos severos enseñan al niño a obedecer por miedo y no por respeto a la autoridad
Los castigos severos enseñan al niño a obedecer por miedo y no por respeto a la autoridad | Freepik

Crianza negligente

La aportación de Maccoby y Martin refiere a aquellos padres o madres no implicados, desprendidos, despectivos o desentendidos. De acuerdo a su parámetro, hay bajos niveles tanto de control, como de afecto.

Debido a que no tienen ninguna exigencia ni expectativa, tienden a ser indiferentes o muy descuidados con las necesidades de sus hijos o hijas; no así con las propias. Suelen ser papás y mamás tan absortos en sus problemas que son incapaces de proporcionarles algún apoyo emocional y físico.

Como consecuencia, los niños y niñas son orillados a ser resilientes y autosuficientes. No obstante, presentan dificultades para regular sus emociones; afrontar los problemas; enfrentar desafíos académicos, y tener dificultades para cultivar y mantener las relaciones sociales.

Crianza autoritativa o democrática

Estudios coinciden que este tipo de educación es la ideal para que niñas y niños desarrollen un mayor nivel de competencia social, conductas aceptadas socialmente y otros beneficios emocionales.

Al tener un nivel de control e involucramiento alto, los padres y las madres son más abiertos a comprender las emociones para transformarlas en lazos de comunicación. Tal y como lo pregona la crianza respetuosa; o en palabras de Zertuche:

“Lo que está buscando es que los niños aprendan a expresar lo que sienten. No significa que ellos tengan la razón, sino validar lo que están sintiendo. (...) que aprenda a expresar qué le molesta, qué le gusta o qué emoción siente”.
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Los hijos de la crianza negligente se ven obligados a ser autosuficientes y resilientes | Freepik

En esta crianza se combina la calidez, sensibilidad y— contrario a los que el estereotipo planea— los límites. Los padres y madres utilizan el refuerzo positivo y el razonamiento para guiar a sus hijos o hijas, procurando, en la medida de lo posible, recurrir a amenazas o castigos.

Gracias a ello, los niños y las niñas gestionan mucho mejor las emociones negativas y se les refuerza su autoestima al hacerles comprender que pueden alcanzar sus metas por sí mismos.

Pero esa promesa de resultados más saludables para el bienestar de las niñas y los niños tiene un “costo”: la paciencia y el esfuerzo. Más aún en los momentos de terquedad, desobediencia o hasta berrinches.

“Puedo entender a mamás que van a perder muchísimo más rápido la paciencia. (...) Un niño va a activar tus heridas de la infancia”.

ASG

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Alejandra Sigala
  • Alejandra Sigala
  • Egresada de la UNAM. Te explico las tendencias en redes sociales y los temas que despiertan tu curiosidad en el día a día. Escucho, amo y a veces escribo sobre K-Pop. Me encanta bailar y los gatos.
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