Uruapan, Michoacán.- Tras el accidente de la avioneta de Amiram Nir, la primera autoridad judicial en reportarse con Rogelio Marín, jefe de tenencia de Agostitlán, fue un agente del Ministerio Público asentado en Ciudad Hidalgo. Llegó ese mismo 30 de noviembre de 1988 por la tarde y recibió un informe de lo sucedido. No estuvo mucho tiempo investigando en la parcela donde cayó el Cessna. Esa misma noche se fue y un lugareño llamado Miguel Padilla se quedó con el encargo de vigilar los restos de la aeronave durante la madrugada.
Adolfo Suárez Terán, quien en ese momento era Secretario Particular del Procurador de Justicia de Michoacán, recuerda el siniestro a la distancia. Dice que “el taxi aéreo iba de Lázaro Cárdenas al D.F. con una escala en Uruapan, que fue donde se subió Amiram Nir, quien llevaba una identificación falsa [con el nombre de Patrick Weber]. Nos dimos cuenta después que era un pasaporte que había obtenido de la Embajada de México en Londres”, explica Suárez Terán, quien durante los últimos años fue director de la revista Claridades y en algún momento estuvo fue encarcelado bajo la acusación de haber participado en el asesinato de algunos opositores políticos del régimen del PRI, precisamente en la época del accidente.
De acuerdo con Suárez Terán, el Agente del Ministerio Público de Michoacán le informó a la Procuraduría y ellos se comunicaron a la Embajada de Israel en México. “El cuerpo, no recuerdo si lo tenían en Zitácuaro o Ciudad Hidalgo, por ahí. De la Procuraduría llamaron a la Embajada y ellos preguntaron:
-¿Están ustedes seguros de lo que me están diciendo? Y como referencia les dijeron que Amiram tenía una prótesis en un ojo, lo cual se verificó.
En la Embajada de Israel en México no creían la muerte de Nir”, dice el ex funcionario.
ARMAS Y CAMPOS DE ENTRENAMIENTO
Pese a que en la clínica de Agostitlán no hay reportes médicos sobre Nir, Suárez Terán asegura que el servicio médico forense de Morelia hizo la autopsia al cuerpo de Nir. Sin embargo, la procuraduría de justicia estatal debió abandonar el caso, ya que lo atrajo de inmediato la Procuraduría General de la República y la Secretaría de Gobernación.
El accidente nunca se investigó a nivel estatal, aunque Suárez Terán recuerda que “entre los rumores se decía que el israelíe era un intermediario de la venta de armas y que tenía un cargamento en Lázaro Cárdenas”. Otros rumores comunes en Uruapan refieren que “los judíos de NUCAL tenían campos de entrenamiento militar para extranjeros en la sierra michoacana”.
Tras el accidente, pocos en la zona creen que sólo se dedicaban al aguacate.
Isauro Gutiérrez, Jefe de prensa de aquella Procuraduría de Michoacán, explica que no recuerda que ningún periodista extranjero haya pedido informes a las autoridades estatales sobre el accidente. También considera que ningún periodista o fotógrafo de prensa acudió hasta el lugar donde ocurrió el evento. “Aparte de que la avioneta cayó en un lugar retirado e inaccesible, la situación sucedió un día antes de la toma de protesta del nuevo presidente Carlos Salinas de Gortari, por lo que la prensa no le hizo mucho caso a lo que sucedió, aunque unas semanas después salieron unas notas, creo, en el New York Times y hubo gente de la Embajada de Israel en Michoacán”.

“FUE UN DESAFORTUNADO ACCIDENTE”
En la comandancia del aeropuerto de Uruapan, el inspector Juan Manuel Ortega, calcula que se enteraron del accidente alrededor de las 7 pm tras recibir una llamada de la base aérea de Morelia. Le reportaron un avión blanco con franjas azules y cuatro personas muertas, pero el avión de AeroCuahonte era blanco con franjas naranja, y en realidad sólo había fallecido uno de los pasajeros.
Martha Amezcua, madre del piloto Guillermo Cuahonte, llamó preocupada al Inspector Ortega preguntando por su hijo, pero éste no quiso decirle nada. Finalmente, Martha Amezcua y su esposo Enrique Cuahonte se fueron en su auto a buscar más información de su hijo.
De acuerdo con Ortega, el accidente sucedió debido a una falla genérica. “En ese año se reportaban aviones de ese mismo tipo con una serie de piezas con defectos, un motor malo”.
Para Ortega, la gravedad del evento se debió a un desafortunado asunto de la naturaleza. “Fue un aterrizaje forzoso, pero el aerotaxi habría aterrizado bien si no hubiese habido un borde más alto en el campo de maíz donde intentaron aterrizar. El borde provocó que las personas a bordo se deslizaran hacia la parte frontal”.
El Inspector Ortega recuerda haber visto unas fotos del accidente, en el expediente de la Oficina Dictaminadora de Aeropartes, ubicada en la Ciudad de México. “En las fotos se ve que el avión no quedó destruido y se ve el impacto de los rostros. Guillermo Cuahonte quedó con los tobillos destruidos y le realizaron múltiples operaciones, no caminaba y duró dos años sin volar. Ahora vuela con publicidad su avión todos los días de 9 a 10 am. La compañía AeroCuahonte quebró por la construcción de la nueva carretera”.

“NO FUE UN SABOTAJE”
El mecánico aéreo Raúl Urbina sí acudió al lugar del accidente un día después para remolcar la avioneta hasta Uruapan y tomó sus propias fotos. Urbina, quien luego laboró como Inspector del Aeropuerto de Morelia, iba acompañado por Juan Lucio Torres, Rafael Caidier y Luis Bárcenas. Urbina dice que cuando llegaron se toparon con el ranchero Miguel Padilla, quien sólo les dijo que los sobrevivientes y los cuerpos se los habían llevado ya para Morelia. “En el impacto, el pasajero que iba detrás del copiloto (Amiram Nir) se incrustó totalmente en el asiento del copiloto (Pedro Espinoza Hurtado) y por el peso el copiloto se estampó en el tablero y murió. Yo me imagino que como la señorita pesaba menos no empujó tanto al piloto y por eso vivieron ambos. Pero quedaron desfigurados del rostro”, rememora Urbina.
De acuerdo con el mecánico Urbina, el accidente habría ocurrido porque el motor se había desvielado en el aire. “Esto sucede muchas veces es sólo por fatiga de material, que es cuando el material ya no tiene suficiente resistencia. Por lo que noté, no fue una caída abrupta. Estuvieron buscando donde aterrizar. Nosotros lo que vimos fue una parte plana con surcos. El detalle fue que había unos árboles o ramas de árboles que pegaron en la parte de atrás del avión y lo empujaron hacia una zanja y entonces llegó el avión de lleno contra la zanja. El piloto no sacó el tren de aterrizaje. Era mucho mejor dejar el avión sin el tren que sacarlo porque si no el avión podía capotear y es más peligroso. Por emergencia, el piloto estaba haciendo lo adecuado”.
Ante las especulaciones de un posible sabotaje, Urbina dice: “La versión de que haya sido un atentado no la comparto. Porque vimos el motor y sí, se había desvielado. Yo recuerdo que era un campo plano, nomás surcado yo pienso que hubiera entrado perfectamente, pero el problema fue la falta de velocidad y las ramas con las que pegó. El avión venía jalado y entonces a la hora en que pega en las ramas se clava hacia delante, entonces aunque el piloto lo jalara más ya no se podía hacer nada, el avión ya iba sin velocidad, desestabilizado. Por eso topó de lleno de frente”.
(CONTINUARÁ…)