Es junio de 2011. En México las dos organizaciones criminales más grandes, la del Golfo y la del Pacífico, atraviesan un proceso de fragmentación derivado de la captura o abatimiento de algunos de sus líderes o por traiciones internas. Las plazas son disputadas y Jalisco no es la excepción.
En los límites con Zacatecas, entre las montañas de San Cristóbal de la Barranca, un intenso enfrentamiento armado presagia la intención que, de acuerdo con medios de comunicación locales, tenían Los Zetas por adentrarse en un territorio que entonces controlaba el Cártel del Milenio.
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El ruido de la detonación de fusiles de alto calibre se mantuvo durante horas hasta que finalmente las autoridades estatales informaron el saldo de aquel enfrentamiento: seis muertos y diez detenidos. En aquellos años, no era común que las mujeres tuvieran un papel protagónico o relevante dentro de estructuras criminales, sin embargo, aquel episodio reveló como Los Zetas se encargaron de cambiar esa premisa.
Reportes periodísticos de la época refieren que de los detenidos al menos cinco eran mujeres cuyas edades oscilaban entre los 16 y los 21 años. Aquel detalle motivó titulares en la prensa que las definían como 'niñas sicarias' sin imaginar que, en realidad, su participación en dicho combate no se trataba de un hecho aislado sino de la expresión de un mecanismo de reclutamiento que Los Zetas implementaron en su intención de expandir su imperio criminal.
Las cachorras de Los Zetas
El origen de Los Zetas está totalmente vinculado al Cártel del Golfo. En los noventa, Osiel Cárdenas Guillén vio en el reclutamiento de un grupo de soldados de élite del Ejército Mexicano la oportunidad de conformar su propio brazo armado a través del cual no sólo buscó mantenerse a salvo sino también expandir sus operaciones a estados fuera de Tamaulipas.
Aquella dupla se apoderó del este del país hasta que su asociación fue insostenible. Un informe del Gobierno de México realizado por el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia A.C ubica tres situaciones clave que motivaron la ruptura entre Los Zetas y el Cártel del Golfo.
La primera fue la extradición a Estados Unidos de Osiel Cárdenas Guillén y su eventual cooperación con autoridades estadounidenses. La segunda, el asesinato de un jefe de plaza de Los Zetas en Reynosa presuntamente ordenado por un líder del Cártel del Golfo y, finalmente, la independencia financiera y operativa que habían alcanzado en territorios fuera de Tamaulipas.
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De ser aliados, el Cártel del Golfo y Los Zetas pasaron a convertirse en enemigos. Fue entonces cuando el recién conformado cártel por derecho propio, el de la última letra, comenzó a reclutar personal para sus filas, olvidando no sólo su antecedentes milicos sino también su género y su edad.
Fue precisamente en ese contexto donde aparecieron Las Cachorras, un grupo de mujeres que lejos de un rol administrativo o financiero, formaron parte del aparato sicarial con el que Los Zetas buscaron expandir su dominio violento y criminal.
Información documentada por el periodista J. Jesús Lemus narra que el grupo de sicarias operaban principalmente en estados como Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Guanajuato, donde el objetivo de su reclutamiento era el de combatir a grupos rivales a la organización criminal.
Fieles a la brutalidad de Los Zetas, una de sus dinámicas consistía en ascender peldaños en el organigrama criminal a través de los asesinatos. De acuerdo con el relato del citado comunicador, aquellas "cachorras" que lograban cinco homicidios pasaban a formar parte de Las Panteras, el cual era considerado como un grupo élite dentro de Los Zetas.
Entre los liderazgos de Las Cachorras resonaban nombres como Leticia Jiménez, alias La Muñe; Verónica Nájera, La Güera; Mireya Moreno, La Flaca; o Ana Karen Cuevas quien también era pareja sentimental de Hernán Ramos, un jefe de plaza de Los Zetas en Hidalgo.
Verónica Nájera y Ana Karen fueron arrestadas en mayo de 2012 por personal de la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo (SSPH) la cual identificó a Hernán Ramos como un ex militar responsable de al menos tres secuestros y homicidios.
Las integrantes de Las Cachorras que llegaron a ser detenidas enfrentaron procesos penales por delitos relacionados a la delincuencia organizada, lo que a algunas les valió un espacio dentro del en el Centro Federal de Readaptación Social No. 16 "CPS Femenil Morelos".
Las sicarias del crimen organizado en México
Aunque la historia del aparato sicarial femenil de Los Zetas fue novedosa en 2010, actualmente el reclutamiento de mujeres por parte del crimen organizado es una realidad constante.
Desde operadoras financieras o logísticas y hasta lideresas regionales y sicarias, en algunas organizaciones delictivas como es el caso del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) la presencia femenina se ha documentado en la cúpula de su organigrama criminal pero también en sus peldaños más bajos.
Por ejemplo, a inicios de noviembre en redes sociales circuló un video en el que se apreciaban civiles portando equipo táctico que llevaban impresas o bordadas las siglas CJNG. La descripción ubicaba a dicho grupo armado como parte de las Fuerzas Especiales Mencho (FEM) que combate a los Caballeros Templarios en Michoacán.
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Más allá de lo llamativo del video, trascendió la aparición de una niña que, al igual que el resto del grupo, portaba equipo táctico y uniforme, asumiéndose como integrante de dicho brazo armado del cártel de las cuatro letras.
En esos mismos días, en redes sociales circuló la noticia del abatimiento de Karina “N” alias La Chucky quien, de acuerdo con información del periodista Luis Chaparro, fungía como sicaria y ‘narcoinfluencer’ del Cártel del Golfo. Su participación en grupos criminales del este de México se había documentado desde 2019 hasta que su fatídico destino la alcanzó tras una persecución y enfrentamiento en Reynosa, Tamaulipas.
Aunque el reclutamiento femenino por parte de organizaciones delictivas tiene múltiples motivaciones, una de las que compete al rol del sicariato es la necesidad que los cárteles tienen por reponer las bajas de elementos en sus filas ya sea por arrestos o por abatimientos.
"El objetivo de los grupos criminales de monopolizar mercados ilícitos puede conducir a esfuerzos de reclutamiento de mujeres a sus filas con el fin de compensar pérdidas de vida -masculinas en su mayoría- derivadas de conflictos con el Estados o con otros grupos. Así, debido a la captura o muerte de miembros de estos grupos, se ha abierto la oportunidad para que mujeres ocupen roles que antes estaban reservados exclusivamente para hombres", reza un análisis de Valentina Carbonell publicado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
En ese sentido, la diversificación de las actividades del crimen organizado ha abierto espacios para que las mujeres se involucren en distintas posiciones, incluyendo en cuerpos de ejecución.
Las Cachorras no sólo se convirtieron en un ejemplo más de la brutalidad con la que Los Zetas operaron sino que también figuraron como un claro ejemplo de que en el crimen organizado, el reclutamiento ya no distingue género ni edad de las personas.
ATJ
