Policía
  • ‘Feminicidio mítico’: las muertes de mujeres que el consumo masivo volvió espectáculo

  • Los feminicidios se explotan en pantallas, redes sociales y titulares. Lydiette Carrión busca entender cómo el dolor ajeno se transformó en mercancía y la tragedia, en costumbre.
Lydiette Carrión reflexiona en 'Feminicidio Mítico' el tratamiento mediático que reciben los asesinatos de mujeres en México | Milenio

DOMINGA.– Primero ocurre un feminicidio. Los medios informan el crimen y luego, si tiene eco, se publican notas que rayan en lo absurdo: que si fue un asunto pasional, que si la víctima podría estar viva, que si el papá y la mamá tienen la responsabilidad. El caso se vuelve un espectáculo mediático y, más tarde, inspira una campaña publicitaria, una serie, un documental, un pódcast, una canción.

La muerte de una mujer se vuelve producto de consumo y la sociedad entera lo compra. La historia se repite una y otra vez, y todos formamos parte de la cadena, sucede en México y en el mundo. Está en la cultura, le llaman true crime, y pocas veces se cuestiona que estas muertes violentas se están vendiendo como mercancía dirigida, casi siempre, a otras mujeres.

Basta un ejemplo: la creación de una piñata basada en la última fotografía de Debanhi Escobar en 2022 –un caso que cimbró a Nuevo León– detonó un sinfín de menciones en redes sociales que transformaron su muerte en motivo de ocio y espectáculo. A la fecha se han realizado dos docuseries que exploran los ángulos del caso, la búsqueda de justicia y la lucha de una familia por respuestas.

La joven desapareció un 9 de abril del 2022, tras diversas investigaciones localizaron su cuerpo dentro de una cisterna el 21 de abril.
Última fotografía de Debanhi Escobar | Especial


La periodista y escritora Lydiette Carrión, especialista en violencia de género, se percató de este fenómeno durante su largo camino cubriendo y documentando casos de feminicidios. Esto le permitió identificar patrones en la cobertura mediática, vacíos de información y de sensibilidad frente a las víctimas. Cómo se normaliza y se crean narrativas que perpetúan la misoginia y revictimización de las víctimas.

En 2018 publicó La fosa del agua (2018, Debate), un extenso reportaje de investigación sobre las desapariciones de adolescentes en el Estado de México, específicamente en Tecámac y Ecatepec –entre 2011 y 2012– durante la gubernatura de Enrique Peña Nieto en el Estado de México. Este 2025, regresa de la mano de la misma editorial con Feminicidio mítico y un atinado subtítulo que reza: del crimen al producto cultural: imágenes, narrativas, moda y consumo de la violencia.

El libro fue escrito por Lydiette Carrión
Lydiette Carrión, escritora y periodista, se adentra en el tratamiento que se le da desde los medios a los asesinatos de mujeres | Cortesía


Carrión presenta cuatro ensayos que, juntos, muestran que todos los días consumimos asesinatos de mujeres, muchas veces de forma estilizada a través de una imagen publicitaria, una canción o una serie documental que habla de un feminicida múltiple. Y lo que hace Feminicidio mítico es explorar los motivos detrás de su representación en la publicidad de moda femenina de alta gama.

“Es en el siglo XX cuando se da más exposición mediática a los asesinos seriales y a la violencia sexual explícita”, escribe Carrión. El libro combina investigación documental, reflexión social y crítica mediática para explicar que mujeres y hombres estamos tan acostumbrados a la representación de los feminicidios de formas tan diversas que a veces se nos olvida que lo que estamos viendo no es un producto: es la vida de una persona.

De ‘Goyo’ Cárdenas a Ed Gein: los feminicidios vueltos entretenimiento

La película aborda feminicidios
El Demonio Neón estrenó en 2016 | Milenio


El inició de El demonio neón, película dirigida por Nicolas Winding Refn y protagonizada por Elle Fanning en 2016, presenta a una modelo que posa tendida en un diván con un vestido azul brillante, con el cuello cortado y la sangre escurriendo en el piso: un mujer asesinada pero de forma estilizada. “Se ve bonito”, dirían algunos. Para Lydiette Carrión es un ejemplo de cómo la violencia se presenta “bella” como objetos estéticos

Este fenómeno no se limita a la ficción: se replica en el periodismo y en la cultura digital. El caso de Valeria Márquez en México, la joven influencer asesinada a balazos en mayo de 2025 durante una transmisión en vivo en TikTok, muestra también la violencia contra mujeres transformada en consumo.​ Hoy la muerte de una mujer puede viralizarse y monetizarse: tras su asesinato, se compartieron videos e imágenes, generando narrativas que incluso responsabilizan a terceros sin evidencia y que deshumanizan a la víctima.


Es inevitable abordar que la representación cultural de los feminicidios también refuerza mitos sobre los agresores. Estos asesinos aparecen como seres casi sobrenaturales o casos excepcionales de psicopatía, como sucedió con Gregorio ‘Goyo’ Cárdenas, el estrangulador de Tacuba de los años cuarenta en la Ciudad de México, o Ed Gein, asesino en serie y profanador de tumbas de los cincuenta en Wisconsin, borrando la evidencia de la violencia cotidiana y doméstica hacia las mujeres.

De hecho, la categoría de “asesino serial” –popularizado por el agente del FBI Robert Ressler–, se utiliza con frecuencia en los medios. La figura del “monstruo” invisibiliza otros tipos de violencia y condiciona la percepción social y judicial.

Goyo Cárdenas
El Goyo Cárdenas, conocido bajo el mote de 'El estrangulador de Tacuba' | Especial
“En el caso de Gregorio Cárdenas, por ejemplo, la conceptualización fue una construcción periodística para vender. La narrativa explotó teorías, como el complejo de Edipo o la represión homosexual, que no correspondían con la realidad. Son mitos poderosos que persisten entre policías, periodistas y expertos, y eso afecta la investigación y la procuración de justicia”, advierte Carrión.

La escritora recuerda las veces que ha entrevistado a agresores: ellos justifican o minimizan las víctimas diciendo que “no era una niña” en casos de chicas de 13 años. “Eso es una estrategia para negar la responsabilidad del agresor. Además, cuando las víctimas son jóvenes, los discursos las sexualizan y culpabilizan, lo que facilita la impunidad y el linchamiento mediático”.

Una campaña de publicidad basada en los feminicidios de Ciudad Juárez

Feminicidios en Ciudad Juárez, Chihuahua
La violencia feminicida ha sido una de las heridas más profundas en Ciudad Juárez durante décadas | Cuartoscuro


Lydiette Carrión comenzó a documentar casos de feminicidio sin sospechar que sería el inicio de la especialización de su profesión periodística. Su interés por el tema de la violencia de género no surgió de manera consciente. Se puede decir que el tema la eligió a ella. En algún momento quiso cubrir movimientos sociales y armados, pero el tiempo, el trabajo, la vida, hicieron que se interesara por los derechos humanos.

“Poco a poco me especialicé y hoy reconozco que no es una elección deliberada, sino el resultado de años de exposición a estos casos y de entender que había una responsabilidad ética y social en la manera de contarlos”, dice Carrión vía Zoom desde Houston, donde cursa el doctorado en Escritura Creativa en la Universidad de Houston.

Al inicio de su cobertura, la información disponible era limitada y fragmentaria. El primer feminicidio que cubrió sucedió en 2004 y lo documentó en 2006. A partir de 2011 comenzó a colaborar en El Gráfico de El Universal con una columna que le permitió sistematizar observaciones sobre cómo los medios abordaban los crímenes, qué elementos destacaban y cómo estos eran seleccionados a veces inconscientemente para captar la atención del público.

A veces, el gancho para atrapar al lector implicaba o implica aún contar un feminicidio detallado del sufrimiento al que fue sometida la víctima.

Coautora de los libros 72 Migrantes (2014, Almadía), Entre las cenizas: Historia de vida en tiempos de muerte (Sur+, 2014), Tú y yo coincidimos en la noche terrible (UdeG, 2012), fue reconocida con el Premio Género y Justicia de la Suprema Corte por su cobertura a un caso de feminicidio infantil: el de Esmeralda, de seis años, en el Estado de México, asesinada por su vecino de 17. Un caso de 2011 que conmocionó a los vecinos de esa zona cercana al oriente de la Ciudad de México.

Luego, dedicó seis años a La fosa de agua. Semana tras semana cubría feminicidios y desapariciones de adolescentes, muchas veces documentó restos de cuerpos hallados en el Río de Los Remedios, casos específicos vinculados al crimen organizado que hoy continúan impunes.

Periodista y escritora especializada en temas de violencia de género
Poco a poco, el trabajo periodístico de Lydiette Carrión la llevó a especializarse en temas de violencia de género | Cortesía


Después surgió Feminicidio mítico. Y una de las inquietudes que motivó su investigación fue la manera en que ciertas campañas de moda reproducen imágenes de mujeres asesinadas, muchas veces de manera estética y superficial. Una de ellas fue la campaña para el diseñador de zapatos Roland Pierre, entre 1982 y 1983, fotografiada por el francés Guy Bourdin. Dirigida al público femenino, presenta a dos mujeres de quienes apenas vemos sus piernas estilizadas y zapatos de tacón en dunas de playa al amanecer. Sus cuerpos y caras están cubiertos por periódico, y a su lado, en una cabina telefónica, aparece una mujer, con cara aterrada, como pidiendo ayuda.

Otra campaña de moda, del fotógrafo indio Raj Shetye, “se inspiró” en la violación tumultuaria y muerte de una estudiante de medicina de 23 años, crimen ocurrido en Delhi, India, que desató protestas en todo el país y se conoció en todo el mundo. A Shetye le pareció buena idea “retomar” los hechos dos años después.

Una más: los anuncios publicitarios para la fragancia Dahlia Noir de Givenchy, en 2012. El nombre del producto y su publicidad hicieron referencias al feminicidio de Elizabeth Short, de 22 años, aspirante a actriz hallada muerta, mutilada, en enero de 1947, en Los Ángeles. Apodada por la prensa La Dalia Negra, es un caso abierto y por años generó decenas de titulares sensacionalistas del tipo: “Monstruo tortura, mara a chica. Deja el cuerpo en un baldío”, cortesía de The Examiner.

Su feminicidio ocurrió en Los Ángeles, California
El feminicidio de Elizabeth Short desató múltiples interpretaciones y teorías | Especial


El caso inspiró además la trama de películas, como la de Brian De Palma, The Black Dahlia, en 2006, pero también canciones y videojuegos. Hasta una banda de death metal se llama The Black Dahlia Murder.

“Me generó indignación. La pregunta era: ¿qué nos dice esto sobre la sociedad, la cultura y los medios? Tenía que ir más allá de la condena ética y tratar de explicar el fenómeno”, señala Carrión.

Recuerda, todavía aterrada, la colección de moda de alta gama otoño-invierno 2010 lanzada por la firma Rodarte de forma conjunta con una línea cosmética de la firma Mac. Llamada Juarez (sin acento), en la presentación, en una exclusiva pasarela de Nueva York, las modelos fueron maquilladas y vestidas como si estuvieran muertas o fueran fantasmas o calaveras andantes. Fue un éxito.

En el libro, Carrión cuenta que el escándalo estalló cuando las imágenes llegaron a las oficinas de reporteras y bloggers especializadas en moda y maquillaje. El asunto arribó a México y las activistas de Ciudad Juárez exigieron que se detuviera una nueva explotación de la memoria de sus hijas. De todo esto, en su momento la periodista escribió un ensayo en el que ya veía la estetización de la violencia.


Feminicidio mítico
también aborda la curiosidad que muchas mujeres sienten hacia las historias de asesinos de mujeres. Carrión explica que, más allá del morbo, existe una necesidad de experimentar vicariamente situaciones de riesgo para poder prevenirlas en la vida real: “Si la mayoría de las mujeres hemos sufrido acoso callejero, siempre hay un peligro latente”. Consumir estas historias permitiría aprender, crear conciencia y generar solidaridad entre quienes han vivido experiencias similares.

Lydiette destaca que el caso de Goyo Cárdenas mostró cómo los testimonios de mujeres sobrevivientes eran sistemáticamente invisibilizados. Medios y expertos sólo se enfocaron en la versión del asesino. Las trabajadoras sexuales y otras mujeres en situación de vulnerabilidad fueron ignoradas por las autoridades. “Esto refleja cegueras históricas que han condicionado la manera en que se interpreta la violencia de género”, dice Carrión.

Gregorio mató a cuatro mujeres. Estuvo preso en el Palacio de Lecumberri durante 20 años. Después el expresidente Luis Echeverría lo indultó por una presunta rehabilitación social. Una vez en libertad, Cárdenas estudió Derecho. Nadie se acordó de que era un asesino.

De la Coyolxauhqui a la Sherezada

Coyolxauhqui hija desmembrada de Coatlicue, representación en el Zócalo
Coyolxauhqui hija desmembrada de Coatlicue. Foto: Adriana Páez Coyotl


Carrión analiza el feminicidio de Debanhi Escobar, en Nuevo León, un caso reciente que evidenció cómo incluso medios de gran alcance pueden reproducir revictimización y sensacionalismo. “Los medios expusieron detalles íntimos y cuestionaron la vida familiar de la víctima. Esto demuestra que, aunque ha habido avances en cobertura ética y sensibilidad, es fácil retroceder si no se mantiene la conciencia crítica”, dice la periodista.

El análisis histórico de Carrión también aborda la construcción social del patriarcado y cómo la posición de las mujeres frente a los hombres ha variado según contextos históricos y culturales. También presenta y analiza narrativas de Occidente y más allá, enfatizando causas, justificaciones y formas de representación.

Va del relato bíblico de la hija de Jefté, pasa por el mito de la Coyolxauhqui y llega a Sherezada, mostrando un punto de vista que pasa desapercibido: el de la mujer que contó diariamente una historia maravillosa para evitar su asesinato y el premio fue casarse con el hombre que pudo haber cortado su cabeza.


Feminicidio mítico
hace una reflexión sobre la manera en que los periodistas narran los feminicidios y los riesgos de convertir la tragedia en espectáculo:

“La competencia por la atención del público genera decisiones inconscientes que enfatizan ciertos elementos y transforman el dolor ajeno en entretenimiento. Incluso periodistas experimentados cometen errores similares y por eso elaboramos un manual de cobertura de feminicidios con ONU Mujeres, para guiar a colegas y reflexionar sobre los mitos y prácticas que operan de manera inconsciente”.

Otro punto clave de Feminicidio mítico es la diferencia en la manera en que hombres y mujeres consumen violencia en medios y entretenimiento. Mientras las mujeres se interesan por relatos de feminicidios y crímenes, los hombres suelen consumir historias de guerra y conflictos. “Estos patrones reflejan diferencias culturales, psicológicas y generacionales que moldean la percepción de la violencia y la comprensión del riesgo en cada género”, dice Carrión.

Sí se han logrado avances en la cobertura de feminicidios y en la visibilización de la violencia de género, pero casos como el de Debanhi muestran que es fácil retroceder. La información, el sensacionalismo y la falta de conciencia ética pueden revertir décadas de trabajo: “Este libro busca generar un debate informado, mostrar las historias detrás de los crímenes y analizar cómo la cultura y los medios construyen mitologías sobre la violencia contra las mujeres”.

Mujeres protestan por feminicidio de Debanhi Escobar en NL | Jorge López
Mujeres protestan por feminicidio de Debanhi Escobar en NL | Jorge López


Desde el cine de terror hasta telenovelas y series, las mujeres son representadas de manera recurrente como víctimas que deben sobrevivir al asesino, mientras los hombres –asesinos o no– rara vez son estilizados o mitificados. Por eso Carrión invita a una reflexión profunda sobre el papel de los medios y el entretenimiento, la curiosidad del público y la necesidad de reconocer la violencia de género desde una perspectiva ética, informada y humana.

Feminicidio mítico recuerda que visibilizar la violencia no es sólo narrar los hechos. También es cuestionar los patrones de poder, la representación mediática y las estructuras sociales que perpetúan la impunidad y la indiferencia hacia las mujeres.

GSC


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Guillermo Rivera
  • Guillermo Rivera
  • Guionista y periodista. Autor de investigaciones y crónicas que se han publicado en diversos medios, como 'Milenio' y Televisa. Reconocido dos veces con el Premio Nacional de Periodismo (2016 y 2023) y nominado al Premio Gabo.
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