Policía

Cinco maneras en que la inseguridad y la violencia se infiltran en lo cotidiano

La violencia no solo se vive en las calles: también se cuela en el lenguaje, los medios, los gastos familiares y hasta en el entretenimiento, moldeando rutinas, emociones y percepciones en la vida diaria

La inseguridad y la violencia ya no son problemas que solo ocurren en espacios aislados o en situaciones extremas; se han infiltrado en lo cotidiano, modificando nuestras decisiones, hábitos y percepciones.

Desde el temor al salir de casa hasta la decisión de instalar un equipo de seguridad, estos fenómenos afectan múltiples aspectos de nuestra vida diaria, impactando tanto en el bienestar personal como en la convivencia social.

En MILENIO te explicamos cinco maneras en que la inseguridad y la violencia se infiltran en lo cotidiano.

Amplificación del miedo en redes sociales


En la era digital, las redes sociales se han convertido en un espacio donde la sensación de inseguridad y miedo se construye y amplifica constantemente. Esto sucede principalmente a través de la difusión masiva de hechos delictivos y el uso reiterado de términos asociados al narcotráfico, como “ejecutado”, “encobijado” o “levantón”. 

Estas palabras, que originalmente pertenecían a contextos específicos, han sido incorporadas y normalizadas en el vocabulario cotidiano de usuarios y medios de comunicación, contribuyendo a una percepción distorsionada de la realidad.

Las plataformas digitales, motivadas por algoritmos que priorizan el contenido que genera mayor reacción, encuentran en el miedo una emoción altamente rentable. Por esta razón, se viraliza con facilidad el contenido violento, muchas veces sin contexto ni verificación.

Logos de redes sociales | Especial
Logos de redes sociales | Especial

La seguridad privada en México: un privilegio para pocos

En México, la violencia creciente ha transformado la seguridad en un bien exclusivo, accesible principalmente para quienes cuentan con recursos económicos suficientes, dejando a la mayoría sin acceso a este derecho fundamental.

Desde los años setenta, y con un fuerte impulso tras la crisis económica de 1994, la inseguridad y la desconfianza en las autoridades públicas han propiciado un notable crecimiento de la industria de seguridad privada.

El rol silencioso de las armas de fuego

En 2023, el 69.3% de los homicidios en México fueron cometidos con armas de fuego, lo que refleja el papel central que estas armas tienen en la violencia del país. 

A pesar de la estricta regulación, con solo dos mil 535 licencias de portación vigentes en 2023, existe una vasta economía ilegal de armas. Se estima que en 2018 circulaban alrededor de 16.8 millones de armas ilegales.

Para muchos civiles en zonas violentas, poseer un arma es una necesidad percibida para protegerse. 

El Ejército mexicano decomisó 11 armas de fuego, incluidas seis rifles de asalto y cinco pistolas, cuando intentaban ser ingresadas ilegalmente a Ciudad Juárez.
Armas de fuego | Especial

La violencia como espectáculo

Desde los noticieros hasta las ficciones más populares, como las narcoseries, el contenido violento es consumido masivamente, muchas veces con imágenes explícitas y titulares alarmistas que buscan captar la atención a toda costa. Este fenómeno normaliza la violencia y distorsiona la percepción real de la inseguridad.

Cuando el contenido se basa en hechos reales, el morbo e interés del público se disparan, lo que aumenta su monetización. Este ciclo alimenta una industria que convierte la tragedia en un producto rentable, pero también en un moldeador de estereotipos sobre seguridad, justicia y criminalidad.

Los altos costos de la seguridad en México

La idea de vivir en un entorno protegido impulsa inversiones millonarias en control, tecnología de vigilancia y fuerzas policiales.

Para 2025, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) muestra una reducción en recursos asignados a la Defensa Nacional y a la Secretaría de Marina (Semar), aunque se mantiene una inversión considerable en las fuerzas federales encargadas de la seguridad pública.

Los ciudadanos también han tenido que asumir cada vez más costos individuales para protegerse. Cambiar cerraduras, instalar alarmas, contratar guardias o seguridad privada se ha convertido en una rutina dentro del presupuesto familiar, impulsada por el miedo constante a la violencia.

RMV.

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Rubi Martinez
  • Rubi Martinez
  • Comunicóloga egresada de la UNAM. Editora digital de Táctico Milenio, escribo sobre narcotráfico y seguridad.
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