A pesar de las turbulencias en los mercados, la economía estadunidense sigue aguantando. Aunque los indicadores macroeconómicos y las encuestas sobre el sentimiento apuntan lenta, pero inexorablemente, hacia un futuro empeoramiento de la situación, en especial en el mercado de la vivienda, el mercado laboral de Estados Unidos aún muestra una resistencia excepcional. El aumento del empleo continúa sorprendiendo al alza, mientras que las solicitudes iniciales de subsidio de desempleo han disminuido más rápido de lo previsto.
Entretanto, la tasa de desempleo está cerca de sus mínimos históricos y la retribución de los trabajadores demuestra ser sólida. Si bien el aumento de los precios de la energía y otras alteraciones en la cadena de suministro han sometido a los hogares estadunidenses a una presión considerable, ésta pronto debe alcanzar su punto más alto. Un aspecto importante es que el enfriamiento del mercado inmobiliario sugiere que la inflación en el sector de la vivienda —alza del precio de los alquileres, que representa alrededor de un tercio del índice de precios al consumidor— será menor el año que viene. Además, a pesar del endurecimiento de las condiciones financieras provocado por las políticas actuales de los bancos centrales, el ciclo económico sigue apoyándose en la ausencia de desequilibrios previos en el sector privado, como un apalancamiento excesivo y generalizado. De hecho, el crédito privado crece a un ritmo moderado.
En última instancia, la resiliencia de la economía de EU alentará a la Reserva Federal a seguir en su senda de ajuste, aunque el mercado no está descontando una recesión. La evolución de los mercados energéticos y del sector inmobiliario debe permitir que la inflación comience a normalizarse hacia fines de año, pero la Fed no se detendrá hasta estar convencida de que el alza de los precios está contenida. Cuanto más dure este proceso, mayor será el riesgo de incurrir en un error de política que dé lugar a una recesión.
Por desgracia, se desconoce cuándo los responsables del banco central podrán considerar su misión cumplida; no obstante, es improbable que logren alcanzar el objetivo oficial de 2 por ciento. El aumento estructural del riesgo político y el giro estratégico para reconfigurar las cadenas de suministro mundiales, aspectos agravados por el estallido de la invasión a Ucrania, pusieron fin a la era de la abundancia de oferta en Occidente. En el futuro, la inflación estructural será más bien superior a 3 por ciento que inferior a 2 por ciento.
En conclusión, a pesar del shock energético y del endurecimiento de las condiciones financieras, la economía de Estados Unidos resiste y la inflación debe empezar a normalizarse hacia finales de año, pero la Reserva Federal no se detendrá hasta tener pruebas convincentes de la caída de la inflación; sin embargo, no creemos que la Fed pueda devolver la inflación al paradigma que prevalecía antes de la invasión a Ucrania.
Por Yves Bonzon, CIO de Julius Baer