“Que gane el que sea, pero que no haiga chingadazos”. La frase fue dicha hace 30 años, por el representante del PRI en una mesa de casilla en San Andrés Cholula, en las elecciones federales de 1994. En esa casilla el partido representado por el autor de la frase ganó la elección presidencial. Por pocos votos. Perdió la de senadores y diputados.
Fue una elección pacífica. Actos de violencia la habían precedido: el levantamiento de campesinos en Chiapas y el asesinato de Colosio, candidato del PRI y muy probablemente el siguiente presidente da la república.
Hoy, en 2024, la violencia es muy distinta. No han tocado, afortunadamente, a los candidatos a la presidencia. Pero el asesinato de políticos en el ámbito municipal corre el riesgo de pasa de tragedias a estadística: que si van tantos en esta elección, qué tantos en 2021, más que en 2018, que antes no había estadísticas sobre esto.
Los datos son importantes. Pero no hay que olvidar lo dicho por un personaje de Clint Eastwood: “cuando matas a una persona, le quitas todo lo que tiene, y todo lo que iba a tener”. Hay que añadir: “cuando matas a una persona destruyes todo lo que es, y todo lo que podría llegar a ser”.
Lo más grave de este proceso electoral es la violencia que cobra vidas. Cada persona asesinada es una tragedia, un pérdida de muchas cosas. Una de las mayores virtudes de la democracia electoral es civilizar la lucha por el poder, que los cargos públicos no se den al costo de pérdidas humanas.
Afortunadamente estamos concluyendo la jornada del 2 de junio de 2024 con una gran participación ciudadana y con una notable civilidad de los participantes. Una buena razón para felicitarnos.
Hay que cuidar lo que sigue. Otras virtudes de la democracia electoral o constitucional. Que el poder no quede concentrado en unas pocas manos. Que los poderosos estén sometidos a balances y contrapesos que eviten el abuso y la arbitrariedad. Que la división de poderes no paralice, sino que dé lugar a bienes públicos, en particular para los más necesitados. Que los criminales no se apoderen de espacios públicos.