La presentación de resultados hecha anoche por el gobierno federal tras la nueva autopsia practicada al cuerpo de Debanhi, parece a simple vista cambiar el rumbo de la historia, pero nos vuelve a meter en una espiral de interrogantes.
Debanhi Susana fue asfixiada por alguien y su cuerpo abandonado en la cisterna del motel Nueva Castilla, donde lo localizaron, de acuerdo con lo que dijeron en el mensaje a medios de comunicación.
Lo dicho por el doctor Felipe Takajashi parece contundente: “Se tienen los elementos para establecer que murió de asfixia por sofocación; que el intervalo post mórtem permite calcular de tres a cinco días de muerte al momento del hallazgo del cuerpo, y por último que no hubo violencia sexual”.
A grandes rasgos, dicen los estudios del grupo interdisciplinario de expertos que la joven no perdió la vida la noche en que se reportó su desaparición.
El mensaje que encabezó Ricardo Mejía, subsecretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, se basa en la exhumación y posterior necropsia que se practicó al cuerpo de Debanhi para unificar el informe.
Pero, por más directos que parezcan estos elementos, la Fiscalía estatal solo los agrega a la carpeta de investigación y ahora forman parte de un cúmulo de trabajos. Estarán junto a las 311 entrevistas, las más de 120 intervenciones de campo, las 355 evidencias; junto también a los 55 informes y 74 dictámenes. Se unen a los 308 estudios periciales y las más
de 3 mil horas de videos.
Por eso, lo revelado anoche parece todo y a la vez nada; sobre todo si tomamos en cuenta los estudios pendientes, unos de Londres, otros de la Fiscalía de Tamaulipas; los de la UANL y hasta del Colegio de Ingenieros Civiles.
Llama la atención la frase pronunciada por el propio Gustavo Adolfo Guerrero: “No se pueden adelantar vísperas”.
Lo que sí parece claro es que lo dicho por la Fiscalía de Nuevo León el 22 de abril está lejos de coincidir con este estudio; “que la causa de muerte de la joven fue una contusión profunda de cráneo”, aunque no manejó en ningún momento ni que se tratara de un asesinato, ni de un accidente.
No cabe duda que hay caso para rato y tal vez con consecuencias más allá del cese del fiscal especializado en Personas Desaparecidas y del fiscal especializado en Antisecuestros por inconsistencias en las indagatorias.
Paradójicamente, no estamos cerca de conocer la verdad. Hoy es lo único que no deja lugar a dudas.
Víctor Martínez Lucio