Salvo Coahuila y Yucatán, hay muy pocos estados en el país que tienen condiciones aceptables de seguridad, sin embargo, las organizaciones criminales habían sido más activas en entidades fronterizas del norte de México y luego comenzaron a expandirse al centro y occidente del país, pero en los últimos años han crecido de forma preocupante en entidades del sur que habían tenido poca actividad criminal, como Chiapas, Tabasco, Oaxaca o Quintana Roo.
De hecho, hace algunas semanas el Presidente de México pasó el bochorno de ver a la capital de su estado Tabasco, vuelta un caos por la acción del crimen organizado que bloqueó carreteras, calles, quemó vehículos y organizó un motín en un centro de readaptación estatal y esta semana pasada un convoy del Cártel de Sinaloa desfiló por los pueblos de Bella Vista, Siltepec y Chamic en Chiapas.
Lo anterior muestra que cada vez es más evidente la presencia y operación del crimen organizado en entidades del sur, sobre todo del Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel de Sinaloa y Cártel del Noreste, que se disputan varias entidades, por ejemplo, Chiapas como frontera de Guatemala y el punto de ingreso de la droga que viene de América del Sur, Tabasco como punto en donde se realiza robo de hidrocarburos y Quintana Roo como punto de venta de droga al menudeo, en especial a turistas.
Esto representa un gran peligro para dicha zona del país, que concentra mucha pobreza, ya que como se ha probado en otras latitudes, la pobreza es un gran factor de riesgo para aceptar trabajar para el crimen organizado por falta de oportunidades legales, lo cual puede condenar a muchos jóvenes a caer en un mundo del cual después ya no puedan escapar.
Es decir, el gobierno debe trabajar en el sur para evitar que el crimen organizado que todavía no penetra tan profundo en la capa social no siga creciendo al grado de ya no poderlo erradicar en el futuro.
@victorsanval