Nos vendieron al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles como una solución al tráfico aéreo del país, como una opción más eficiente y económica que el AICM, al tiempo que desestimaron las críticas sobre su pertinencia, ubicación y operación por el ejército, sin embargo, todos esos malos augurios se están convirtiendo en realidad, el AIFA es un fracaso y así lo demuestra el tráfico aéreo y sobre todo sus finanzas.
En 2023 el gobierno federal le va a inyectar 2,653 millones de pesos, porque el aeropuerto solo podrá generar 28.1 millones, es decir, habrá 2,624.9 millones de pérdidas, lo cual quiere decir que el proyecto fue tan malo que apenas cubre el 1% de sus gastos de operación, por lo que si el aeropuerto fuera una empresa ya habría quebrado.
Lo que lleva a preguntarnos, ¿en serio valió la pena tanta inversión? ¿Es prudente seguir manteniendo abierto un aeropuerto que mientras más tiempo funcione, mayores pérdidas significará para el país?
Al respecto algunos podrán indicar que cuando el tráfico aéreo se incremente las pérdidas se reducirán, lo cual es cierto en el plano teórico, pero difícil que se haga realidad porque la meta de este año que era 1 millón de pasajeros lleva un avance menor al 30%.
La proyección era que el AIFA fuera rentable hasta el 2026, pero como no se han cumplido las metas es incierto cuando se logre el punto de equilibrio e incluso se corre el riesgo de que nunca se logre, porque de acuerdo con el Consejo Nacional Empresarial Turístico algunas aerolíneas que operan en el mismo están considerando cerrar rutas por falta de rentabilidad, en lugar de abrir más.
Quizá es tiempo de que el Gobierno Federal entienda que se equivocó, que empecinarse en la opción del AIFA no fue adecuada y dejar de gastar tanto dinero en sostener un proyecto inviable, porque más que un aeropuerto, el mismo se ha convertido en una trituradora gigante de dinero público.
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