Política

Marzo… y la Navidad llegó

El 2020 inició como todos, lleno de esperanza y entusiasmo con los propósitos que año tras año hacemos como un intento por mejorar aquellos aspectos de nuestra vida personal con los que no estamos cómodos; o con nuevos retos para hacer cambios sustanciales en nuestra manera de vivir. 

El asunto es que un nuevo año siempre es motivo de esperanza e ilusión. 

Sin embargo, este año sería diferente para los habitantes del siglo XXI, pues aunque en un principio pareció lejana la crisis de salud que se vivía en China en el mes de enero, en menos de 90 días se esparciría en el resto del mundo. 

Ante esto, la humanidad ha tenido que encontrar nuevas formas de vivir, consumir, trabajar o estudiar. 

En un abrir y cerrar de ojos el 2020 ha transcurrido y ha llegado la Navidad; hay que celebrarla en una nueva normalidad.

Los primeros efectos de la pandemia se reflejaron en el home office y la manera de recibir e impartir los servicios educativos. 

Obligó a celebrar de manera distinta el día dedicado a la madre, el día del niño y la niña o cada uno de nuestros cumpleaños. 

Las vacaciones de verano para muchas familias no significaron actividades diferentes a los días anteriores debido al #quédateencasa. 

Poco a poco nos hemos acostumbrado a estar resguardados; algunos tendremos la fortuna de contar con trabajos que nos permiten hacerlo, pero otros tantos deben salir a ocuparse de sus funciones como empresarios o trabajadores. 

Es un hecho que la vida ha cambiado tanto para el que tiene con qué vivirla como para el que tiene que buscar ese sustento. 

La enfermedad no ha respetado nivel socioeconómico o educativo, género, edad, lugar de residencia, preferencia sexual, ideología política o religiosa, y todo aquel pretexto que, como humanos, hemos encontrado para marcar diferencias sustanciales entre nosotros.

Esta Navidad debe ser especial, tenemos que hacerla especial. Hay motivos en las familias para agradecer por la vida, la salud, el trabajo o el estar reunidos. 

Ante la pérdida de seres queridos hay mucho qué reflexionar y recordar, y esto puede llenar los corazones de esperanza y fortaleza para seguir luchando, e incluso provocar unas carcajadas con la remembranza de anécdotas de los que ya no están sentados a la mesa con nosotros. 

Y valorar más a los que sí están, reconociendo lo frágil que es la existencia. 

Más que tiempos de intercambio de regalos, apreciemos lo poco que necesitamos para estar bien, ya que lo más valioso es gratis.

Hoy más que nunca hace falta escuchar detenidamente nuestro corazón, indagar cómo está, qué le aflige o necesita para tener paz. 

Para quienes somos cristianos, la Navidad simboliza el nacimiento del Salvador. 

Hagamos de nuestro corazón ese pesebre en el cual el Niño Dios quiere reposar; que esto nos ayude a vencer el miedo y nos dé la fuerza necesaria para enfrentar las adversidades actuales. 

Que el amor invada nuestros hogares y mitigue las aflicciones que padezcamos. Y que quienes estén pasando por un gran duelo sientan resignación y esperanza en que esto pasará.

Que vivamos una Navidad muy especial, conscientes de la fortuna de estar vivos y de la necesidad de cuidar del otro siempre, pero ahora más que nunca. ¡Salud y salud!

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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