El presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró este 2 de diciembre, junto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la Cumbre de Líderes de América Latina, el Caribe y la Unión Europea.
La cumbre fue el primer paso hacia el relanzamiento del diálogo al más alto nivel entre ambas regiones, el cual había estado interrumpido desde 2015, y contó también con la participación de los jefes de Estado de Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Surinam, que ocupan actualmente las presidencias de diferentes mecanismos regionales.
El objetivo principal del encuentro virtual, que llevó por título “Uniendo fuerzas para una recuperación post-COVID-19 sostenible”, fue el de intercambiar perspectivas sobre el desafío que ha representado la pandemia para todas nuestras sociedades y, en particular, para las personas que viven en la pobreza.
Asimismo, se generó una conversación sobre otros temas prioritarios como la inversión en infraestructura, la conectividad digital y el fortalecimiento de sistemas económicos sustentables.
Este intercambio era imperativo. La Unión Europea y América Latina compartimos valores, objetivos y una alianza estratégica que cobran especial relevancia en un mundo cada vez más segmentado y polarizado. La cooperación internacional que debería sobreponerse a intereses nacionalistas en momentos tan complejos para la humanidad debe recuperar su lugar prioritario.
El presidente de México, en su calidad de presidente pro tempore de la Celac, reiteró la urgencia de instrumentar las siguientes medidas, si en verdad pretendemos superar los retos que continúa imponiéndonos la crisis sanitaria: 1) Reconocer el fracaso del mecanismo Covax y cumplir con los compromisos que asumió la comunidad internacional para dotarlo de vacunas suficientes; 2) Garantizar la donación directa de vacunas por parte de los países que cuentan con una producción significativa; y 3) Promover ante la OMS que sea autorizado el uso de todas las vacunas que hayan comprobado ser eficaces, independientemente de su origen.
Una visión humanista, que atienda las necesidades de las personas más desamparadas, reviste especial trascendencia en este momento. El surgimiento de la variante ómicron del virus SARS-Cov-2 nos recordó de la manera más clara que si no avanzamos juntos, no avanza ninguno.
En esta lógica, el presidente López Obrador hizo un llamado a los líderes participantes para apoyar el Plan Mundial de Bienestar y Fraternidad, que presentó en noviembre pasado en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el que se establecería un fondo de contribuciones voluntarias que permitiría sacar a más de 750 millones de la pobreza extrema a nivel mundial.
El vínculo entre la falta de acceso a las vacunas y la pobreza no es fortuito: México tiene la certeza de que, solo combatiendo ambos flagelos como uno solo, podremos salir adelante.
Una alianza entre la Unión Europea y América Latina para lograr estos objetivos no es solo esencial, sino natural.
Ambas regiones hemos defendido las mismas causas en foros como el G20 y fortalecido nuestros mecanismos de cooperación con esta perspectiva en común. A la fecha, por ejemplo, la UE ha exportado 130 millones de vacunas a 28 países de nuestra región. Además, trabajamos juntos en esquemas de cooperación triangulares que brindan apoyo a nuestras poblaciones más marginadas y vulnerables.
Queda mucho por hacer para robustecer nuestra acción colectiva y esto solo será posible si nos comunicamos de manera más eficiente y frecuente. Hoy se hizo un esfuerzo en esta dirección.
México continuará trabajando de manera entusiasta y propositiva en esta vía. Nuestras dos regiones y el resto del mundo tienen mucho que ganar si trabajamos juntos.
Carmen Moreno Toscano
Subsecretaria de Relaciones Exteriores
@CMorenoToscano1