Un día antes del intento de asesinato de Donald Trump se lanzó el muy anticipado álbum de Eminem llamado The Death of Slim Shady. Uno pensaría que una cosa no tiene nada que ver con la otra, pero como termómetro cultural el trabajo de Marshal Mathers es como una extraña fotografía del momento exacto que estamos viviendo históricamente.
Confieso que soy fan de Eminem, lo cual siempre le ha causado mucha gracia a mis amigos, pero el hecho es que su pluma es brillante, su ejecución logra grandes narrativas, y su oscuro y cruel sentido del humor explica mucho de lo que ya no se dice en esta sociedad.
El mal tino tal vez es el hecho de haber lanzado un álbum cuyo segundo track, “Habit”, inicia con el rapero amenazando con ponerle una bala en la cabeza a alguien. ¿A su alter ego, quizás? Tomado sin el contexto de la narrativa de la producción suena como algo que va más allá de lo que se puede soportar en el clima político de EU en este momento.
Llevo varios días descifrando muchas de sus letras, leyendo las respuestas de la gente que menciona en sus versos y tratando de entender si el personaje está muerto o lo está dejando en otro momento de su historia. Pero a Eminem nunca le ha afectado estar del lado “equivocado” de lo políticamente correcto. O de lo “correcto” punto.
En esta coyuntura, un álbum que reta a sus contrincantes a tratar de cancelarlo por todas las cosas “cancelables” que dice, suena demasiado parecido al personaje que seguramente ganará la presidencia de EU. Slim Shady y su muerte tuvo el mal tino de ser provocativo cuando es lo último que quieren oir otros. Lo cierto es que esta producción va más allá.