No es la primera vez que nos enfrentamos al concepto de una mujer que se dedica a reclutar a las víctimas sexuales de su pareja, pero no cabe duda de que el caso de Ghislaine Maxwell es uno de los más impactantes del mundo. Un caso que ayer llegó al final de lo que ha sido un tortuoso juicio para las también víctimas de Jeffrey Epstein, quien evadió su sentencia al ser encontrado ahorcado en su celda.
Las mujeres que son cómplices de los depredadores sexuales nos son, tristemente, una excepción en la mayoría de los casos de las redes organizadas de este tipo de abominable actividad. Maxwell en particular ha sido un caso de impacto por el hecho de que ella venía del privilegio y tenía un alto nivel social y cultural. Sin embargo, decidió usar sus días en proveer de jovencitas, niñas, en realidad, al millonario con nexos a muchas de las personas más poderosas del mundo, en vez de hacer algo bueno con lo que la vida le dio.
¿Cómo colocar en nuestra mente y corazón a alguien como ella? Por suerte, sus víctimas tuvieron oportunidad de hablar y ver cómo se hacía justicia. Ella ha sido condenada a 20 años de prisión y, como aseguró el juez, no está siendo castigada en sustitución de Epstein, sino por sus propios actos en el horror que este sostuvo por dos décadas.
Las mujeres que buscamos sororidad somos las que más nos horrorizamos con casos como este. Y sí, se celebra una justicia de manera tan pública porque estas son precisamente las personas que pensaban que la impunidad siempre estaría de su lado. Es hora de que eso cambie para siempre. En el mundo y en nuestros micromundos también.
@susana.moscatel