Paris Hilton anunció la llegada de su primer hijo para sorpresa de todos, pues jamás estuvo embarazada.
Hilton, que se casó en 2021 con Carter Reum, anunció la noticia en Instagram con una foto tomando la mano de su bebé, quien llegó por medio de un embarazo subrogado.
Así, la socialité se unió al grupo de mujeres famosas que han apostado, por distintos motivos, por el embarazo subrogado –o vientre de alquiler– para tener hijos, al igual que han hecho otras famosas como Priyanka Chopra, Khloé Kardashian o Sarah Jessica Parker.
Por maternidad subrogada se debe entender que existe una diferencia entre las madres subrogadas “tradicionales" –mujeres cuyos óvulos son inseminados artificialmente con esperma de un donante– y las "portadoras gestacionales", mujeres que cargan el óvulo fertilizado de otra persona.
Si bien la subrogración es legal en Estados Unidos igual que en otros países, ya sea altruista o comercial, esta circunstancia no elimina lo cuestionables que resultan los vientres de alquiler.
Y así, mientras todos aplauden y felicitan a la mujer que dio sus óvulos o a quien registrará al bebé como propio, la madre gestante es olvidada pues es vista solo como una incubadora.
Es una realidad que la maternidad subrogada gana popularidad día con día en diferentes países y esto se da por diferentes motivos. Se divide entre las mujeres que pueden pagar por un hijo y aquellas en las que el ser instrumentalizadas constituye en ocasiones la única manera de generar ingresos.
Pues más allá de las historias de finales felices descritas en los testimoniales de aquellas celebridades que narran sus experiencias a la prensa o en sus redes, se ignora el desgaste físico de las mujeres que ajustan sus ciclos hormonales y los propios del embarazo por encargo de una persona ajena a su cuerpo. He ahí la supuesta independencia de la madre gestante.
Se habla de un empoderamiento a través de la libertad de monetizar la gesta. No obstante, lo primero que tendríamos que definir es el concepto de empoderamiento y su deformación en tiempos actuales. De acuerdo con Rafia Zakaria, Nimmi Gowrinathan y Kate Cronin-Furmanen en su artículo Emissaries of Empowerment (2017), el concepto de empoderamiento fue introducido inicialmente en el discurso del desarrollo por feministas en el sur a nivel global y fue un proyecto profundamente político que incluía tareas tales como “transformar la subordinación de género” y eliminar “otras estructuras opresoras”, así como la “movilización política” colectiva.
No obstante, el concepto se popularizó y se diluyó con el paso de los años y se convirtió en un tema de índole económica que puede separarse de la política, en el cual con donativos que logren mejorar o aliviar la carencia de elementos tangibles se “empodera a la mujer”, sin cumplir con ninguna transformación de fondo y muchas veces incluso cosificando a la beneficiaria. Tal es el caso de la maternidad subrogada.
No queramos disfrazar la instrumentalización de mujeres por mujeres como sororidad. Estamos ante nuestro propio guion de “El cuento de la criada”, serie distópica en la que las mujeres son esclavizadas para concebir y dar a luz a los hijos de sus amas. La única variación es que las protagonistas son las celebridades del momento.
Millones de likes no cambian la realidad. Detrás de cada mujer celebrando su maternidad subrogada hay una mujer usada para ello. El patriarcado no es exclusivo de los hombres. Las mujeres poderosas también pueden (eso sí) gestarlo.
Por Sarai Aguilar Arriozola *
@saraiarriozola
*Doctora en Educación, máster en artes en difusión cultural.