La sufragista más célebre de Nueva Zelandia, Kate Sheppard, junto con sus compañeras de campaña, presentó al Parlamento de su país una petición que en su tiempo se consideró como “descabellada”. Con 32,000 firmas en su mano, exigía el sufragio para las mujeres. En 1893, esta acción llevó a Nueva Zelandia a convertirse en el primer país con un gobierno autónomo en conceder a las mujeres el derecho nacional al voto.
Nuestro país tardó más años, pero en 1955, las mujeres votaron por primera vez aquí. México había iniciado un cambio y muchos ni siquiera se dieron cuenta. Los cambios han sido graduales, de a poco a poco, un paso adelante y otro también. Desde el feminismo que comenzó a exigir los derechos para todas nosotras, hasta los y las diputadas que fueron incorporando esas demandas, muchos años debieron de pasar para que hoy estemos frente a uno de esos acontecimientos que nos parecían improbables: tener una mujer como presidenta del país.
Los cambios son de antes y también de hace seis años y los cambios son tan sustanciales que pocos los han entendido. Nuestro país es otro y ahora será gobernado por una mujer. La capital de Jalisco también será gobernada por una mujer.
Las mujeres que ahora gobernarán van a provocar más cambios. Por principio de cuentas, todos los que opinen sobre ellas deberán de hacerlo considerando el enfoque de género, algo a lo que no están acostumbrados y acostumbradas. De no hacerlo, la violencia de género contra la presidenta electa de México y la municipal de Guadalajara se recrudecerá. Otro tema importante será la integración de sus gabinetes, quién o quiénes estarán al frente de las secretarías de Estado o de las coordinaciones generales -como se llaman en Guadalajara-, es un tema que no debemos perder de vista.
Aunque en realidad todo es importante, esta escribiente quisiera conocer y escuchar ya los discursos de sus tomas de protesta, tanto la de la presidenta electa de México como la alcaldesa electa de Guadalajara. Sus palabras nos dirán mucho, pero serán sus acciones las que las recordarán; sus discursos las pondrán a la vista de la noticia y ellas mismas seguirán siendo noticia; sus letras articuladas nos recordarán por qué fueron elegidas; cada frase suya deberá ser colocada en su justa dimensión; cada palabra dicha traerá consecuencias y cambios.
Lo que las sufragistas hicieron hace años, las muertes de algunas de ellas, las ideas y argumentos de muchas más, los esfuerzos y trabajos de todas las mujeres que lucharon para que una mujer llegara a gobernar el país, hoy se ha logrado. Así que celebremos ese hecho, cada 8M, cada vez que votemos y cada vez que leamos los discursos e historias de quienes han hecho posible esto.