Miles de creyentes de la Iglesia La Luz del Mundo se reunirán hoy para participar de la ceremonia espiritual –de ahí lo místico– cuyo objetivo no sólo es recordar la última cena que Jesucristo tuvo con sus discípulos, sino volver a ser uno con su maestro y fundador, volver a ser uno con Cristo y con Dios. Cuando eso suceda hoy por la tarde, los creyentes recobrarán fuerzas, fortalecerán el ánimo, aumentarán la fe y fundirán su esperanza en Dios para seguir el camino trazado rumbo a la eternidad.
La Santa Cena, por segundo año consecutivo, tendrá como lugares de reunión los hogares de los creyentes quienes, en fe y en espíritu, se unirán a los que participarán del pan y del vino en los templos en los que las autoridades han permitido dichas reuniones, atendiendo a los protocolos sanitarios.
Aprovechando las redes sociales, la ceremonia de la Bienvenida fue, hace un par de días, un recorrido por los más de 60 países en donde tiene presencia la Iglesia. Los saludos vinieron de los misioneros e iglesias reunidas antier y, en un abrazo simbólico, volvieron a reunirse como otrora lo hacían en la ciudad de Guadalajara, Jalisco.
Algo similar sucederá hoy. La participación de la Santa Cena tendrá varias sedes simultáneas que, auxiliadas por la tecnología y las redes sociales, podrán ser visibilizadas por los más de cinco millones de creyentes que tiene la Iglesia en el mundo. La tarde hoy será especial para quienes han abrazado esta fe.
Los creyentes rogarán a Dios que, tras la oración de intercesión del apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín, sean nuevamente abarcados en la comunión con el Creador y en su hijo Jesucristo. Y al hacerlo, todo dolor, toda lágrima, todo padecimiento, toda dificultad, quedará atrás.
Este acontecimiento es el más importante para La Luz del Mundo. Es el que resume la razón de ser de su fe, el que también revela su mística y manifiesta su esencia.
Es el evento que funde en un momento su esperanza y hace de la historia una causa para el futuro. Y el que los creyentes esperan todo un año, y el que disfrutan toda una vida. Es el que, inexplicablemente, los periodistas que prejuzgan y tunden a La Luz del Mundo, ignoran.
Sara S. Pozos