El Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam, es un libro que hay que releer en estos años. Publicado en 1511, el Elogio tiene por personaje principal a la Estulticia, creada por la ironía de Erasmo para que, a través de ésta, hable por él. La Estulticia es soberbia y es burlona; se jacta de sí misma y se presume más que los mejores oradores de la época.
Algunos piensan que la Estulticia es locura y otros que es razón. Lo cierto es que es ambas cosas y ninguna de ellas. Como Erasmo está decepcionado de la iglesia de Roma, usa la razón y la ironía para burlarse de los religiosos de la época, plantea una crítica para la sociedad europea del siglo XVI y aborda el desarrollo de la razón en esos años. Así, la Estulticia elogia la ceguera y la demencia en los que, a través de la sátira y la ironía, examina las prácticas pseudo piadosas y corruptas de la iglesia.
La Estulticia es necedad, es irracionalidad, es ignorancia y Erasmo la coloca por encima de la razón. Pero la locura es como una diosa, educada por la ebriedad y la ignorancia. Esos maestros que educaron a la locura son efectivos y sus amigos fieles hoy siguen vigentes: el narcicismo, la adulación, el olvido, la pereza, el placer, la demencia, la irreflexión y otros.
Se cree que esta obra fue una de las más influyentes en la reforma protestante, porque Erasmo logra crear un espejismo seductor y contundente que le sirvió de excusa para describir la necedad del mundo y arremeter contra todo lo humano y todo lo divino. Evidentemente, no es un libro sencillo de leer. En su época hubo quienes lo encontraron divertido y no fueron capaces de entender la sátira utilizada por Erasmo. Como Rousseau, Erasmo también fue perseguido y censurado por la inquisición y por la Iglesia.
Pero su obra -y no sólo el Elogio- fue sentando las bases para ubicar al ser humano en el centro del mundo y dejar a un lado el tema del nexo divino, tan explotado por la Iglesia en la Edad Media.