Política

Del decidir ser bueno al ser diferente

Cuando El Emilio de Rousseau decide ser bueno, entonces entra al mundo de la moral y eso le permitirá vivir en felicidad y en sociedad. La sociedad que conoce Emilio es la aristocracia francesa y católica, altamente moralista y elitista, pero eso le resulta irrelevante porque, además que ha decidido ser bueno, tiene un respeto por sí mismo y eso lo hace ser diferente; sin embargo, todos en sociedad requieren de gozar de la buena opinión de los otros y si quiere sobrevivir a esa sociedad, tendrá que construir sobre bases sólidas su amor propio.

A diferencia del resto de la sociedad que vive de vanidades, de venderse y traicionarse a sí mismo, de vivir una vida superficial, Emilio se sabe diferente y su amor propio aumenta a través de la observación de los otros y de sí mismo. Y cuando Emilio se compara, se siente feliz de haber decidido ser bueno y de ser diferente.

La educación de Emilio le ha servido para conocerse a sí mismo y para aprender a tomar sus propias decisiones, pero ahora, inmerso y relacionado con la sociedad, comienza a escuchar expresiones, diálogos, pláticas, actuaciones… y comienza a conocer otras costumbres. Las conversaciones van sobre la manera correcta de vivir, sobre el cosmos, sobre quiénes son ellos y sobre quiénes son los otros; y en algún momento, alguien platica sobre quién es Dios.

Hasta ese momento, Emilio no había tenido qué preguntarse quién era Dios; no existía en su memoria ni en su educación. No lo había necesitado. Emilio cree que sus contemporáneos tienen necesidad de Dios debido a su educación inferior, de quien se expresan despectivamente y de manera agresiva, por lo que le cuesta trabajo entender quién ese dios y si realmente ese dios existe.

El tutor de Emilio sabe que todos esos diálogos llegarían a él -sino es que ya los hubiera escuchado- y le cuenta una historia para que Emilio, tras escucharla y analizarla, saque sus propias conclusiones, tome sus propias decisiones y alcance su felicidad total con base en la diferencia. Es la historia de un vicario saboyano.

No narraré mi interpretación de esa historia en esta entrega, pero recordarán ustedes que fue precisamente por esta historia que la Iglesia Católica persiguió y condenó a Rousseau y quemó la primera edición de El Emilio o De la Educación, en París, allá por 1762. En otra ocasión escribiré sobre ese vicario saboyano.


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Sara S. Pozos Bravo
  • Sara S. Pozos Bravo
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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