Benditos canadienses: Trump quiso picarles la cresta y respondieron masivamente a la injuriosa propuesta de que renunciaran a su soberanía para ser anexados como el quincuagésimo primer estado de la Unión Americana: una oleada de combativo patriotismo comenzó a recorrer las comarcas de un país en el que, miren ustedes, los sentimientos nacionalistas no suelen prácticamente brotar excepto, ahí sí, cuando los jugadores de hockey saltan a la cancha para defender los colores de la hoja de maple.
En lo que toca a las provocaciones del supremo bully y, más allá de su irrefrenable propensión a ofender, ¿hay realmente un propósito detrás de parecido agravio? ¿De verdad piensa Trump que Canadá debe ser parte de los Estados Unidos? ¿Se cree que luego de soltar tamaña majadería los canadienses se van a quedar cruzados de brazos sin responder? Y, sobre todo, ¿se enteró acaso el hombre de que unos ciudadanos beneficiarios de políticas sociales que garantizan universalmente el derecho a la salud y que facilitan grandemente el acceso a la educación superior lo primero que harán es no votar, a la vuelta de las siguientes elecciones, por los conservadores del Partido Republicano sino que elegirán alegremente a los socialdemócratas del bando opuesto?
Pues, justamente, nadie sabe para quién trabaja: la primera consecuencia de la ofensiva de Trump fue fortalecer a un Partido Liberal que, hasta hace muy poco, se encontraba totalmente fuera de combate en la arena electoral.
El resultado lo acabamos de ver este pasado lunes 28: Mark Carney, el candidato que le plantó cara de manera desafiante al mandatario estadunidense, derrotó a Pierre Poilievre, su adversario conservador en la carrera para ocupar el cargo de primer ministro.
Es una excelente noticia para el frente de las naciones progresistas, señoras y señores, porque manda la señal de que no está cundiendo el mal ejemplo de la derecha radical sino que en el mundo hay sectores enteros que resisten la epidemia del conservadurismo populista.
O sea, que habrá luz en el ominoso y sombrío panorama que parecía dibujarse en nuestro horizonte.
Esperemos, vistos los resultados, que Trump siga así. Quién lo hubiera dicho...