No hay rincón ni espacio ni esquina, en el territorio de este país, que se salve de ser explotado por los delincuentes —miserables, sanguinarios, despiadados, bárbaros y brutos— que asolan la noble tierra mexicana.
En algunas comarcas no puede una profesora retirada ejercer meramente de taxista porque unos canallas le exigen que apoquine parte de la paga que recibe de los clientes. Se resiste la mujer —es mi trabajo, mi esfuerzo, mi tiempo y no tengo por qué regalar nada de esto a gentuza como ustedes— y, ¿qué pasa? Pues que sicarios de esa turba se aparecen un día, la suben por la fuerza a un coche debidamente indetectable para las señoras autoridades y se la llevan a un lugar donde la torturan hasta la muerte.
Bueno, no pretendían matarla, según parece, sino que el terror, el abuso y el dolor la llevaron a que tuviera un fatal paro cardíaco. El condimento a este siniestro episodio lo aderezó la augusta gobernadora del estado libre y soberano de Veracruz, zacatecana de nombre Rocío Nahle que, respondiendo a quienes creían que le habían descerrajado un balazo a doña Irma Hernández, que así se llamaba la maestra, les soltó: “Les guste o no les guste, murió de un infarto”.
Así de envilecida está la clase gobernante, señoras y señores, por más que los devotos de la cofradía morenista evoquen, una y otra vez, las miserias de los de antes y que ello les sirva para justificar la descarada infamia de los de ahora.
Volviendo a la cuestión de los suelos de la nación sojuzgados universalmente por los criminales, el sector energético no podía quedar fuera, así como los agricultores que cultivan limones o tomates pagan ya tributo a las mafias, los tenderos solventan el tal “derecho de piso” y los operadores de camiones son asaltados en las carreteras.
El combustible es también materia prima de tráficos y corruptelas. Lo interesante es que el gobierno de la presidente Sheinbaum ha emprendido un combate frontal para acabar con el problema hasta el punto de atrapar a peces gordos de la Marina, funcionarios y empresarios coludidos.
Eso no lo habíamos visto hasta ahora y viene siendo un signo muy esperanzador en lo que toca al monumental asunto de la criminalidad en esta tierra nuestra. Sigan así, por favor...