El periodismo, con perdón, es, en parte, una mercancía. O, dicho con más elegancia, un producto. Esta aseveración, una tanto inapropiada, resulta de la paralela comprobación de que los periódicos y los programas informativos en los medios electrónicos existen porque hay un mercado que consume, justamente, noticias, reportajes y artículos de opinión.
Imaginen ustedes que The New York Times —que no es, por cierto, uno de los diarios favoritos del oficialismo— no vendiera un solo ejemplar, no tuviera suscriptores y que a nadie le interesara leer los trabajos de sus periodistas de investigación o enterarse de lo que está pasando en el planeta. Pues bien, ese periódico, tan prestigioso a nivel mundial en estos tiempos todavía, desaparecería sin remedio.
Estamos hablando, entonces, de que la supervivencia de las entidades que sirven de plataforma al ejercicio del periodismo depende de que cuenten con una masa de consumidores, o sea, de que miles de personas se interesen en leer noticias o mirar reportajes en una pantalla. Esto lleva, a su vez, a que los anunciantes aporten recursos a quienes vienen siendo, después de todo, empresarios que han invertido en el sector de la industria editorial.
Es interesante destacar esta cuestión porque a los regímenes de la izquierda autoritaria no sólo les saca urticaria la libre expresión sino que llevan en su carga genética un rechazo primigenio a la economía de mercado. Sus adalides denuncian, entonces, que la prensa es un “negocio” como si ese hecho fuera pecaminoso de necesidad y no algo perfectamente natural en un sistema capitalista.
¿Los diarios y las cadenas noticiosas son absolutamente neutrales y medios de una prístina imparcialidad? Desde luego que no y no habría razón alguna por la cual un periódico no debiera simpatizar con alguna corriente política o promover ciertos principios en lugar de otros. Lo importante, en el oficio noticioso, es no distorsionar los hechos y no propalar mentiras. Pero hay medios de prensa de izquierda y otros de derechas. Y, no pasa nada.
El gran tema, sin embargo, es la embestida que vemos a diario, aquí, en contra de la prensa que informa sobre lo que está ocurriendo en el país. No le gusta, a doña 4T, que se digan las cosas como son. A los consumidores de noticias, por el contrario, es lo primero que les importa. Qué bueno.