Política

Nueva definición de un dictador: “piensa diferente”

Algún columnista en cierto medio impreso declaró, a los cuatro vientos, que el pasado apartamiento de Venezuela, Cuba y Nicaragua en la Cumbre de las Américas era una suerte de desaire a quienes “piensan diferente”.

Pretendía el escribidor, supongo, congraciarse con el oficialismo reinante propalando que el rechazo de las naciones democráticas a los regímenes dictatoriales no era otra cosa que una intolerancia a las diferencias.

La mentada segregación a los regímenes que encarcelan a los opositores, que los torturan y ejecutan no es un asunto de “pensar diferente”, miren ustedes, sino de defender simplemente los valores de la sociedad abierta y de reconocer, en los hechos, las luchas de quienes se levantan valerosamente para expresar su rebeldía ante la opresión que sobrellevan los ciudadanos en los sistemas autoritarios.

Cuba y sus satélites no tienen por qué sentarse a la mesa de los demócratas: no comparten los mismos valores y no reconocen los derechos que los demás países de nuestro subcontinente garantizan a sus ciudadanos. Han instaurado, en la práctica, una calculada estrategia para vulnerar arteramente las garantías más esenciales de las personas. ¿Comparten algunos mínimos valores con las naciones en las que se celebran elecciones libres, en las que los disidentes pueden expresar abiertamente sus opiniones y en las que el pensamiento crítico se tolera sin problema alguno? ¿Y por qué les interesaría, en primer lugar, sentarse a la mesa de los abominados capitalistas siendo que lo que pretenden es la instauración continental (una manera de decirlo, naturalmente, porque Estados Unidos y Canadá no entran en sus designios) del “socialismo del siglo XXI”? ¿Y acaso no han puesto en marcha todo un aparato para infiltrar las estructuras estatales de las demás naciones y debilitar la democracia?

Pero, miren, “pensar diferente”, justamente, merece ser calificado de “traición a la patria” por los más ardorosos adherentes a la doctrina cuatroteísta: un simple tema de que la producción de energía pueda ser más eficiente en este país o de que participen inversores privados en la generación de electricidad para abaratar los costos lleva a feroces enfrentamientos y lapidarias condenas. Las diferencias, por lo visto, no son parte de la normalidad que el régimen de la 4T tendría que aceptar por el mero hecho de que el pluralismo —o sea, pensar diferente— es un elemento inseparable de la vida democrática.

En lo que toca a las posturas radicales, no es lo mismo desconocer tajantemente a un gobierno totalitario que responder, como hacen los sectarios de la 4T, con afrentosos calificativos al planteamiento de políticas públicas con las que no concuerdan. Los demócratas repudian a los autócratas por represores y asesinos, no por “pensar diferente”.

¿Tan difícil es entenderlo?

Román Revueltas Retes

revueltas@mac.com

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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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