La experiencia directa de las cosas es el primer sustento de las opiniones, los gustos y las preferencias personales. Cuando vas a un restaurante y la comida es mala, no sales de ahí diciendo que te encantó. Si el coche que compraste se descompone todo el tiempo, lo más probable es que la próxima vez elegirás uno de otra marca. En las vacaciones, ya no vuelves a la ciudad donde la gente era ruda y descortés.
Contrastando estas evidencias con la respuesta —ya no del consumidor, sino del ciudadano— a lo que acontece en los espacios de lo público, la lógica nos llevaría a concluir que ocurre algo muy parecido, que el vecino de un barrio esté muy descontento de que las calles estén rebosantes de basura o que el usuario del transporte público se exaspere de tener que viajar en buses destartalados o que el afiliado a la seguridad social se indigne de no lograr prontamente una cita con un médico.
Pues, miren, en este país no parece tan evidente esta relación causa-efecto. ¿Cómo explicar que al pueblo se le diga que los servicios de salud son mejores aquí que en Dinamarca y que no sólo no lo refute sino que lo celebre?
¿No viven, millones de compatriotas nuestros, las durezas de una pésima atención sanitaria? ¿No faltan medicamentos? ¿No hay, en los hospitales, equipos que han dejado de funcionar por falta de mantenimiento, salas de cirugía mal acondicionadas y cuartos sin los dispositivos necesarios? ¿No están atestadas de pacientes las clínicas y no deben, personas con severas patologías, esperar semanas, o meses enteros, antes de ser atendidas? ¿Acaso en las zonas rurales se cuenta con dispensarios de primer nivel, provistos de la mejor tecnología y administrados por excelentes especialistas? ¿Acaso necesita México los servicios de los anticuados médicos cubanos y no sería mucho más provechoso, para todo el sector de la salud, que los recursos que se dirigen a apoyar al régimen dictatorial de la isla —porque de eso se trata, señoras y señores, y de ninguna otra cosa— se utilizaran para adquirir los implementos de los que carecen los doctores mexicanos en los hospitales públicos?
La realidad, así de dura e inclemente como es, ha dejado de importar.
Ah, y en Dinamarca, ni enterados. Disfrutan simplemente con lo que tienen a la vuelta de la esquina.