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El que manda es Irarragorri, miren ustedes…

De pronto, Alejandro Irarragorri (bastante complicados de pronunciar, los apellidos del euskera, aunque no tanto como los ininteligibles topónimos de la lengua purépecha con los que se encuentra uno al viajar por las bellas comarcas michoacanas) aparece, oigan, como el individuo más poderoso del balompié estadounimexicano.

Olvídense de los potentados de doña Televisa, del Grupo Salinas que despojó a Morelia de sus Monarcas para trasmutarlos en muy mediocres mazatlecos, del heredero de Omnilife en su condición de permanente resucitador de mis Chivas, de la Cooperativa Cruz Azul comandada en su momento por el recientemente defenestrado Billy Álvarez, de la multinacional FEMSA, de CEMEX y de la familia Hank y su casa de apuestas. No pintan. No figuran. No cuentan. No mandan. No pesan.

No, el gran mandón y supremo jerarca sería don Alejandro, dueño —con perdón de la cuestionada multipropiedad— de dos equipos, el Santos Laguna y el victorioso Atlas. Si miras de cerca los triunfos de los que alardea el patrón de Grupo Orlegi para responder a las críticas y acusaciones te das cuenta de que no es tan avasalladora su hegemonía: Atlas, en efecto, lleva dos campeonatos al hilo, pero el más reciente título que obtuvo Santos se remonta al torneo Clausura 2018. Después de eso, los laureles se los llevaron, sucesivamente, CF América, UANL Tigres, CF Monterrey, Club León y Cruz Azul.

Que digas, entonces, que a los demás les consume la envidia por el éxito ajeno (algo, podríamos recordar, muy característico de nuestra autodestructiva cultura de cangrejos), pues como que no, como que no salen las cuentas. Aunque…

El tema, con todo, es que sus detractores sí han arremetido contra Irarragorri y su empresa deportiva al punto de calificar a la Liga MX de ‘Liga Orlegi’ por haberse beneficiado de presuntas ayudas arbitrales y favoritismos, entre ellos el que la barra atlista no haya recibido sanciones luego de su comportamiento en la final ante el Pachuca a diferencia del castigo que merecieron los porristas de Rayados por haber estado en las gradas en Torreón.

Más allá de los señalamientos, lo que estamos viendo es que vuelve a imponerse otra de nuestras perniciosas costumbres, la de la sospecha. Y sí, en efecto, atribuimos siempre los logros de los demás a oscuras componendas y nos cuesta trabajo reconocer que el éxito es el resultado directo de hacer bien las cosas, de emprender las acciones de manera responsable y, sobre todo, de trabajar, trabajar y trabajar.

Le toca ahora a Irarragorri ser el blanco de las críticas. Y, mientras sigan los triunfos habrán de continuar las habladurías y las descalificaciones. Lo más curioso es que los maldicientes no reparan en que Atlas era, hasta hace poco, un club de la periferia, por decirlo de alguna manera, no un rival directo de los poderosos, del América de Televisa, justamente, o de esos equipos regiomontanos provistos de ingentes recursos económicos.

En lo personal, quisiera verlos a los tapatíos campeones, por tercera vez consecutiva, de nuestra máxima competición futbolística. Si así fuere, me pregunto, desde ya, qué adjetivos le lloverán al dueño de Grupo Orlegi. Será el precio del éxito en una sociedad impregnada de resentimiento y desconfianza. Ni modo, don Alejandro.

Román Revueltas Retes


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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