Política

Castro en Monterrey

Abundan los rumores de la primera estadía de Fidel Castro en Monterrey cuando, a sus 28 años, Batista le cambió la cárcel por un exilio de 18 meses en México. Que si trabajó de taxista; que si tomaba fotos en la Alameda para ganarse la vida; que si lo acompañó el Che Guevara; que si vivía en una casa de huéspedes en la esquina de Zaragoza y Arteaga sobre la Casa Westrup. La única prueba de su presencia en la ciudad es una foto, propiedad del ex beisbolista Felipe Montemayor, tomada en el bautizo de una de las hijas del entonces pítcher de los Sultanes, Lázaro Salazar. En la casa de la colonia Mitras, Castro aparece serio y sin barba junto a otros jugadores del equipo, familiares de Salazar y nada menos que Yolanda Montes, Tongolele.

Está también el testimonio de Prisciliano García, el dueño de la cantina La Favorita, en la esquina de Vallarta y Aramberri, donde el cubano solía ir a tomarse una cerveza y comer toda la botana que le sirvieran; lo mismo hacía en El Aviador y en el bar Lontananza. Más allá de eso, de las actividades de Castro a la sombra del Cerro de la Silla se sabe poco o nada, excepto que Monterrey fue la primera escala en una gira de recaudación de fondos que el revolucionario hizo por los Estados Unidos, a donde entró luego de cruzar a nado el río Bravo. En sus memorias, publicadas en 2012 y tituladas Guerrillero del Tiempo, Castro cuenta cómo pasó sin suerte por New York, Philadelphia y Miami, entre otras grandes ciudades, obteniendo éxito únicamente en McAllen, Texas, donde se entrevistó en un motel con Carlos Prío Socarrás, el presidente depuesto por el golpe militar de Batista, y éste le dio 15 mil dólares para que adquiriera el bote Granma, llamado así porque el gringo que se lo vendió en Veracruz lo había bautizado en honor a su abuelita. En ese yate, con capacidad para 12 personas, Castro partiría el 25 de noviembre de 1956 con escaso armamento y más de 80 rebeldes desde Tuxpan, Veracruz, hacia una victoria que, hasta las protestas de los últimos días, parecía que iba a durar para siempre.

Falta ver qué otros recuerdos norteños se habrá llevado el comandante, porque la segunda vez que visitó Monterrey nomás cenó y se fue. _

Roberta Garza

@robertayque


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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
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