Política

Estamos peor con López Obrador

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En el verano de 2019 se recrudecieron los apagones que suele padecer la península de Yucatán. No solo se hicieron más frecuentes, sino más extendidos y largos; de colonias sin luz pasaron a ciudades y luego a regiones enteras a oscuras por horas y a veces días. No es misterio que las líneas de transmisión eléctrica de norte a sur, de por sí saturadas, en verano no aguantan los aires acondicionados bufando para paliar los 40 grados a la sombra que allí hace entre mayo y octubre, y que falta la infraestructura para que llegue el gas necesario para producir esa energía. Al menos eso dijo en su momento el Centro Nacional de Control de Energía, o Cenace, para desdecirse a las pocas horas revirando que no, que ese parte técnico no tenía ningún fundamento.

Quizá porque apenas uno o dos meses antes López Obrador canceló la instalación de dos nuevos turbocompresores y un sistema de regulación en la Estación de Compresión Cempoala, que con esa adaptación podría llevar suficiente gas para cubrir las necesidades energéticas regionales por una buena tanda de años. Esos recursos, como los destinados a salud, educación y otras áreas no prioritarias, fueron desviados al importantísimo Tren Maya, a Santa Lucía y a uno que otro nepotista estadio de beis.

Llegó el 28 de diciembre y todos nos convertimos en Yucatán: más de 10 millones de usuarios de 12 estados se quedaron a oscuras por cerca de un día o más. La CFE primero dijo que había sido por una baja frecuencia, y luego que por un pastizal quemándose bajo unas líneas de alta tensión, presentando como prueba de lo anterior una carta membretada y firmada por Protección Civil de Tamaulipas. El problemita fue que la carta era falsa; la empresa nacional de energía que pagamos todos y que el Presidente le entregó de feudo a Manuel Bartlett falsificó el documento para exonerarse, nadie perdió su trabajo y sanseacabó.

El tercer capítulo de la caída de esta casa Usher dejó ayer a buena parte del norte del país sin energía al tiempo que la zona padece una ola polar: cuatro millones de almas se quedaron a oscuras y congeladas. Entra de nuevo la Cenace, coreando al presidente, a decir que la falla se debió al frío y que, por causa de éste, los Estados Unidos cortaron el gas que envían a México; nunca sabremos si lo cortaron los gringos o si se cortó el gobierno federal por el aumento de tres dólares por millón de BTU a más de 200, al margen de que la CFE le advirtió desde el 12 de febrero a la Cenace que este invierno podría escasear ese gas, que tomara precauciones y se pusiera en alerta.

Y olvídense de los apagones; ¿ya vieron que la nueva reforma empujada por López Obrador propone eliminar el criterio de despacho económico, que requiere comprar primero la energía más barata, que suele ser la que llega de independientes y renovables, para darle prioridad a la más cara y sucia que viene de la CFE? El resultado es que, o nos la van a dejar caer en el recibo, o van a tener que subsidiar a lo baboso, todo para beneficio de la caja chica de Manuel Bartlett en detrimento de los bolsillos ciudadanos.

Pero vamos requetebién, dicen. 

@robertayque

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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
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