“Andrés Manuel López Obrador, Jesús Ramírez, Hugo López-Gatell y el general Luis Cresencio Sandoval tienen atado de pies y manos a Adán Augusto López; es su pelele, su títere, su empleado”.
Esta declaración es ficticia por partida doble, porque nadie la ha pronunciado nunca y porque la posibilidad de que alguien lo haga es remotísima.
En los estereotipos del debate político sería chocante que alguien se refiriera al ex gobernador de Tabasco y ex secretario de Gobernación como un pelele, o bien como el títere de una conspiración orquestada por ese o cualquier otro grupo de hombres.
Alguien con mala leche podría argumentar que López Hernández fue empleado del Presidente, pero ni siquiera en ese caso sería humillante porque, en efecto, hasta hace poco fue su subordinado dentro del gabinete.
En contraste, si en la misma frase se sustituyera el nombre de Adán Augusto por el de Claudia Sheinbaum, el sentido de las palabras cobraría otro giro, ya que nuestra cultura machista podría hacer que muchos considerasen esa afirmación como verosímil.
Es evidente que no es lo mismo acusar a un hombre que a una mujer de ser pelele de un grupo perverso de señores.
Sin embargo, hay quien desestima la importancia del asunto. El lunes, por ejemplo, Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, pidió a las personas del sexo femenino no hacerse las víctimas: “hay que aguantar vara —dijo— igual que aguantan los compañeros” que participan en política.
Un día después, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) enmendó la cuestión al trazar una frontera que sirve para distinguir entre las críticas políticas enderezadas hacia las mujeres —desde la libertad de expresión— y las descalificaciones basadas en estigmas y estereotipos de género.
El contexto determina cuándo hay discriminación o violencia y la frase utilizada como ejemplo lo muestra. Basta con cambiar un nombre por otro para hacer variar el discurso.
La siguiente sentencia sí tuvo lugar y su autor fue Andrés Manuel López Obrador: “Xóchitl Gálvez… es Fox, es Salinas, es Claudio X. González, Roberto Hernández. Entonces entra… así, atados de pies y manos, son peleles, títeres, empleados de la oligarquía”.
Zoom: en el ámbito de la discriminación de género, el orden de los factores determina radicalmente el resultado de lo que se pretende decir.