La relación entre justicia y tecnología abrió un debate que llegó a instalarse permanentemente. Uno de los principales tópicos hoy discutidos atañe a la idea de aceptar o no el aprovechamiento de mecanismos sustentados en inteligencia artificial (IA) que apoyen, por ejemplo, en la resolución de disputas derivadas de ciertas conductas humanas. Actualmente Estonia, Brasil, Argentina, EE. UU. China y otros más la usan para desahogar cargas de trabajo más de tipo operativo; aunque también hay planteamientos como la imposibilidad de suplir el criterio de un juez humano por una máquina; garantizar el contenido ético en las decisiones de un algoritmo que no sea transparente; o bien, que la IA dejará a mucha gente sin trabajo. En fin, manifestaciones de desconfianza por el uso de dichas soluciones en terrenos tan sensibles como los de la justicia. Pero ¿qué pasaría si se cambia el rubro de la “justicia” por el de “datos personales” que no son menos sensibles?
Cuando en 1973 Motorola lanzó el primer teléfono móvil (celular) no se pensó que al paso de su evolución absorbería funciones como mensajería instantánea, fotografía, música, video, televisión, videojuegos, ir al banco, al súper, a reuniones, escuela, realizar trámites y muchas actividades más, llegando a ser accesible e indispensable para la vida cotidiana de las personas. En México la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) del INEGI, reportó que para 2021 había 91.7 millones de personas con celular. Y aquí es donde se pone interesante el tema de los terrenos tan sensibles, ya que, para aprovechar plenamente el uso de un celular, se requiere dar acceso a datos personales como correo electrónico, biométricos, ubicación, reconocimiento facial, de voz y aceptaciones de voluntad de las que casi nadie se lee su alcance. Además, el futuro no es alentador el respecto, pues recientemente se anunciaron los lentes de contacto inteligentes que la empresa Mojo Vision desarrolló con una mini pantalla controlada con los ojos para ver imágenes, gráficas, videos, comunicación, acceso a información y contenido de realidad aumentada ¿cuáles serán las concesiones de datos para su uso?
Por tratarse de una necesidad en su día a día, la gente estará dispuesta a seguir cediendo sus datos personales, a confiar en la tecnología para no quedar fuera, asumiendo los riesgos intrínsecos a proporcionarlos como estafas o fraudes. Mientras que la justicia mexicana corre el riesgo de la desconfianza sin dar señales de cuándo aprovechará en serio soluciones tecnológicas para que la ciudadanía vea que lo que siempre escucha en el discurso, que la justicia es indispensable y accesible.
* Abogado especialista en análisis de políticas públicas en materia de justicia y estado de derecho.