En las recientes pasarelas partidistas, el PAN anunció que en sus foros futuros: “Cambiemos México”, destacará los logros de los gobiernos panistas y su contraste frente a MORENA.
Por el PRI, Claudia Ruiz Massieu en “Diálogos por México”, criticó duramente a su partido. Dijo que utiliza la institucionalidad para quedarse callado; y llamó a la renovación anticipada de la dirigencia nacional.
Es notorio que eso no basta para ganar elecciones. Es necesario, si vale decirlo, que los tres partidos hagan un verdadero acto de contrición: que reconozcan sus culpas y realicen actos de enmienda o remediación.
El PRI debería reconocer que sus excesos como partido hegemónico sofocaron la democracia y con Peña Nieto la corrupción se exacerbó.
El PAN debe aceptar que sepultó los ideales de sus fundadores y antiguos luchadores del Partido; y que con Fox y Calderón desaprovechó la oportunidad de transformar en pro del bien común.
El PRD sucumbió ante el sentimiento y los intereses tribales de sus colectivos y no fraguó como instituto político de izquierda socialdemócrata.
PAN y PRI deben aceptar que el neoliberalismo deformó la democracia y produjo un sistema que naturalizó y acrecentó la inequidad y el contubernio de políticos y empresarios aviesos.
Ese modelo instituyó formalmente la justicia social, esto es, que solamente existe en la letra de la ley, porque en la realidad imperan la desigualdad extrema y la cancelación de la movilidad social por la iniquidad de las condiciones y oportunidades.
Los que queremos la alternancia en el gobierno de la república deberíamos pugnar porque el PAN, PRI y PRD, acepten lo anterior, que superen las alianzas electorales y propongan un modelo socioeconómico que pueda reducir la pobreza y crear oportunidades reales de superación a través de la educación, la inversión y el trabajo.
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