Al menos en mi propia película, es muy interesante que esta sea mi última columna en MILENIO. Agradezco la paciencia y el permiso de Susana Moscatel para usar este espacio.
Es interesante, porque desperté viendo una entrevista de Carlos Marín a EPN en la que el periodista le dice al Presidente que la próxima vez por lo menos le miente la madre a Donald Trump. No estoy de acuerdo, ni en que las funciones de un presidente incluyan tratar a los extranjeros a mentadas, ni en que una entrevista se convierta en un monólogo de opinión. Me extraña del maestro de los géneros periodísticos.
Tal como me extrañó Joaquín López-Dóriga diciéndole a Nicolás Alvarado: "Pero tú no perteneces a la comunidad gay", como si tal fuera un argumento para no usar la palabra "joto". Yo pensé que eso solo correspondía al extremo de los afroamericanos de EU utilizando "nigger" al mismo tiempo que se lo "prohíben" a los blancos.
El tren del mame está a todo lo que da. El público ya no tiene ganas de distinguir entre las tareas de gobierno y sus propios deseos de payasada. Estamos masticando la tiranía de lo correcto y no tenemos ni dientes para ello porque somos unos niños de brazos. Entre las recomendaciones de la Conapred y el uso de "joto", "naco" y sucedáneos, me inclino por lo segundo, aunque solo de la misma manera que Alvarado define como "antropología cultural."
Lo malo es que si Alvarado sigue usando frases como "estrategia de apropiación por parte de grupos vulnerados del lenguaje derogatorio en su contra" casi nadie lo va entender, aunque eso no quiere decir que no tenga razón. Nicolás Alvarado dice "camp" y la gente lo llama "majadero"; Fuenteovejuna no escucha razones, no "perdona", no le interesan las circunstancias ni las posibilidades, solo quiere proseguir en el tren del mame.
Es interesante que sea este día. Me apeo y les deseo suerte. Y agradezco infinitamente. Nos leemos pronto, tal vez.
Twitter: @ReneFranco
