Yordi Rosado se hizo la vasectomía. Me enteré porque transmitió su preoperación en vivo, vía Facebook, desde que lo comenzaron a anestesiar hasta que la sustancia lo puso balbuceante antes de dormir. Fue divertido, pero me hizo pensar hasta dónde es realmente necesario colarse a la vida de otros con la propia, o si no estamos en los albores de una nueva neuropatía adictiva.
De ser así, esta enfermedad será una forma de sociopatía, manifestada por la urgente necesidad de compartir con propios y extraños hasta el más íntimo detalle de nosotros. Ya no habrá necesidad del Big Brother, el karma habrá dado la vuelta y la vida privada se volverá completamente pública por fin. Lo que en un principio era mal visto será normal.
Por cierto, ayer también una afamada agencia de viajes en línea me mandó un correo electrónico con los mejores hoteles swinger friendly de México, todos en Quintana Roo. Lo que más llamó mi atención fue el servicio de grabarse en la habitación entre dos parejas como un “recuerdo”, lo cual me lleva a pensar en esta manía a través de xtube y sitios similares, donde las personas ponen todo tipo de videos sexuales de ellos mismos.
Ya había pasado esto; el popular conductor Pedro Sola transmitió imágenes de su operación para removerle la próstata, mismas que incluso llegaron a las páginas de algunas revistas. Ya es cosa de tiempo para que los famosos o famosas comiencen a subir sus papanicolaus o sus tactos rectales, para que todos los disfrutemos con unas palomitas en casa.
No es moral. Tal vez es solo esta sensación que se canta noche a noche en el musical Chicago -hoy con Bianca Marroquín y Jaime Camil en Broadway: “¿qué le pasó a la clase?” Porque esto es todo menos elegante. Y si Yordi ya tenía tres hijos y no quería más, y quería platicarlo, con gusto le habría organizado una reunión en la casa con puros cuates para que nos platicara. Porque esto del ego y de compartir así a la brava, les insisto, será declarado muy pronto una forma de adicción neurótica. Sospecho que si aún no ha pasado es solo porque los científicos no han dado con el nombre. Pero ya van, ya van.
Por cierto, Yordi, ¿salió todo bien?