El teléfono inteligente más accesible ronda los mil 300 pesos y es una de las herramientas más deseadas por los adolescentes en el mundo.
En México, 95.1 por ciento de los jóvenes entre 12 y 17 años usan internet y el porcentaje usuario de un teléfono celular es parecido. En la población de seis y más años ya ocho de cada 10 usan un celular.
En sus manos ponemos la responsabilidad de un aparato de más de mil pesos y les abrimos la puerta a la violencia digital, sobre todo cuando siete de cada 10 menores de edad en México utiliza redes sociales.
En nuestro país 51.6 por ciento de los usuarios de internet ha sido víctima de violencia digital, que según el Violentómetro Digital, va desde la exclusión virtual o los insultos electrónicos hasta la difamación virtual y la trata virtual de personas. Lo conocemos como ciberacoso, acoso sexual a menores grooming, la sextorsión o la difusión no consensuada de imágenes íntimas.
“La víctima más pequeña que he tenido es una niña de seis años en una primaria”, contó Olimpia Coral Melo en Café MILENIO. “Me llamaron para decirme: la niña compartió fotografías de ella. Llegué a la sala audiovisual donde estaba encorvada en una silla, llorando. Todas las monjas a su alrededor la veían como si estuviéramos en una nueva inquisición. Pregunté: ¿y el niño que difundió las imágenes? Me dijeron que estaba jugando futbol”. Esto no fue todo, contó Olimpia: “Cuando llegó el papá de la niña, ¿saben qué le dijo?, ‘si te gusta andar mandando esto ya mejor no vas a la escuela y trabaja haciendo eso’. ¿Se imaginan el trauma para una niña de seis años?”, cuestionó Olimpia a los cinco periodistas en la mesa.
La Ley Olimpia, protege contra la difusión no consentida de contenido íntimo sexual a través de medios digitales y sanciona la violencia digital. Es una herramienta jurídica pero, no hay que romantizarla, dijo Olimpia, porque esto es “una responsabilidad compartida. El hecho de que exista la ley no significa automáticamente justicia”. En esta responsabilidad compartida está la educación y alfabetismo digital, explicó Olimpia.
Soy madre de dos adolescentes y además de esta educación me parece que debemos aprender y enseñar a contener los contenidos digitales y la vida digital, no compartir, no victimizar o revictimizar. La no deshumanización de los espacios digitales es saber que detrás de cada pantalla hay una persona, una historia y una dignidad que debemos respetar.
Si este Buen Fin tenía pensado comprar un teléfono inteligente para un menor de edad, le invito a reflexionar sobre ese gasto y lo que implica abrir la puerta a la violencia digital. Si decide regalar ese celular, siga la recomendación de Olimpia Coral Melo y pregúntele a ese niño, niña o adolescente todos los días: “¿cómo te fue en las redes sociales hoy?”.