Detente cinco minutos y ponte a pensar dónde vives, ¿qué había antes donde estás? Seguro era un área con bosques, árboles, un vaso regulador de agua o algo que la naturaleza colocó para tener un entorno equilibrado.
El ser humano, según su uso de razón, ha desarrollado, adaptado y buscado tener comodidad para vivir, y esto ha originado que el planeta se haya quedado pequeño.
Una sabia lección que podemos dar considera que no es lo mismo sumar en forma algebraica que multiplicar. Sumar personas para hacer un cambio no significa llegar a un mayor número de resultados y personas que puedan replicarlos. Debido a esto, es importante dejar en claro que las cuestiones ambientales no deben verse como una simple adición de personas para resarcir los daños actuales y del futuro; al contrario, debe ser multiplicar el conocimiento adquirido, replicando a más gente las consecuencias de los cambios que realizamos días a día al entorno.
El mundo, y cada persona de forma individual, no está dispuesto a dejar las comodidades sin continuar contaminando, y esto ya no se puede detener; sin embargo, hay una solución: en algunos países están realizando investigaciones sobre cómo capturar los gases como el dióxido de carbono y reusar en un mayor tiempo las materias primas que tomamos de la naturaleza, y todo esto debe ser logrado si entendemos el ciclo de vida de cada recurso que tomamos, cuál es su transformación y uso y si contamina o no.
La pregunta que nadie quiere contestar es ¿cuánto dinero necesitaremos para resarcir lo que contaminamos desde un punto de vista correctivo o preventivo?
De acuerdo con la información que recaba el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y que muchos de nosotros no habíamos tomado en cuenta, existe un dato que debemos de considerar en la parte ambiental:
Los costos totales por agotamiento y degradación ambiental, que son los costos que tiene que incurrir la sociedad en su conjunto para remediar, restituir o prevenir el agotamiento y degradación de los recursos naturales y el medio ambiente, como resultado de los procesos de producción, distribución y de consumo humano.
El agotamiento se refiere a lo que tiene que invertir la sociedad en dinero para reparar el medio ambiente por la disminución y pérdida de los recursos naturales.
La degradación indica los costos de adónde tendrá que recurrir la sociedad para remediar o prevenir el deterioro del ambiente.
Los datos observados indican que en 2021 requeríamos 1.17 billones de pesos para remediar el daño al medio ambiente, y esto representaba alrededor de 15 por ciento del total del presupuesto asignado. Realizando una proyección en función del incremento de la demanda observada en el sector de hidrocarburos y eléctrico, para 2023 se requieren 1.4 billones de pesos. Estas cifras demuestran que existe una correlación entre el gasto del país y la parte ambiental, resaltando que por cada peso que gasta México deberá apartar 20 centavos para ayudar al medio ambiente.
Estos números, dinero requerido para remediar el daño en forma anualizada, lleva una acumulación de más de 15.8 billones de pesos de 2003 a 2021. Sumando las proyecciones, puede llegar a 18 billones de pesos, es decir, requeriremos 2.25 veces el presupuesto de 2023 para remediar todo el problema ambiental que tenemos en caso de que hoy quisiéramos remediar el total del daño.
En la actualidad no hay dinero para remediar el daño debido a que para 2023 el presupuesto para el sector ambiental será de poco más de 75 mil millones de pesos. Esa cantidad representa un incremento considerable si se compara con los poco más 41 mil millones de pesos que tuvo en 2022; sin embargo, 90.5 por ciento del presupuesto al sector ambiental lo acapara la Comisión Nacional del Agua (Conagua), dependencia que contará con 68 mil millones de pesos para su operabilidad y no para remediar el daño ambiental.
Pregúntate, cada vez que consumo un litro de gasolina, kilogramo de gas licuado de petróleo, kilovatio de electricidad, cemento o cualquier insumo para mi vida cotidiana: ¿quién o cuánto me cobran para remediar el daño al medio ambiente? Hoy existe el impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) a los combustibles, y éste lo asume la administración como un ingreso que no está etiquetado en forma cabal como un remedio al daño ambiental; su uso es discrecional a escalas federal, estatal y municipal. En 2024 deben destinar estos recursos para prevenir y remediar el impacto al ambiente a través de una iniciativa de la Cámara de Diputados.
Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) son los que más invierten en el sector de energía; el gobierno les asigna dinero del presupuesto para operar y una parte mínima para remediar los daños ambientales, no para prevenir. Este último es requerido para cumplir con todos los acuerdos suscritos para cuidar el planeta, para capturar el calor, el dióxido de carbono o mejorar la eficiencia de las fábricas, pero ante esto deben aumentar en 40 a 50 por ciento los recursos actuales.
Ramses Pech – Grupo Caraiva – Grupo Pech Arquitectos