Cultura

El juego de la muerte y el humor negro

Lo cotidiano evoca, la vocación manifiesta del pueblo mexicano que de manera espontánea, vive y sueña en medio de un ensueño. México, es un país de contrastes surrealistas, que se debate entre la manera innata de ser de sus habitantes y, la recreación que algunos de sus artistas adoptaron a lo largo del tiempo.

La primera situación, es observable a simple vista en cualquier crucero automovilístico en donde una cantidad de payasos, dragones lanzallamas y todo tipo de maromeros y prestidigitadores envuelven a la ciudad en una atmósfera alucinante de rostros grotescos, deformados por el hambre y una sonrisa que se mezcla con destellos de llanto y resignación ante la fatalidad, hombres que deambulan de un lado para otro, luciendo estrafalarios atuendos algunas veces vestidos con prendas femeninas y prostitutas que ejercen el más viejo de los oficios, dentro de nauseabundos recintos en donde por decoración, pernoctan junto a imágenes de vírgenes, santos y calendarios con ilustraciones impresas de luchadores, púgiles e ídolos del “pancracio”.

La otra situación, es la del creador estético que se expresa en ese lenguaje de irrealidades latentes. Bretón ha citado a Freud una vez más cuando sentencia “mal comienza la semana para el que ahorcan en lunes”. En esa frase se sintetiza lo negro del humor surrealista, tan presente en la existencia de los mexicanos.

Cualquier manifestación del arte moderno ha encontrado sus raíces en el pasado. El surrealismo, ligado a conceptos literarios, musicales, coreográficos, filosóficos e incluso políticos y médicos, además de escultóricos y pictóricos reclama como precursores a Blake, Poe, Ernest Hoffman, Hegel, Dostoiewski, Hans Holbein. Sin embargo, en donde más puede encontrarse un antecedente del surrealismo es en las obras de Jerónimo Bosh y en la tradición indígena.

La Muerte

El universo está hecho de muerte. El viento y la propia alma de Quetzalcóatl vienen de los cuatro confines del mundo.

El mundo entero está habitado por los muertos, que se codean con los vivos, ayudándolos a veces, persiguiéndolos con frecuencia.

Bretón no citó por cierto, aparte de José Clemente Orozco, a ningún otro pintor mexicano no surrealista a excepción de José Guadalupe Posada (célebre por sus grabados sobre todo, calaveras), lo que evidencia que a pesar de la temática de carácter metafísico, el ideal surrealista continúa inclinándose por el amor a lo vivo, a pesar de la aparición constante -aún en nuestros días- de creadores de temática necrófila.

En la ciudad de Guadalajara, por ejemplo, ha incursionado en el estilo (mortuorio) con relativo éxito, la pintora Martha Pacheco cuya obsesión han sido los anfiteatros y la morgue. Otro pintor que ha realizado su trabajo en la misma ciudad es Kreepelín, aunque su manera de existir y de expresión estética corresponda más bien a la influencia que sobre su persona han causado los psicotrópicos.

De gran presencia en el terreno de la plástica es la artista Lucía Maya quién ha rodeado su entorno de una significativa presencia surrealista [Texto tomado de: DIMAXIÖN https://www.amazon.es/dp/1549725742. Avance o decadencia del arte. Macías Mora Ramón. Pp. 78, 79, y 80].

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Ramón Macías Mora
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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