Ha terminado una edición más del US Open, un torneo que marcó varios récords. Para empezar, hubo récord cuando se inscribieron más de 1,500 golfistas con un hándicap índice de 1.4 con tan solo 30 lugares disponibles para tratar de conseguir un lugar en el tercer major del año y uno de los eventos más importantes del mundo.
Desde un principio se habló mucho del campo, Los Ángeles Country Club, uno de los clubes más privados de Estados Unidos y que por primera ocasión albergaba un major.
La realidad es que al final las opiniones fueron encontradas, algunos decían que no era el escenario ideal y que en realidad no es tan espectacular como se decía.
Cada Open, la USGA (United States Golf Association), se encarga de poner los campos en condiciones de juego, sin embargo, muchas veces son muy complicados para los propios jugadores. La bolsa fue de 20 millones de dólares, la más grande hasta el momento en la historia de todos los majors.
El primer día parecía que todos los mitos del campo de LACC se venían abajo cuando Rickie Fowler imponía la marca más baja en cualquier major con 62 golpes, minutos después Xander Schauffle hizo lo mismo y comenzaban las dudas de si el campo estaba preparado para recibir a los mejores del mundo.
Pero de inmediato el campo dio un giro como si supiera que lo estaban golpeando y sacó sus garras para defenderse y de ahí en adelante las cosas fueron diferentes.
Fowler pudo conservar el liderato al último día, pese a un bogey contra un birdie de Wyndham Clark en el 18 que fue la clave que cambió el rumbo para llegar al domingo.
Al final se volvió un match play entre Rory McIlroy (quien no gana un major desde 2014), y Clark, ya que Rickie Fowler empezó a cometer errores muy al principio de la ronda.
Un Wyndham que parecía ya un veterano del PGA Tour y con apenas una victoria en su haber contra la experiencia de Rory, que ansiaba un triunfo más en un major.
Al final, Rory solo logró un birdie y un bogey en la ronda final para dar a Wyndham Clark su primer major, uno que jamás olvidará, ya que había perdido a su madre hace pocos años, y en cuanto terminó su último putt miró al cielo agradeciéndole, pues le había dejado la encomienda de que siempre fuera por cosas más grandes y ahora lo había logrado.
Por otra parte, no hubo muy buenas noticias para los tres mexicanos que tomaron parte, Abraham Ancer, Carlos Ortiz y Ómar Morales, ya que solo Ancer pasó el corte, terminando en el lugar 54.
Nota curiosa es que el campeón quería tener un putt exactamente igual al de su amigo Rickie Fowler, un Odyssey Versa Jailbird con una varilla más larga y de peso en la cabeza.
¿Será que Wyndham deberá compartir un poco de los casi cuatro millones de dólares de la bolsa que se llevó?