Hace algunas semanas escribí en este espacio de las bibliotecas públicas que han desaparecido. Entre las muchas demoliciones que este gobierno ha ejercido en distintos espacios de la vida mexicana, no sobra mencionar a las editoriales pequeñas, medianas y a las librerías.
Mientras al señor Taibo le parece que vender libros es un sucio acto capitalista, él vive de los dineros públicos y edita sin ton ni son folletos inservibles. No tengo duda alguna de que Taibo pasará a la historia como el destructor definitivo del libro en México, del Fondo de Cultura Económica, de la Dirección de Publicaciones y, en consecuencia, de una parte del mercado; mientras esto ocurre pasan cosas terribles.
Me entero de que nueve librerías del Sótano han cerrado: León, Coapa, Iteso, Coyoacán, Juriquilla, Angelópolis, Polanco, Zona Rosa y Monterrey. Permanecen, por un tiempo, Bellas Artes, Quevedo, Satélite, Roma, Guadalajara, Querétaro y Puebla. No creo necesario agregar que las librerías del Sótano han sido insignia del libro, el gran librero López Gallo creó esa red contra viento y marea. Pues nueve de ellas desaparecen y el resto atraviesa por una severa crisis financiera.
Las librerías nunca han sido un gran negocio, aunque a Taibo le parezca que vender libros sea un pecado que debe ser castigado con severidad. En estos días oscuros, las librerías han entrado en una crisis que las acerca a la desaparición. El estado cultural no considera que la red librera y las editoriales sean un mercado necesario para el desarrollo cultural del país; por lo mismo, no le pone un peso, faltaba más, que cierren sus tiendas y dejen de ganar sucio dinero. Sé además que Casa del Libro y Porrúa no pueden enfrentar muchas de sus deudas.
Me pregunto: si a Taibo le parece que la venta del libro forma parte de una estrategia de la derecha, por qué no dona las regalías de sus 35 libros. Taibo se ha desinflado como autor, no vende ni la mitad de lo que vendía en sus buenos tiempos, pero nada le hace, que done sus derechos de autor al pueblo bueno. ¿No? Nada, todo a la cuenta bancaria, a la casita pequeñoburguesa, ni tanto, por cierto.
La red librera agoniza, las bibliotecas públicas desaparecen, ¿no sería el momento de impulsar una excepción cultural? Ésta ha sido la gran solución de los gobiernos de izquierda, pero con la pena, en México no tenemos un gobierno de izquierda.