La lucha por la equidad de género ha tenido avances en los últimos tiempos, su reseña puede documentar cierta evolución en el reconocimiento de derechos, pasando desde el derecho a votar en 1953, hasta las recientes reformas que obligan a los partidos políticos a postulas en paridad de género en sus candidaturas, sin embargo, aún debe de considerarse que no se ha avanzado lo suficiente, no basta con el arribo de más mujeres a espacios de la política y ámbitos gerenciales en las empresas, el rezago persiste y se refleja en todo rol de convivencia humana de nuestro país.
Aún persiste la cultura machista, la que lacera día a día con diferente modalidades de violencia a las mujeres, en el hogar, en el trabajo, en la calle, en la política, en todos los ámbitos se manifiesta una sociedad carente de conocimiento y cultura de respeto, en México particularmente, que importó la legislación civil francesa que a su vez replicó de Roma la estructura jurídica que institucionalizó y codificó el patriarcado con el que textualmente se ordenaba entera sumisión de la mujer al hombre, el tema da para ir más atrás desde las primeras civilizaciones de la humanidad.
El asunto es que hay una deuda milenaria del hombre a la mujer, y no se han tenido las suficientes políticas públicas que aceleren las transformaciones al respecto, sin duda es un tema educativo y cultural en gran medida, como desde niños se tiene que tener herramientas cognoscitivas para que durante la crianza y formación académica se instauren métodos de convivencia que visualicen la igualdad entre géneros, el respeto, la solidaridad y la fraternidad entre las personas independientemente del género, una educación para la paz.
Un simple y superficial diagnóstico arroja resultados alarmantes, la violencia de género no tiene límites, no reconoce estrato social, económico, geográfico, religioso, el mal está en toda la sociedad, en todas las modalidades de violencia, el extremo como el feminicidio, arrebatar la vida a una persona por su condición de mujer, la violencia física, sexual, económica, laboral, como si fuera una práctica normal dentro de la cotidianeidad el agredir a la mujer.
Hace falta más empoderamiento, hacen falta políticas públicas en todos los ámbitos de gobierno, en toda la estructura institucional del Estado mexicano debe haber una permanente actuación con perspectiva de género, y no es un tema de más mujeres al poder en abstracto, se requieren más mujeres pero formadas en esta idea de la igualdad y el respeto, de nada sirve que haya más mujeres si la cultura machista y de segregación continua.
Las autoridades deben de tener protocolos muy claros en lo que se atiendan problemas de violencia de género, para no revictimizar a las víctimas de violencia, no solo en lo que corresponde al ámbito penal en una fiscalía de justicia persecutora de delitos, en todos los ámbitos institucionales el andamiaje jurídico de contemplar procedimientos accesibles y claros que garanticen acceso a la justicia a las mujeres que sufran alguna modalidad de violencia.
Existen ordenamientos jurídicos necesarios para sustentar instituciones y procedimientos, en el ámbito internacional, tratados en los que el Estado mexicano forma parte y se obliga a asumir como parte de su propia legislación como es el caso de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, “Convención de BELÉM DO PARÁ”, en el ámbito nacional la norma constitucional establece y se robustece con una Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Las transformaciones que tiene el país están encaminadas a fortalecer los derechos humanos y reivindicar los derechos sociales, esto implica que el acceso a la educación y a la cultura, al deporte y a toda herramienta cognoscitiva nos permitirá que las generaciones futuras construyan una mejor sociedad, sin estereotipos que desequilibren la convivencia humana, por lo pronto, esta responsabilidad de equilibrar nos corresponde a todas y todos, no es un tema de gobierno, al alcance de cualquier persona está la suficiente información con la ayuda de las tecnologías de la comunicación para documentarse e informarse, agilizar los cambios para lograr esa sociedad más igualitaria, más humana y generosa.