En siete años de derrotas consecutivas en la que perdieron abrumadoramente dos elecciones presidenciales, la mayoría legislativa del congreso federal, cada una de las gubernaturas y municipios, la oposición pasó de la negación a la aceptación de la realidad, pero no por ello se conforma, hace un reconocimiento interno de la imposibilidad de ganar elecciones porque su historia es imborrable, carecen de liderazgos y de proyecto alterno que se ponga en el debate sobre las visiones de país, pero sobre todo se han equivocado de estrategia.
El apoyo a la presidenta y a su gobierno está consolidado, aunque eso no quiera decir que haya un diminuto sector de la población que les compre su discurso, para eso es el marketing político y siguen ahí empresarios millonarios que le deben su riqueza al viejo régimen y aun les da para financiar campañas en todas las plataformas de redes sociales y en algunos medios de comunicación que fueron de los consentidos económicamente de los gobiernos del PRIAN para hilvanar esa narrativa desde sus comunicadores.
No se puede retraer la disputa política en México de la confrontación que hay a nivel internacional entre dos bloques, el epicentro del conservadurismo y poderío económico y militar como instrumentos coercitivos para hacer política sigue siendo Estados Unidos, con aliados en Europa y América latina como Milei de Argentina, Noboa de Ecuador, Bukele de El Salvador, que más que aliados están sometidos bajo el yugo de Trump.
En el plano nacional, la narrativa de la oposición difundida en campañas millonarias de marketing y noticias de algunos medios y analistas es que el país está en el caos, que hay una catástrofe política y social, una revuelta que está cimbrando al gobierno cuando realmente es una ficción; por supuesto que hay problemas que se están atendiendo, la inseguridad se está atacando en una estrategia integral en la que se atacan las causas y se atiende lo inmediato erradicando la impunidad que antes gozaban los grupos del crimen organizado.
La oposición quiso revivir aquella marea rosa y vestirla de generación z, lo cual la farsa quedó al descubierto, no eran jóvenes que luchaban por una causa, fue una marcha partidista que quisieron disfrazar de ciudadana, incorporando el financiamiento del personaje ya muy conocido por evasor de impuesto y dueño de una televisora que adquirió con Salinas de Gortari mediante influyentismo, mismo que está dedicado a golpear mediáticamente a la presidenta y su gobierno con todo tipo de expresión violenta y vulgar.
Lo que no entienden en ese sector, es que la inmensa mayoría de la población se tiene un concepto de quienes son los actores políticos y lo que cada uno representa, ya es difícil que se pueda manipular a la ciudadanía que cada vez está más participativa e involucrada en los asuntos públicos, sin duda aun falta por resolver los grandes problemas del país que no hay soluciones ni fáciles ni rápidas, se va por una ruta bien trazada con una visión humanista en la gobernanza, una idea de que el Estado debe asumir su responsabilidad social, generando equilibrios para que las oportunidades de desarrollo estén al alcance de todos.
Por supuesto que hay un modelo de país diferente que México ya conoció y queda claro la convicción del colectivo social que es al que no se quiere regresar, esa visión de privilegios para unos cuantos, de corrupción e impunidad, de las autenticas alianzas del gobierno con el crimen organizado, eso la ciudadanía no lo olvida y es precisamente lo que tiene a la oposición al borde de la extinción política y electoral.